Cuba-Venezuela 2012-02-05
¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!
Carlos Alberto Montaner
La
diputada opositora venezolana María Corina Machado le reprocha a Fidel
Castro los 110.000 barriles diarios de petróleo que su país le entrega a
Cuba sin esperanzas de cobro.
María Corina Machado le ha escrito una carta abierta a Fidel Castro que
ha estremecido el ciberespacio. Debo haberla recibido trescientas veces
desde que comenzó a circular por internet. No tiene desperdicio.
María Corina es una atractiva ingeniera venezolana de 45 años, experta
en cuestiones empresariales, diputada de oposición, madre de tres hijos y
candidata a encabezar a los demócratas de su país en las elecciones
primarias del 12 de febrero próximo, fecha en que la oposición elegirá
entre cinco políticos a la figura unitaria que deberá enfrentarse a
Chávez (si está vivo en esa fecha) en los comicios del 7 de octubre
próximo.
Recientemente, la señora Machado adquirió notoriedad internacional
cuando interrumpió y respondió contundentemente al maratoniano discurso
del presidente Chávez ante la asamblea legislativa. No obstante,
Henrique Capriles Radonski, gobernador de Miranda, se mantiene al frente
en todas las encuestas que he visto, seguido de cerca por Pablo Pérez,
joven gobernador de Zulia.
A propósito de la intervención de la diputada, Fidel Castro, en uno de los texto que suele publicar bajo el título de Reflexiones,
entró en el debate venezolano atacando a María Corina y defendiendo a
su discípulo Chávez de la acusación de "ladrón", tarea imposible, dado
el grado de corrupción e impunidad que se observa en el país.
Según Transparency International, la organización que mide los niveles de corrupción en el sector público mundial, en el ranking
de los 176 países escrutados, Venezuela ocupa el 164. Es el país más
podrido de América Latina. Más, incluso, que Haití (146), la segunda
nación más corrupta de la región. Dato que le da la razón a la diputada y
compromete la honra del presidente Chávez: si no lo impide, es porque
ésa sería su ilegal forma de ejercer el poder, o, si no lo persigue,
porque no está enterado, en ambas situaciones se demostraría que no debe
seguir al frente del país.
En todo caso, el entusiasmo de los venezolanos por la carta de la
diputada a Fidel Castro no es por lo que ella le dijo a Chávez, sino por
lo que les dice "a los cubanos". María Corina le reprocha al Comandante
los 110.000 barriles diarios de petróleo que su país le entrega a Cuba
sin esperanzas de cobro. Le recuerda las numerosas operaciones
fraudulentas de ventas internacionales a Venezuela trianguladas a través
de La Habana sin otro objeto que el de engordar las arcas cubanas a
costa del sacrificio de los trabajadores venezolanos. Condena la grosera
injerencia de la policía política y el ejército de la Isla en su rica
colonia sudamericana, pero le advierte a Fidel Castro que no debe
olvidar cómo, en el pasado, cuando el régimen cubano infiltró guerrillas
y saboteadores en el país, los gobiernos democráticos de entonces y las
Fuerzas Armadas Nacionales derrotaron totalmente esos intentos
subversivos, algo que volverá a suceder en el futuro.
La popular acogida a la carta de la diputada demuestra la profunda
molestia de los venezolanos con el tipo de relación metrópoli-colonia
establecida entre Cuba y Venezuela por decisión de Hugo Chávez, incluso
contra el criterio de muchos chavistas que ven esos vínculos como un
hecho humillante e inexplicable.
Es la primera vez en la historia que una nación más rica, poderosa,
grande, poblada, desarrollada y educada, se subordina voluntariamente a
las órdenes e intereses de otra más pobre, marginal y fracasada que la
explota inicuamente.
Y ésta no es una percepción política de la oposición, sino un lógico
sentimiento popular expresado de múltiples maneras. En YouTube existe,
para cualquiera que desee verlo, un video amateur recientemente
filmado en el aeropuerto de Maiquetía (Caracas), que refleja ese
profundo sentimiento anticubano germinado en el corazón de los
venezolanos.
Se trata del colérico recibimiento a una nutrida delegación cubana que
llegaba a Venezuela vistiendo camisetas con el rostro del Che Guevara.
De pronto, espontáneamente, primero unos pocos, luego decenas, más tarde
centenares, empleados, viajeros y acompañantes, los venezolano
comenzaron a gritar ¡Fuera¡ ¡Fuera¡ ¡Fuera¡ ante la perplejidad de unos
cubanos que no sabían que los recibirían a gritos, con la furia que
muestran los siervos ante los amos cuando llega el momento de la
liberación.
Para Raúl Castro, el fin del chavismo, ya sea por defunción del
teniente coronel o por una derrota política imparable, significará un
peligroso descalabro económico y político. Ni siquiera puede descartar
una especie de operación Dunkerque caribeña, evacuación urgente de
decenas de miles de cubanos enquistados en la maquinaria pública
venezolana a los que habría que proteger de la ira popular. Si eso
sucede, ya sabe que los cubanos se irán escoltados por un grito visceral
que los venezolanos han estado ensayando a todo pulmón: ¡Fuera¡
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