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POTRERO LIBERTARIO
23 julio, 2012
El PAN y la hipocresía
El PAN y la hipocresía
Juan Ramón Bustillos
No hay un diagnóstico de la amarga derrota del 1 de julio
En agosto, el PAN decidirá su futuro.
No hay claridad; sólo se advierte que Felipe Calderón pretende controlarlo por interpósita persona y que Josefina Vázquez Mota considera que los 12 millones de votos que obtuvo en los pasados comicios son suyos.
Los panistas, por lo menos los de la cúpula, no tienen, siquiera, un diagnóstico de la amarga derrota del 1 de julio.
Se pierden en la retórica.
En una carta firmada por Luis H. Álvarez, Felipe Calderón, Luis Felipe Bravo Mena, Germán Martínez y César Nava hablan de causas endógenas y exógenas.
Las endógenas “son las relativas a la militancia, la apertura a la ciudadanía, la selección de candidatos, el financiamiento, la estructura y los mecanismos de rendición de cuentas. Estamos convencidos de que estos son los ámbitos de la vida interna del partido que requieren nuestra atención más urgente”.
Y las exógenas: “Se trató de un proceso marcado por la inequidad, en el que se dieron abusos en los gastos y en los presupuestos por parte de los gobiernos de otros partidos. Fuimos testigos, una vez más, de las prácticas autoritarias del PRI y del PRD, así como de la injerencia de los medios de comunicación.
Y, qué duda cabe,
también sufrimos traiciones
que nos hicieron gran daño”.
Los ex jefes nacionales ejercen autocrítica, si bien sólo por encimita: “A nivel interno, todos tenemos parte de responsabilidad en los resultados: El partido, la campaña, los gobiernos panistas”.
Desde luego, proponen un nuevo modelo del partido y una reforma estatutaria.
Bien por ellos, pero ¿por qué no abordan a detalle lo que ocurrió en los últimos años, en especial en las semanas en que se definió la candidatura presidencial y en los tres meses de campaña?
Es evidente que, a partir del liderazgo de Germán Martínez, el PAN
cambió de rumbo y que, definitivamente, lo perdió con César Nava. El mandato de Madero ha sido de carcajada
, más por los poderes instalados sobre el suyo que por él mismo.
Apena que, ahora mismo, el Presidente de la República y el líder nacional disputen, a lo ancho del territorio nacional, el control de un partido al que los abajo firmantes de la carta convirtieron en tercera fuerza electoral.
Con excepción de Luis H. Álvarez, el resto de firmantes del pliego de buenas intenciones es responsable de la debacle, se llaman traicionados y, aunque no le ponen nombre al Judas, es evidente la referencia a Vicente Fox.
Quizás tengan razón, pero
se traiciona más cuando, desde dentro, se combate la candidatura natural
y se le abandona en la guerra que con el individuo solitario que con su poco prestigio se pronuncia por el realismo, como ocurrió al ex presidente.
Quizás el mayor acto de lealtad que los firmantes de la carta de reforma partidaria podrían hacer al PAN sería archivar sus buenas intenciones y retirarse a la vida privada.
Bravo Mena aceptó, en el Estado de México,
una candidatura para la que no estaba preparado
; Germán Martínez involucró, sin éxito, al crimen organizado en los procesos electorales; César Nava entabló alianzas con el PRD sólo favorables a éste, negando la realidad del 2006,
y Felipe Calderón abandonó a Josefina por el pecado de aplastar a Cordero.
Si de refundar al PAN se trata, a otros corresponde emprender la tarea; los abajo firmantes ya tuvieron su oportunidad y lo único recordable es que perdieron lo ganado por el “traidor” Vicente Fox.
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