Resulta que no, que la promesa
que hizo ante empresarios el propio Andrés Manuel López Obrador -de que
si perdía la presidencia se retiraría a su rancho de descanso conocido
como "La Chingada"-, tendrá que esperar para un mejor momento. ¿Por qué?
Porque un renovado López Obrador –revitalizado por la segunda derrota
presidencial al hilo-, mandó decir a sus leales, escuderos y generales,
que no hagan cuentas alegres; que nada de pensar en el retiro, que va
por su tercera candidatura presidencial y que, apenas iniciado el 3 de
julio, arrancaba la nueva guerra contra los mismos molinos de viento de
2006; contra el fraude, contra los medios, contra el IFE y... contra
todo lo que se mueva, porque en el fraude habría participado hasta el
Espíritu santo.
Y claro, la casa de descanso que heredó de sus mayores el señor López
-bautizada como "La Chingada", en Chiapas-, tendrá que esperar. No habrá
ni jubilación ni tregua. Eso sí, habrá un tercer intento por alcanzar
el sueño divino; ser Presidente. Y claro, quedaron en el olvido el amor y
los mensajes amables, la grandilocuencia y el ademán civilizado. Y es
que está de vuelta el animador estelar del circo político electoral
mexicano.
Y por lo pronto, de boca del mismísimo AMLO, toda la elección
presidencial de 2012 fue descalificada, enviada al diablo y considerada
como parte de un fraude generalizado. Claro, declaración que no resiste
la más elemental prueba de veracidad, salvo la opinión de los feligreses
del "mesías tropical", y de uno que otro "ternurita" despistado que
cree que vive en el México de la primera mitad del siglo pasado.
Por eso, el lopismo en pleno pidió -a gritos y sombrerazos-, que el IFE
diera la orden de abrir las 140 mil urnas y actas de casilla de toda la
elección. ¿Para qué? Para demostrar que manos perversas y políticos
pervertidos le arrebataron la victoria al bondadoso prócer del amor. Y
fue tan descomunal el desatino –de pedir abrir todos los paquetes-, que
nadie se opuso. ¿Por qué? Porque son mayoría los ciudadanos que creen
que no hubo fraude, y son muchos más los que saben que AMLO actúa con su
consabida deshonestidad.
Y es que una vez que se produzca el recuento y que se compruebe que no
hubo fraude, AMLO inventará otra mentira, como el cuento de las tarjetas
de Soriana, como la patraña de que hubo fraude en el PREP, que se
alteró el resultado y hasta que una mano divina bajó de las alturas para
cambiar el voto de los ciudadanos, a favor de EPN.
Lo cierto es que el señor López Obrador va por la venganza contra una
sociedad que no votó por él. De manera grosera, irresponsable y vulgar,
dijo que los 30 millones de mexicanos que no votaron por su causa,
sufragaron a favor de la corrupción. ¿Qué es eso, si no una grosera
agresión a la pluralidad, la diversidad y el pensamiento distinto?
Va por el desprestigio de todo el sistema electoral y por el descrédito
del Gobierno de Peña Nieto y, para ello ya inventó el cuento del fraude,
"ya les dio cuerda", de manera irresponsable, a los golpeadores
vestidos de estudiantes, ya sembró el veneno de que los periodistas y
los medios son parte del fraude -al extremo de que una irresponsable
organización como Reporteros sin Fronteras, emitió un locuaz comunicado
que más bien parece salido del cuartel de guerra de AMLO-, y si no fuera
suficiente, ya amenaza con la desestabilización económica, para
reventar el Gobierno de Peña Nieto.
Por lo pronto -y a manera de avanzada de lo que viene-, los leales de
AMLO mandaron al IFE a un piquete de golpeadores escudados en el juguete
de temporal del lopezobradorismo, los "ternuritas" del #132, que
rabiosos golpearon automóviles de consejeros del IFE -como el del
presidente Leonardo Valdés-, y lanzaron toda clase de improperios e
insultos a los trabajadores del IFE.
Luego vienen los plantones, los choques de dizque estudiantes y
ciudadanos -y probablemente contra policías-, al tiempo que continuarán
las agresiones a periodistas que no militan en la claque de AMLO y, al
final, veremos otro grotesco espectáculo como el de la toma de posesión
del "presidente legítimo", claro, llamado López Obrador.
Y para ello, la asamblea del grupo de choque en que se ha convertido el
#132, acordó en una reunión fast track -y con unas cuantas opiniones
groseramente manipuladas-, que desconocen a EPN como Presidente. En
pocas palabras, que el voto de casi 19 millones de mexicanos que
sufragaron por EPN, fue anulado por un puñado de locuaces activistas de
AMLO.
En el fondo, lo que estamos presenciando es la venganza del señor López Obrador, contra una sociedad que "le dijo no".
¿Es al que querían de Presidente? |
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