09 julio, 2012

“Es el punto y final de la carrera de López Obrador como líder de la izquierda”

“Es el punto y final de la carrera de López Obrador como líder de la izquierda”

  Por: Martha Colmenares 
Tendremos show para rato ¿será que no le da pena? El Peje Andrés Manuel López Obrador, el candidato de izquierdas no reconoció la victoria del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, algo que no debe sorprender, como los lectores saben era una convencida de que ocurriría. Me encuentro con un buen artículo donde se hace un análisis de esta situación. “Haber impugnado los resultados de las elecciones del 1 de julio es una apuesta muy fuerte que podría conducirle al final de su larga trayectoria. Su actual apuesta además es muy arriesgada. Impugnar la votaciones e intentar movilizar a la población, como en 2006, pueden cavar su tumba de forma definitiva…”. El futuro político de López Obrador y de la izquierda mexicana
Por Rogelio Núñez

Tuitéalo
Manuel López Obrador vive los días decisivos para su futura carrera política. En juego está si AMLO se convierte en un juguete roto de la política o consigue mantenerse como referente de la izquierda mexicana. Haber impugnado los resultados de las elecciones del 1 de julio es una apuesta muy fuerte que podría conducirle al final de su larga trayectoria.

Su actual apuesta además es muy arriesgada. Impugnar la votaciones e intentar movilizar a la población, como en 2006, pueden cavar su tumba de forma definitiva ya que aleja de sí mismo al votante de centro que teme el riesgo para la gobernabilidad que significan sus posturas.
López Obrador sigue insistiendo en que la victoria de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional “fue totalmente falsificada” por la compra de votos: “cada vez tenemos más elementos para sostener la hipótesis de que la elección presidencial la compraron los que no quieren el cambio en nuestro país, es una elección que tiene esa característica, es una vergüenza nacional, por eso estamos trabajando para ver cuánto dinero implicó esta operación inmoral (…) desde luego que, los operadores principales de este operativo de compra de votos fueron los gobernadores (del PRI), de eso ya lo puedo sostener, de que la elección fue totalmente falsificada.”
El techo de López Obrador
En las pasadas elecciones presidenciales Andrés Manuel López Obrador ha demostrado que tiene un techo electoral muy bajo que no es capaz de romper. Ha sumado más de 1 millón de votos más que en 2006, pero ha pasado de reunir el 35,33% del respaldo electoral de hace seis años al 31,59% en 2012. Este año ha caído en casi cuatro puntos pese a sumar más de 15.896.999 de votos frente a los 14 millones 756 mil de hace un sexenio.
López Obrador no ha conseguido captar el voto de desencanto y rechazo al PAN cuya hemorragia de votos ha beneficiado al PRI. Ni su estrategia radical en 2006 ni la actual aparentemente más moderada le han servido para alzarse con la victoria.
Su apelación al voto moderado con propuestas como “la república del amor” no ha sido creíble sobre todo cuando, tras la celebración de los comicios, ha optado por deslegitimar el sistema.
El presidente de México, Felipe Calderón, cree que el comportamiento del candidato del Movimiento Progresista demuestra que en realidad no había cambiado nada en seis años: “era predecible, incluso antes de que se celebraran las elecciones presidenciales”.
Efectivamente, hace seis años quedó a medio punto del ganador y en 2012 ha quedado mucho más lejos, a más de seis.
Una razón para que esto haya ocurrido la aporta el Catedrático de Ciencia Política, Manuel Alcántara quien analizó para Infolatam la actual situación de la izquierda mexicana: “López Obrador ha derrochado el capital político que acumuló en 2006 y en este sexenio no ha trabajado para construir una plataforma política que se convierta en una seria alternativa al panismo y al priismo”.
En esa misma línea, Leo Zuckerman en el diario Excelsior señalaba que “ha evitado hablar de movilizaciones pero dejó abierta esta posibilidad en la medida en que las instituciones no actúen como él quiere. Es la misma estrategia de 2006, la de semilealtad con las instituciones: utilizarlas cuando le convienen y rechazarlas cuando no. Por eso AMLO es el personaje más predecible de la política mexicana. Aunque haya firmado mil 500 pactos asegurando que respetaría el resultado de la elección, ya sabíamos que no lo haría: porque, por definición, un líder semileal a las instituciones nunca pierde, siempre le roban”.
Incluso, López Obrador se comprometió días antes de los comicios a respetar los resultados pero no tardó ni 48 horas en desmentir ese compromiso y renegar del pacto de civilidad suscrito ante el IFE: “ese acuerdo nosotros lo estamos respetando y ellos lo violaron y me gustaría que se leyera, porque se habla de que nosotros no cumplimos con ese acuerdo y estamos cumpliendo al pie de la letra ese acuerdo, pero hay en ese acuerdo compromisos que tienen que ver precisamente con el no utilizar dinero del presupuesto para comprar votos y eso en particular lo están violando”.
El analista político Ricardo Alemán considera que “la promesa que hizo ante empresarios el propio Andrés Manuel López Obrador –de que si perdía la presidencial se retiraría a su rancho de descanso conocido como “La Chingada”–, tendrá que esperar para un mejor momento. ¿Por qué?. Porque un renovado López Obrador –revitalizado por la segunda derrota presidencial al hilo–, mandó decir a sus leales, escuderos y generales, que no hagan cuentas alegres; que nada de pensar en el retiro, que va por su tercera candidatura presidencial y que, apenas iniciado el tres de julio, arrancaba la nueva guerra contra los mismos molinos de viento de 2006; contra el fraude, contra los medios, contra el IFE y… contra todo lo que se mueva, porque en el fraude habrían participaron hasta el espíritu santo”.
Ebrard, la esperanza de la izquierda moderada
Dentro de su propio partido, el PRD, López Obrador tiene casi más enemigos que fuera. El grupo que domina el perredismo, los llamados Chuchos, son anti-López Obrador. De hecho, dirigentes de ese sector, como Jesús Ortega, ya han advertido de que no deberían “cometer el error de 2006. No podemos aislarnos en un oposición sistémica, sino que debemos ser actores en los acuerdos y las negociaciones de las reformas progresistas que necesita el país”.
Y además, en los últimos años, ha ido emergiendo dentro de la izquierda un candidato alternativo, exitoso y moderado, Marcelo Ebrard.
Si AMLO ha sido derrotado a escala nacional, Ebrard puede presumir no solo de que su candidato a sucederle al frente del gobierno de la capital ha triunfado en el DF sino que ha arrasado.
Miguel Ángel Mancera superó el 60 por ciento de los votos y aventajó en más de 40 puntos a Beatriz Paredes del PRI en la lucha por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
Mancera explicó que haber logrado un triunfo con un margen tan amplio para el Movimiento Progresista se debió al trabajo que se ha hecho en otros gobiernos, desde Cuauhtémoc Cárdenas hasta Marcelo Ebrard, pasando por Andrés Manuel López Obrador: “la campaña fue de mucha cercanía, me gusta andar en la calle con la gente, escuchando la problemática y eso funcionó bastante bien”.
Los intelectuales situados en la izquierda, como Enrique Krauze tienen claro que “si Marcelo Ebrard hubiera sido el candidato hubiera ganado las elecciones. Se lo aseguro”. Y cientistas políticos como José Antonio Crespo no tienen dudas de que ya es el líder de la izquierda pues “es un político moderado, conocido en todo el país y creo que podría haber tenido un mejor desempeño que AMLO en las elecciones”.
Ebrard, por el momento, se mantiene en silencio y en un segundo plano pero la realidad es que ya se ha convertido en el hombre clave para entender por donde va a ir la izquierda mexicana en los próximos años. En palabras de Alcántara a Infolatam ” es el punto y final de la carrera de López Obrador como líder de la izquierda. Es el momento de Ebrard, quien encarna la izquierda moderna”.

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