Le toca al PAN decidir nuestro futuro
Román Revueltas Retes
¿Vamos a seguir viviendo la misma historia? ¿Vamos a padecer la desalentadora y machacona reedición de los últimos tiempos políticos? En otras palabras, luego de 12 años de inmovilidad legislativa y mediocres crecimientos económicos debidos al obstruccionismo de los partidos de oposición ¿vamos a soportar un sexenio más de lo mismo? Y, la madre de todas las preguntas: ¿puede nuestro país soportar otra década de parálisis?La respuesta la tiene un PAN que, miren ustedes, en estos momentos no resiste tampoco la tentación de jugar el papel del mal perdedor: ya impugna, por ejemplo, las elecciones a gobernador de Yucatán a pesar de que el IFE no está obligado a revisar sus cuentas porque la diferencia entre al ganador y el perdedor no es de un punto porcentual sino sustancialmente mayor.
¿Estamos viendo entonces el comienzo de una estrategia integral de repudio al PRI? ¿Son estos los signos anunciadores de lo que nos espera en la esfera legislativa? ¿Estamos en los albores de otro largo período de montaraz encono partidista? Pues, de ser el caso, perdamos de una vez cualquier atisbo de esperanza y resignémonos a que las cosas, en México, sólo cambian para seguir igual.
Tenía yo cierta expectativa de que el PRI lograra un triunfo de “carro completo”. Y esto, a pesar de la posibilidad, nada despreciable, de que la soberbia de los ganadores les hiciera olvidar de un plumazo el colosal compromiso que hubieran adquirido con nosotros los ciudadanos.
Pero, no fue así: los mexicanos seguimos votando como lo hemos hecho últimamente: le hemos regalado un sufragio al presidente; pero el otro se lo dimos a la oposición para que pueda amarrarle las manos cada vez que se le ocurra enviar una iniciativa al Legislativo o que quiera promover un decreto.
Según nosotros —que no nos hemos enterado de que vivimos en un régimen no parlamentario, es decir, en un sistema donde no se pueden asegurar mayorías para gobernar eficazmente— esta es una buena solución. Y, bueno, ahora el PAN es el que tiene la palabra. Ustedes dirán
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