14 julio, 2012

Los Hermanos Musulmanes ponen sordina al apoyo de EE UU. Ricard González El Cairo


El presidente Morsi y la secretaria de estado Clinton, en El Cairo. / KHALED ELFIQI (EFE)

A pesar de la naturaleza histórica de la primera reunión entre una secretaria de Estado y un presidente egipcio islamista, Hillary Clinton no se encontró una alfombra roja a su llegada al aeropuerto de El Cairo, ni tampoco una pomposa recepción en el palacio presidencial. Y es que para el nuevo rais, Mohamed Morsi, su entrevista con Clinton representa a la vez un activo en su pulso con la junta militar y un riesgo para su popularidad entre la ciudadanía.

La visita de la jefa de la diplomacia estadounidense, que luego viajará a Israel para cerrar una gira que inició en Extremo Oriente, se interpreta como un espaldarazo por parte de Washington al traspaso de poderes a un Gobierno civil y democrático en el país árabe después de 60 años de dictadura militar. La entrevista pone de manifiesto la transformación en la política exterior de EE UU tras la revolución, pues hasta hace unos meses Washington prohibía cualquier contacto con miembros de los Hermanos Musulmanes, considerados simpatizantes del terrorismo islamista.
El apoyo convencido de la administración Obama a la transición a la democracia en Egipto es muy importante para Morsi, inmerso en una pugna para configurar el reparto de poderes entre la presidencia y la junta militar. El pasado domingo, el nuevo rais provocó una crisis institucional al promulgar un decreto que reinstauraba la Asamblea Popular, disuelta tres semanas antes por los militares en aplicación de una sentencia del Tribunal Constitucional.
Si bien el conflicto no está aún resuelto, todo parece indicar que el flamante presidente egipcio ha perdido el primer asalto de su combate contra los militares. Después de que el Constitucional reiterara la necesidad de disolver la Cámara baja por ser inconstitucional la ley electoral, y anulara el decreto presidencial, la oficina de Morsi emitió el pasado miércoles un comunicado en el que "acataba el veredicto de la justicia". El día antes, la propia Asamblea Popular ya había renunciado a provocar una escalada del conflicto al suspender su labor legislativa hasta que los tribunales aclaren su situación legal.
Puesto que los Hermanos Musulmanes rechazan el uso de la violencia, su pulso con la cúpula militar se juega en los tribunales y en la calle. No en vano, miles de militantes islamistas ocuparon el viernes la plaza Tahrir una vez más para expresar su apoyo a Morsi. La importancia para la cofradía de su popularidad entre la ciudadanía, recelosa del intervencionismo de Washington, explica la discreción que ha rodeado la entrevista de Clinton y Morsi.
Por ejemplo, es muy significativo que en la portada del sábado de su periódico oficial, Libertad y Justicia, no hubiera ninguna mención a la histórica reunión. Las bases islamistas necesitan un cierto tiempo para acomodarse a la transición de EE UU de enemigo del islam a nuevo socio de la Hermandad. No hace mucho que esta organización culpaba a Washington de todos los males del mundo islámico.
Varias organizaciones laicas consideran que existe una alianza entre Washington y la Hermandad para convertir Egipto en una teocracia
Una señal de los cambios profundos que experimenta Egipto es que el sábado no fueron los islamistas quienes convocaron protestas ante la Embajada de EE UU, sino varias organizaciones laicas que consideran que existe una alianza entre Washington y la Hermandad para convertir Egipto en una teocracia. El propósito de EE UU sería sembrar la discordia en la sociedad egipcia, debilitando así la nación árabe más poblaba. Y es que, en Egipto, ni el sentimiento antiamericano ni la propensión a creer en las teorías conspirativas son exclusivos de los sectores islamistas.
Por todo ello, en su rueda de prensa conjunta con Mohamed Kamel, su homólogo egipcio, Clinton insistió en repetidas ocasiones que el futuro de Egipto se encuentra en las manos de sus habitantes. La jefa de la diplomacia estadounidense dijo que EE UU apoya la transición a la democracia en el país árabe, y se limitó a aconsejar a sus instituciones “la búsqueda de consensos” para resolver la crisis actual.
Tras entrevistarse este domingo con Husein Tantaui, el presidente de la junta militar, la secretaria de Estado cerrará su visita al país árabe con un viaje a la ciudad de Alejandría, donde realizará un discurso en su prestigiosa biblioteca, e inaugurará el nuevo consulado de EEUU. También está previsto que Hillary se reúna en esta ciudad mediterránea con representantes de la sociedad civil egipcia.

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