Por Ricardo Alemán
La
imagen pareció inédita.
Juntos,
sonrientes, como grandes aliados de toda la vida, aparecieron los señores
Gustavo Madero y Jesús Zambrano, a la sazón jefes nacionales del PAN y del PRD.
Pero
aún más sorprendente que la insólita imagen, fue el grosero discurso que los
líderes de la derecha y las izquierdas le recetaron en plena cara al
respetable; a los electores. Promovieron el discurso de romper la legalidad, las leyes y las
reglas electorales, a causa de una ocurrencia sin fundamento;
la supuesta compra de votos.
Y
es que, como todos saben, Madero y Zambrano reclamaron al árbitro electoral que
no declare presidente electo a Enrique Peña Nieto, hasta en tanto no se
fiscalice el dinero gastado por el PRI y su candidato, en instrumentos
financieros, como los monederos Monex, que según los jefes de los partidos
antagónicos, son prueba de la compra de votos.
¿Y
por qué se debe insistir en que los señores Madero y Zambrano tratan de engañar
a los electores, cuando reclaman que el IFE debe fiscalizar el gasto electoral
del PRI, antes que declarar electo a Enrique Peña Nieto?. La respuesta tiene
muchas razones; todas ellas elementales.
Primero,
porque tanto Madero como Zambrano participaron –desde el poder legislativo--,
en la elaboración de las reformas electorales de 2007 que, entre muchas otras
cosas, cambio las reglas electorales para arrebatarle al IFE su carácter de
ciudadano y, con ello, dieron
lugar a las leyes que hoy reclaman.
Y
segundo, porque en el extremo de la ironía, resulta que Madero y Zambrano
también participaron –desde el Congreso--, en la reforma electoral tramposa que
le arrebató al Consejo General del IFE –a los consejeros, pues--, la tarea de
fiscalización de los procesos electorales.
Esa
tarea se le entregó a una instancia que no depende de los consejeros del IFE.
Por eso, cuando AMLO y sus leales –como el tinterillo y ex consejero del IFE
Jaime Cárdenas--, reclaman que el IFE fiscalice las supuestas trampas de la
elección –antes de declarar presidente electo a Peña Nieto--, en realidad están
desconociendo la reforma que ellos mismos aprobaron en el Congreso.
Y
claro, según el mandato legal, el resultado de la fiscalización del IFE se dará
a conocer por allá del mes de enero de 2013, cuando Peña Nieto ya este
despachando en Los Pinos, como presidente de los mexicanos, en tanto que para
esas fechas acaso Madero y Zambrano ya no sean ni dirigentes del PAN y del PRD,
respectivamente.
Por
eso, una vez aclarado que el fondo de la alianza entre azules y amarillos no es
por la supuesta fiscalización de las presuntas trampas en que habrían incurrido
el PRI y Peña Nieto, entonces la pregunta debe cambiar de dirección. ¿Qué es lo
que, de manera inexplicable, mantiene unidos al PAN de Gustavo Madero y a las
izquierdas de Andrés Manuel López Obrador?. Otra vez la respuesta está a la
vista de todos.
ES LA POLÍTICA, ESTUPIDOS.
En
efecto, lo que se juega en las estrategias que han seguido tanto la derecha
como las izquierdas, ya no es una pelea frontal por el resultado de la elección
del pasado 1 de julio, pues los dos partidos están convencidos de que el futuro
presidente se llama Enrique Peña Nieto. No, lo que hoy está en juego es la
siembra del carácter opositor que tratan de imprimirle el PAN y el PRD a su
papel partidista, en el inminente gobierno de Peña Nieto.
Dicho
de otro modo; que un sector del PAN –al que representa el señor Gustavo
Madero--, no reconoce la derrota cultural del PAN y menos la derrota electoral
y, por tanto, se opone a la política de alianzas que desde hace 24 años ha
impulsado de manera institucional el partido azul y que le valió llegar al
poder presidencial en el año 2000.
No,
los panistas del equipo de Madero prefieren la calle, la guerra declarativa, la
táctica al estilo de las izquierdas y de López Obrador, y la vuelta al pasado,
en abierta contradicción a la postura que han asumido de manera pública
políticos como Felipe Calderón, Josefina Vázquez y otros dirigentes que no solo
han sido congruentes con los principios democráticos, sino que han enviado el
mensaje de que prefieren reeditar la alianza PRI-PAN, que les dio buenos
resultados.
¿Cuál
de las dos posturas del PAN va a prevalecer; la del grupo de Madero o la que
encabeza Felipe Calderón?. Ese es el fondo de la pelea de un partido azul que
da muestras contundentes de que
se pudrió al llegar al poder. Por lo pronto, los seguidores de
Madero insisten en que no es nuevo el acercamiento entre la derecha y las
izquierdas, para combatir al PRI.
Y
en este caso tienen toda la razón. Sólo basta recordar que luego del 6 de julio
de 1988 –hace 24 años--, aparecieron juntos los candidatos Cárdenas y
Clouthier, en su lucha contra el fraude del PRI. Pero además, la derecha y las
izquierdas también se aliaron contra el PRI de Peña Nieto, apenas en las
elecciones locales de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, además de la alianza de facto
que se dio en Guerrero entre azules y amarillos, para hacer gobernador al
nefasto Ángel Aguirre.
Y
sí, se debe insistir en que tienen toda la razón quienes insisten en que no es
ninguna novedad la alianza entre PAN y PRD con fines político-electorales. Sí,
pero en donde se equivocan, en donde no tienen ni una pizca de razón es en las
contradicciones de la alianza PAN-PRD, cuando se les ve a través de la lente de
la historia.
Es
decir, que si bien en 1988 se aliaron el PAN y el naciente PRD, contra el PRI
en el gobierno; contra el aún partido vertical, autoritario, nada democrático,
que ganaba elecciones por mayorías abrumadoras, prácticamente sin oposición,
también es cierto que en ese 1988, no existía el IFE, no había elecciones
confiables, creíbles, no había credencial de elector con fotografía; no existía
un padrón creíble, no había reglas como las de hoy, no existía la equidad
informativa, no existían las prerrogativas electorales...
En
suma, que las elecciones de 1988 y la alianza PAN-PRD de entonces, no tenía
nada que ver con las elecciones de hoy en México.
Pero
la mayor diferencia de todas, es que en 1988, el PRI era el partido en el
gobierno federal. Y hoy, en la elección de julio de 2012, el PAN era --y aún
es--, el partido en el gobierno federal, en tanto que el PRD es el partido en
el poder en el Distrito Federal. Por eso la pregunta: ¿De qué fraude, de qué compra de
votos, de qué irregularidades hablan los jefes del PAN y del PRD?.
NIEGAN SU HISTORIA.
Lo
cierto es que en el juego perverso de la descalificación del resultado electoral,
el PAN y el PRD se niegan a sí mismos y, claro, niegan su historia y sus
aportes a la democracia.
Y todo para justificar el fracaso cultural y la derrota electoral. Y
de nueva cuenta le hacen un gran favor al PRI, al hacerlo ver como el único partido
demócrata.
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