REMEMBRANZAS
LIBERTARIAS
IDI AMIN
CHAVEZ
Ricardo
Valenzuela
Al momento
que este escrito aparezca publicado, se habrá consumado un evento político que
ni el mismo Federico Fellini hubiera podido crear. Espero equivocarme pero no
lo creo: Hugo Chávez, el troglodita venezolano, habrá consolidado el mortal
abrazo que, como las fieras al morder el cuello de sus presas, será el
corolario de la masacre económica, política y social de los venezolanos.
El evento será
la confirmación de una serie de letanías que he venido repitiendo durante años.
La democracia ha enterrado el concepto republicano para convertirse, primero,
en el mandato de la plebe y, segundo, el moderno instrumento de la nueva ola de
tiranos analfabetos. Entenderemos las palabras de Ames: “La democracia es un
volcán que oculta las fuerzas de su propia destrucción. Siempre produce una
erupción que arrasa todo a su paso. Su propensión es hacia donde los ambiciosos
quieren y los ignorantes creen anida la libertad.”
La caída
del muro de Berlín no fue solo el derrumbe del comunismo, fue también la
derrota del sistema nación-estado y el triunfo de la eficiencia. Fue el final
de esa era que se iniciara 200 años antes con la Revolución Francesa. Los
eventos ocurridos en 1789 proyectaron Europa hacia los gobiernos nacionales. La
caída del muro en 1989, marcaba la muerte del comunismo y la emergencia de las fuerzas
del mercado. Esas revoluciones, separadas por dos siglos, definen una era en la
cual el poder total residió en la nación-estado.
Los estados
han sido la norma de los últimos 200 años y esto nos lleva a ciertas interrogantes
¿En realidad el final de la guerra fría arrojaba un moribundo comunismo frente
a las democracias “generosas?” ¿Existen similitudes entre el socialismo y las
democracias que les permitieron ser los contendientes finales por la dominación
del mundo?
Después de
experimentar con infinidad de sistemas como monarquías, tribus, los papas,
sultanatos, ciudades-estados etc; Mucha gente se sorprendería al saber que una
compañía administradora de hospitales, con sus propias fuerzas armadas, pudo
manejar países durante siglos. Los caballeros teutónicos del hospital Santa
Maria de Jerusalén, después de 1228 administraron con eficiencia Prusia
oriental y varios territorios de Europa incluyendo Lituania y Polonia. Vino
entonces la revolución de las armas de fuego y fueron expulsados de sus
territorios ¿Por qué?
La
respuesta la encontramos comparando luchadores de sumo. Un participante sin ese
tonelaje y montañas de grasa no puede competir con los gigantes. Es solo efectividad
(producción total) no eficiencia (cantidad invertida vs resultado). En un mundo
de creciente violencia los sistemas que predominaron durante los siguientes
cinco siglos, fueron aquellos que facilitaban el mayor acceso a recursos requeridos
para provocar guerras en gran escala. Se luchaba por territorio.
Democracia
y Comunismo. Fraternales gemelos.
Afinando la
mirada nos daremos cuenta que ambos sistemas, portando gigantescos gobiernos,
establecieron draconianos controles sobre sus recursos. La diferencia ha sido
que las democracias aportan más para sus gobiernos que los sistemas
socialistas. En el socialismo el estado era propietario de todo, en los
sistemas democráticos se emplean incentivos movilizando fuerzas que producen
masivamente. Se permite que individuos ambiciosos y arriesgados adquieran
propiedad para generar riqueza. Después, cuando la riqueza ha sido creada, la
expropian a base de criminales impuestos y ello les permite seguir agigantando
sus gobiernos. Una elegante esclavitud.
Comparado
con el socialismo la democracia luce muy eficiente. Pero si la ubicamos al lado
de otros sistemas de creación de riqueza, como la genuina libertad de Hong
Kong, estas dadivosas democracias lucen como el más pobre de los mendigos y,
sobre todo, con futuros muy nebulosos. Cuando entendamos que el derrumbe del
muro de Berlín no fue solo la muerte del comunismo, entenderemos tampoco fue el
triunfo del estado democrático sino la muerte de su fraternal gemelo, el
socialismo comunista fallecido por achaques de la vejez.
Los mismos
eventos mega políticos que mataron el comunismo, serán las causas de la
destrucción del sistema democrático como lo conocimos el siglo pasado.
¿Quién
controla el gobierno? Pregunta Davison
Hay tres
tipos de competidores por esa atractiva presa. El primero grupo lo forman los gobiernos
controlados por propietarios. El caso más puro sería el de países como Brunei
en donde el Sultán es eso, su propietario, o naciones como Arabia Saudita, la
Cuba de los Castro y algunos aprendices en la sala de espera.
En el
segundo grupo están los gobiernos controlados por sus empleados, la fatal
burocracia. James Buchanan obtuvo el premio Nobel de economía con su teoría
Public Choice con la cual demuestra cómo los burócratas, lejos de ser los
sufridos servidores públicos, son una mafia que solamente chupa la sangre de
los países sirviendo a sus amos y a empresarios estatistas mientras abultan los
gobiernos.
Sin embargo,
poco hemos escuchado de gobiernos controlados por sus clientes. ¿Será porque ya
no existen? En la antigua Venecia estructuraron un gobierno con esas
características. Los comerciantes requerían de protección y pagaban por ella.
Pero pagaban sin buscar beneficios económicos como monopolios o concesiones.
Otros ejemplos fueron las antiguas repúblicas con franquicias limitadas como lo
fueran los EU a su nacimiento. En esa época se elegía a los gobiernos a base de
sufragio, pero solamente podían votar aquellos que pagaban por los servicios
del gobierno. Es decir, para poder votar había que trabajar y producir.
En un juego
sin cartas marcadas, los que producían riqueza elegían esos gobiernos
“protectores” limitando sus funciones. Mientras más ricos emergieran, más
cuantiosos eran los ingresos de los gobiernos y a los plebeyos que hacían
fortuna se les bautizó como burgueses. Eran admirados, promovidos, protegidos y
la aspiración de todo plebeyo era convertirse en burgués a base de trabajo y
oportunidad que, por primera vez en la historia, se les ofrecía a quienes no
eran miembros de la realeza.
Pero el
concepto republicano se corrompía dando vida a lo que tanto temía Jefferson, la
plebecracia. Los ricos dejaron de hacer sus fortunas a base de riesgo, trabajo,
sudor, para edificarlas en sociedad con esos gobiernos emanados de la
plebecracia en mercados controlados y protegidos. Los modestos empresarios, ajenos
al club de saqueadores, son odiados, atacados, expropiados. Los plebeyos ya no
quieren ser burgueses—palabra insultante—ahora quieren ser burócratas. Los
gobiernos ya no son elegidos por los que producen, ahora los elige la plebe que
no aporta y tampoco le interesa pasar el nivel de los burgueses a base de
trabajo.
En medio de
este venenoso potaje llegó Venezuela a estos comicios. Un país controlado por
su propietario, Idi Amin Chávez, la plebe, sus empleados y por Fidel Castro. Un
país donde los rufianes acosan a la gente que produce, un país sin ley. Un país
abandonado por los cobardes de la OEA, ONU y el resto de los países del mundo. Voy
a rezar esta noche por el futuro de mis hermanos de Venezuela.
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