AMLO, el azote de la izquierda
El ex jefe de Gobierno utiliza su derecho para impugnar el proceso electoral como medio de presión política.
Luis F. Lozano*Las acusaciones de fraude que hace siempre están contradichas por inconsistencias que tanto él, como su equipo, filtran a la prensa, con tal de abarcar más agravios en su contra. Un ejemplo es el relleno de las urnas y la compra de votos al mismo tiempo. Las pruebas que presentan son más para convencer a sus seguidores que para probar sus dichos jurídicamente ante las instancias competentes. Esto lastima la credibilidad de las instituciones.
AMLO usa su derecho para impugnar el proceso electoral como medio de presión política. Recuerde usted, amable lector, las cajas vacías que se presentaron en la impugnación de la elección de 2006. No buscaban probar nada, sólo quería la fotografía de la “cantidad de pruebas” que tenían; muy parecido a lo que pasa hoy. Primero pidió esperar al cómputo distrital pero, paciente lector, si la compra de votos fue determinante, ¿qué las actas y las urnas no traerían ya los votos comprados? ¿Sólo compraron los que eran para Presidente? ¿Es la primera vez que se compran votos en una elección? ¿Roberto Madrazo no compró votos en 2006 o no se impugnaron porque el señor Madrazo perdió? ¿Es cuestión de resultados o de principios?
Pero eso no importa, el mesías tiene las pruebas y nos enseñó algunas, con tres mil 500 tarjetas de una tienda de autoservicio, pegadas en las paredes de sus oficinas para que sean tomadas por la opinión pública como irrefutables. Créame, no se tomarán la molestia de probar la compra de votos porque es prácticamente imposible probar una secuencia causal de dinero-votante-cambio de voto-papeleta con voto para el PRI; ahora imagine usted cinco millones que, por cierto, empezaron siendo un millón. Entiéndame, no estoy en desacuerdo con que se castiguen las prácticas ilegales, pero de ahí a invalidar la elección presidencial es distinto.
Ya se ha escrito mucho acerca de las decisiones que tiene que tomar esa izquierda mexicana conformada por izquierdistas e izquierdosos, que no es lo mismo, como ya lo he escrito. Los izquierdistas deben tomar decisiones contundentes para separarse de los izquierdosos, que no se limitan a AMLO, sino también a algunos de quienes lo siguen ciegamente. Si la izquierda pretende seguir sobreviviendo en comunidad con los izquierdosos con base en decisiones grises y de corto plazo, entonces ya tienen candidato presidencial para 2018: AMLO.
Sería no escuchar al electorado mexicano que dos veces ha dicho sí a la izquierda en el Congreso y en gobiernos locales, pero no a AMLO. El mensaje del electorado es de más de 68% del voto a favor de una continuidad de políticas públicas diciendo no al “cambio verdadero”. La izquierda tiene el camino de la moderación marcado y abierto, pero no llegarán ahí con sus socios izquierdosos.
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