Por León Krauze
En Estados Unidos, la estrategia de unos y otros está clarísima también. Los republicanos intentarán vender la imagen de Barack Obama como un líder débil e inexperto. La fórmula “líder fuerte/líder débil” es un recurso habitual en la política electoral estadunidense. Esa fue, por ejemplo, la línea narrativa principal de Ronald Reagan frente a Jimmy Carter. Desde hace tiempo, los republicanos han tratado de aprovechar la juventud de Barack Obama para retratarlo como un presidente no solo inexperto, sino débil. En el marco de la primavera árabe, los republicanos acusaron a Obama de dejar que otros países encabezaran el esfuerzo diplomático en la región: “Está mandando desde la retaguardia”, se quejaban los conservadores. Lo mismo ocurre con la economía y hasta con algunos libros que, justo a tiempo para las elecciones, han aparecido retratando a Obama como un amateur, un hombre superado por las circunstancias, un “líder débil”.
¿Y los demócratas? La narrativa que el equipo de Barack Obama tratará de imponerle a Mitt Romney es, también, muy evidente. Y no tuvieron que echarle demasiada cabeza: la biografía de Romney ha demostrado ser una mina de oro. Durante años, Romney se dedicó a ejercer precisamente el tipo de capitalismo rapaz y descarnado que ha impulsado buena parte de la indignación de movimientos como Occupy Wall Street y otros por el estilo. Como directivo de la firma de inversión Bain Capital, Romney se convirtió en una especie de villano hollywoodense, desmontando empresas y revendiéndolas, muchas veces en detrimento de miles de empleados. Por si fuera poco, Romney se ha negado a entregar todas sus declaraciones de impuestos y ahora ha sido acusado de haber tenido no solo cuentas en bancos suizos, sino capital en paraísos fiscales como las Islas Caimán. Su fortuna personal rebasa los 250 millones de dólares. Además, el candidato ha regalado a sus rivales incontables tropiezos verbales, como cuando apostó diez mil dólares así como así con Rick Perry durante un debate. Tampoco ayuda el hecho de que la mujer de Romney practique eldressage, o vals ecuestre (el caballo de la señora Romney irá a las Olimpiadas). Así, en cierto sentido, Romney se ha definido solo. Es Gordon Gekko convertido en candidato presidencial, como lo describiera con maestría David Weigel en la revista digital Slate. Así, la disyuntiva está clara para los electores estadunidenses: el líder débil e inexperto o el buitre capitalista.
Serán cuatro meses muy divertidos.
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