El gran perdedor
Luis M Cruz
1.El gran perdedor.
Si Andrés Manuel López Obrador hubiese
reconocido el veredicto de las urnas, como es usual en la democracia, en donde no siempre se gana todo como tampoco
se pierde todo, hoy sería el gran demócrata, alzándose con gran
autoridad moral en la primera fuerza de la oposición que será el PRD dentro de
la coalición de izquierdas.
Sin embargo, al empeñarse en la eterna
hipótesis del complot en su contra, donde 7 de cada 10 ciudadanos mexicanos que
no votaron por él o son
corruptos o vendieron su voto o son masoquistas o cualquier
otra reducción al absurdo, en realidad el señor López habrá de ser, otra vez,
el gran perdedor de las elecciones presidenciales mexicanas.
Conforme a sus planteamientos, tras seis
años de campaña, armó el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) con el
que obtuvo la representación en más del 90% de las casillas electorales; no
obstante lo cual, otra vez, al no serle favorables los resultados reportados en
el conteo rápido, en el Programa de Resultados Electorales Preliminares y en el
cómputo distrital, que a diferencia de las encuestas preliminares y de salida
son técnicas censales, vuelve a escucharse la no aceptación de los resultados.
En sentido estrictamente formal, tiene razón
en algo, el proceso electoral aún no ha terminado, estando en curso la fase
jurisdiccional, que es cuando los partidos y candidatos desahogan los recursos
legales disponibles para realizar aclaraciones o impugnar los resultados.
De esta forma, el proceso electoral culmina
cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación realiza la
declaración de validez de las elecciones, lo que, en el caso de la elección
presidencial, ha dicho que dispone hasta el 6 de septiembre. Pero ello no
inhibe que reconozca los resultados cundo es a todas luces evidente que no le
son favorables.
En todo el mundo, al conocerse los
resultados con los instrumentos de conteo establecidos en la ley y realizados
también por los medios de comunicación y los propios partidos y
candidatos, cuando los resultados se perfilan, los candidatos se adhieren a los
mismos; lo inusual es que quienes van abajo en los mismos desconozcan
todo lo anterior: los resultados, a las autoridades electorales, a los otros
contendientes y hasta a los ciudadanos que votaron por otras opciones.
El conteo rápido, el PREP y hasta el
reconteo de votos de los cómputos distritales han arrojado prácticamente los
mismos datos: el ganador de las elecciones es quien todas las encuestas
preliminares tuvieron como puntero, el candidato de la coalición Compromiso por
México, Enrique Peña Nieto, con el 38.21% de los votos efectivamente emitidos y
contados; el segundo lugar le corresponde al candidato de las izquierdas, el
proverbial señor López, con el 31.59% de los sufragios; en tercer sitio se
ubica la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, con el 25.41% de las opciones,
y en cuarto y último, Gabriel Quadri, abanderado del PANAL, con el porcentaje
escasamente suficiente para mantener el registro de este partido, 2.29%.
En una situación así, en cualquier parte del
mundo, los candidatos suelen
reconocer los resultados y aceptar las responsabilidades que
ellos les asignan: a unos, gobernar; a otros, ser oposición y control del
gobierno, según corresponda.
2.Las causales de nulidad.
La ley, conforme a las reformas electorales
aprobadas en 2007 por todos los partidos en el marco de la reforma del Estado,
prevé específicamente tres causales de nulidad de las elecciones: una, que el
25% de las casillas electorales no se hubieren instalado, cosa que no sucedió y
por lo tanto, no aplica; dos, que hubiera irregularidades sustantivas que
llevaran a la anulación del 25% de las casillas instaladas, cuestión que, una
vez realizado el reconteo de varios miles de casillas, no sucedió pues ni siquiera
una casilla fue anulada.
Y tres, que el candidato ganador no fuera
elegible, sea por tener algún proceso judicial en su contra y se hubiere
librado orden de aprehensión, por no ser mexicano, por no tener la edad
requerida o por ser alto funcionario sin haber renunciado con seis meses de
antelación.
En esta ocasión ninguno de los supuestos se
cumple. No habrá, por lo tanto, sustento a la demanda de nulidad de las
elecciones, como no fuera el exigirle al Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación la apertura y reconteo del resto de los paquetes electorales y
que éste encontrara elementos suficientes para proceder en tal sentido.
Por lo demás, las situaciones en las que el
señor López sustenta sus exigencias resultan verdaderas perlas del absurdo. En
esencia, son tres: una, que las casas encuestadoras sesgaron el sentido de la
votación al haber sobreestimado las preferencias electorales por el puntero;
dos, que se realizó una compra masiva de votos, de millones de votos, que
llevaron a los resultados que le son desfavorables y se excedió el tope de
gasto de campaña permitido por la ley que es de 336 millones de pesos o bien el
techo de financiamiento privado, que es de 10% del monto anterior, unos 34
millones de pesos (es de suponer que eso no sucedió en las elecciones
favorables al PRD en el Distrito Federal, Morelos o Tabasco); y tercera, que
los medios electrónicos, sobre todo las televisoras, actuaron concertadamente
para imponer al ganador.
Es fácil percibir que lo general y laxo de
las imputaciones lleva a la imposibilidad de su demostración y sostenimiento
con pruebas suficientes como para que el Tribunal Electoral aplicara una causal
como para anular la votación del 25% o más de las casillas computadas.
En la lógica del fraude anticipado con la
que Andrés Manuel cerró su campaña, si no ganaba, se habría consumado el
complot de una impresionante mayoría que no votó por él. De ahí que quede
frente a la disyuntiva de ser el líder de la segunda fuerza electoral del país
o bien, vivir otros seis años de los recursos que muy opacamente le provee una
asociación-charola llamada Honestidad Valiente A.C.,
cuestionando la legitimidad de las autoridades electas o encabezando la
inconformidad organizada en Morena y en el YS132.
3.El debate de las encuestas.
En lo que se refiere a las casas
encuestadoras, la opinión pública las ha juzgado duramente, como si éstas
debieran haber “atinado” al resultado o fueran augures con la capacidad de
predecir el futuro. En las encuestas no hay augurios, es uno de los supuestos
sobre las que se construye la investigación de las preferencias de todo tipo.
Lo que puede apuntarse son tendencias y en
ese sentido todas las encuestas, salvo las que realizó para sí mismo el señor
López, apuntaron correctamente a los resultados: existió un puntero de
principio a fin, sin que se haya detectado un solo punto de cruce entre primer
y segundo lugar a lo largo de toda la serie de mediciones.
Existió un segundo lugar, que sí rebasó a
quien finalmente quedó en tercero. El señor López fue segundo lugar con una
holgada diferencia respecto del primero y también del segundo, es decir, es un
segundo lugar nítido. Rebasó allá por el mes de mayo a quien hasta
entonces marchaba en ese sitio, la candidata presidencial oficial, la señora
Vázquez Mota.
La disputa más fuerte sucedió entre el
segundo y tercer lugares, prevaleciendo al final el desplome de la opción
electoral del PAN y del actual gobierno, quizá el juicio más duro que los
electores pueden hacer en la democracia mediante el llamado “voto de castigo”,
que echa del poder al partido gobernante pero también le lanza hacia el tercer
sitio entre las fuerzas políticas nacionales, amén de sacarlo del poder en
numerosos estados, municipios y delegaciones políticas del Distrito Federal que
gobernaba.
Emblemáticamente, perdió Jalisco y Morelos
ante el PRI y el PRD, respectivamente; perdió las delegaciones Miguel Hidalgo y
Cuajimalpa, y hasta el simbólico municipio de León, cuna del sinarquismo, será
ahora gobernado por el PRI. Alguien en el PAN señalaba que, al menos por
ahora, la ciudadanía no los quiere.
Al menos por ahora, esto parece ser cierto,
no obstante lo cual el PAN se apresta a asumir el rol que habrá de
corresponderle en lo que sigue, que es integrar y garantizar las mejores causas
del país como una oposición responsable que habiendo perdido, aún no lo ha
perdido todo.
4.El juicio a las encuestas.
La dureza de la opinión pública con las
casas encuestadoras proviene de algo que ya había sido señalado por muchos,
entre los que me incluyo, y es que se perfilaban nítidamente dos grupos de
encuestas: aquellas que, financiadas por medios de comunicación, otorgaban una
gran holgura entre el primer y segundo lugares entre 15 y 19 puntos, incluido
el tracking diario de GEA/ISA; y el otro grupo, con apreciaciones más
conservadoras, encargadas por grupos con intereses particulares muchos de ellos
partidistas, que cerraban la brecha en un intervalo de cuatro a 11
puntos.
Paradójicamente, según se dice, quien le “atinó” al resultado
fue Berumen, quien al corregir el sesgo de la interpretación al levantamiento
que había hecho para un grupo de intelectuales de izquierdas, estimó un
diferencial de seis puntos a favor de Peña Nieto.
¿Son las encuestas un instrumento de
propaganda? ¿Se justifica que sean el punto de referencia para juzgar la
viabilidad de las distintas candidaturas? La respuesta a ambas interrogantes es
afirmativa, puesto que las encuestas son en realidad instrumentos predictores
que sirven para construir futuribles y por ende, tomar decisiones que lleven a
incentivar o impedir esos futuribles.
De ahí la tentación de partidos y candidatos
para manipular las encuestas. Suelen cargarse encuestas a modo, y suelen surgir
también encuestas “patito” realizadas por casas casi espontáneas, con la clara
intención de influir en la percepción de los electores y finalmente en su
intención de voto. Así, el que todas las encuestas financiadas por los medios
de comunicación impresos o electrónicos hubiesen otorgado un amplio gap entre
el primero y segundo lugares tendía a afirmar la percepción del triunfo
inevitable del primero. Y, en contraparte, aquellas encuestas que achicaban la
diferencia estarían buscando influir en lo contrario, es decir, en que la
brecha se estaba cerrando y el primer lugar sería alcanzado y quizá rebasado en
algún momento.
Ambas cuestiones podrían obrar en el
anecdotario o bien llevar a las empresas demoscópicas a revisar sus
metodologías para evitar la sobreestimación de resultados, así como existe la
corriente controladora, que quisiera acotar la influencia de las encuestas en
las campañas, algo en lo que han abundado los propios responsables de las
casas encuestadoras.
Quizá la respuesta fuera en el sentido de
atender correctamente a la cifra de rechazo, es decir, aquellos a quienes se
pretende entrevistar en una muestra representativa que no quieren responder, y
que en muchos casos llegó al 40%; en la manera en que quienes rechazaron
contestar fueron reemplazados podría residir el por qué la interpretación de
resultados sobreestimó al PRI.
La otra, más sencilla, es que, no siendo las
encuestas una bola de cristal, finalmente uno de los dos efectos buscados
prevalece y los electores cambian de parecer en el último momento; es decir,
habría tenido más éxito el efecto del “cierre de la brecha”, apostando un
importante número de los electores indecisos a aquella opción que podría
alcanzar o rebasar al puntero.
Todo esto puede suceder, pero sólo en el
mundo de las encuestas. Al final, lo único que cuenta y se cuentan son
los votos y el sentido de éstos corroboró lo que todas las encuestas, aún la de
cabecera del señor López (Covarrubias y Asociados) venían anticipando: hubo un
puntero de inicio a fin, quien ganó con una holgada diferencia de casi siete
puntos, que representan unos 3.5 millones de votos.
Sobre estas bases es que Enrique Peña Nieto
será el próximo Presidente de México. Falta saber si Andrés Manuel será
el líder de la segunda fuerza electoral o, de insistir en desperdiciar su
capital político, deje a otro ocupar su lugar.
5.El juicio de los mercados.
Tanto el exterior como los mercados dan por
descontado ya el resultado de las elecciones mexicanas. Hubo una
importante delegación de observadores extranjeros, integrada tanto por
embajadores como por corresponsales y representantes de la ONU y de la OEA, que
dieron fe de la legalidad
y certeza de las elecciones mexicanas.
Por ello, los principales gobiernos del
mundo han felicitado al ganador, Enrique Peña Nieto, y los mercados también han
emitido su veredicto: se comportan con normalidad, la normalidad que deriva de un proceso electoral confiable, una
previsible transición ordenada de gobierno y un futuro gobernante en cuya
oferta electoral no es previsible eche por tierra los fundamentos económicos ni
la viabilidad futura del país, apostando además, por una agenda
de reformas importantes en su programa de gobierno.
De esta forma, según el último reporte de la
Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector
Privado levantada por el Banco de México, se anticipa un crecimiento anual del
Producto Interno Bruto para el cierre de 2012 del 3.72% y un crecimiento del
3.42% el próximo año.
En contrapartida, la inflación se ha
disparado como resultado de una disminución
en la oferta de productos agropecuarios, sobre todo por las
prevenciones sanitarias resultantes de la detección de un brote de gripe
aviar en granjas de Jalisco, que han elevado el precio del pollo y huevos, con
lo que existe un repunte inflacionario hacia el 4% en la estimación de Banxico
(que significa, otra vez, un 30% en los precios al consumidor).
Entre las principales cuestiones que a
juicio de los especialistas económicos podrían limitar la actividad económica
en los próximos meses, no figura la cuestión política, que se da ya por
zanjada; por el contrario, los temas que preocupan son:
- La inestabilidad financiera internacional (28% del total de respuestas) habida cuenta la insolvencia de Grecia y los problemas de España e Italia, con sobrecarga fiscal, así como la inminente elección norteamericana que pondrá a prueba el acuerdo fiscal que vence en enero próximo y que, de no aprobarse alguna otra medida, supondrá recortes automáticos en el presupuesto federal que pondrán a temblar al resto del mundo al ser de facto una contracción de la actividad económica en aquél país.
- La debilidad de los mercados externos y de la economía mundial (26% de las respuestas). Como consecuencia de la recesión de Europa y la desaceleración observable en la economía de Estados Unidos, además de la oleada proteccionista de la cual Argentina es tan sólo la última expresión, el año próximo podríamos estar asistiendo a una contracción de la economía mundial.
- Los problemas de inseguridad pública (el 19% de las respuestas); con mucho, la inseguridad prevaleciente en el país sigue siendo una preocupación fundamental. Resolverla implicará necesariamente un cambio de terreno que, ha anticipado el candidato ganador de las elecciones, irá por resultados medibles en la reducción del nivel de violencia actualmente observable.
Por último, los especialistas económicos
consultados consideraron indispensable, para alcanzar mayores niveles de
inversión (o sea, incentivos), el asumir una serie de cambios estructurales
entre los que destacan: la reforma del sector energético; reforma fiscal;
mejorar la seguridad pública; mejora del marco regulatorio y desregulación, así
como la reforma laboral.
Todos ellos, temas que figuran en la agenda
de cambios ofertada por el candidato ganador, Enrique Peña Nieto. De esta
forma, para el exterior y los mercados, la
cuestión electoral se considera zanjada, siendo realmente muy
poco probable que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
cambiara lo que los votos han definido.
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