Mezquinos
Alejandro Páez Varela
No
soy de los que dicen que la televisión impuso a Enrique Peña Nieto. Digo que
fue una mayoría quien lo hizo, y antes de que me caigan a palos déjenme
terminar. Los votos allí están, contados. Esa es la mayoría a la que me
refiero: la contable. No he visto evidencia que me permita asegurar que se
manipuló de manera masiva el programa pedorro que usó el IFE para contar los
sufragios de la elección presidencial.
Creo, más bien, que poderes mezquinos participaron para que esa mayoría (lograda con 3 millones de votos) hiciera a Peña Nieto virtual ganador del proceso electoral de 2012. Poderes mezquinos como el de las televisoras, o como el de un ciudadano cualquiera.
El fraude no fue en las oficinas del IFE, pues. El fraude fue en la calle. Pero resulta que ese tipo de fraude no es un “fraude electoral”, y me explico: no es suficiente, según las leyes, para anular una elección. Monex, Soriana, compra de votos, acarreo y todo el cochinero será castigado, si se castiga, allá por 2013, con multas, y no podrá impedir que llegue Peña Nieto a Los Pinos.
El fraude no fue con un programa del IFE, sino justo en donde el IFE cerró los ojos. El fraude fue que con la fuerza de la publicidad se impusiera en el ánimo de millones de mexicanos a un monigote de plástico, con novia famosa y con peinado de telenovela.
Fraude fue que sacaran dinero de no se dónde para comprar a los que se dejaran comprar. Fraude fue que lanzaran promesas que no podrán cumplir.
Y hubo fraude hormiga: el de aquellos que tomaron dinero a sabiendas de lo que esto significaba, y votaron por el PRI o le hicieron el trabajo sucio.
Así, con mentiras y dinero a raudales, sacaron a esa mayoría a votar –que en realidad es una proporción mínima de la población– y el aparato resultó ganador. La televisión no impuso a Peña Nieto: fueron muchos mexicanos convencidos (engañados o copartícipes) los que le dieron el triunfo.
Y está la otra mezquindad: la de aquellos que ya están en el futbol, en la vida diaria, en las telenovelas, en las cervezas y en los güisquis. La de los que ven con güeva las protestas y a los que marchan. Los que quieren que llegue Navidad, los Reyes Magos, la Candelaria o como se le llame. Quieren que pase este periplo y que empiece la siguiente temporada de Glee o de la liguilla o de la Copa del Rey (¿hay una Copa del Rey?).
Porque muchos quieren que ya se instale el nuevo gobierno porque quizás las cosas cambien y sí, cambiarán. Para algunos.
Y así, con pequeñas y grandes mezquindades, con engaños y chapucerías, el puñado de siempre, los más hábiles, los que realmente lograron colocar a Peña Nieto, ganarán.
***
Lo que a este país le sobra, perdónenme, es mezquindad. Desde arriba hasta abajo: mucha mezquindad.
Pero hay de mezquinos a mezquinos.
Hubo ignorancia en algunos que vendieron su voto, y hubo necesidad. Pero también hubo mucha mezquindad.
Hubo mezquindad del PAN de Felipe Calderón con Josefina Vázquez Mota –dicho por los mismos panistas no alineados– y pregunto: ¿hubo mezquindad en la izquierda? Insisto: ¿Fue la izquierda más dura, la más colorada, mezquina con, por ejemplo, Marcelo Ebrard?
Hubo mezquindad en ciertos medios y de ciertos periodistas.
La habilidad del PRI en esta elección fue conjuntar a todos a los mezquinos y ponerlos a trabajar a su favor.
***
Sí, hay de mezquinos a mezquinos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario