RICARDO VALENZUELA, UN BUEN CURRICULOM PARA LA POLITICA, REFLEXIONES LIBERTARIAS, DESDE MEXICO
A
principios del siglo XIX Simón Bolívar, agotado en su lucha para
liberar el continente sur americano, pronunciaba palabras de sabio
significado, que a sus habitantes les parecía criptografía ancestral:
“En tanto que nuestros compatriotas no adquieran las virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina.”
A
medida que recorremos el velo de la nueva parodia de la política
mexicana, arrecian y se afinan las maniobras marrulleras para la toma de
esa solitaria fortaleza que es la presidencia de México. En el año
2000, después de casi dos siglos de vida independiente, una larga
constelación de gobiernos pero todos con un común denominador; la
tiranía y autocracia, finalmente se nos servía ese milagroso manjar
ahora tan de moda; la democracia.
SIMON BOLIVAR 1827 |
Si
descifráramos correctamente el mensaje de Bolívar, lo primero que nos
daríamos cuenta es que al hablar de los hermanos del norte no se refería
precisamente a los mexicanos, sino a esa nueva nación que en esos
momentos cambiaba el rumbo de la historia; los EU. Nos daríamos cuenta
también que, los llamaba “nuestros hermanos” definiendo de esa forma no
sólo su gran admiración por el nuevo país, sino una gran fraternidad
hacia su pueblo, en contraste con ese deporte tan popular hoy día en
América Latina, el de odiar a los gringos y culparlos de todo.
Ha
sido tan popular el pasatiempo que no nos ha permitido descifrar el
contenido más importante del mensaje: “En tanto no adquieran las
virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del norte.” Cuando
el libertador pronunciara tan sabia frase, las otrora colonias inglesas
que se convertirían en los EUA, se envolvían en un interesante debate
para definir su futuro político. Ya en 1781 habían confeccionado lo que
llamaron Artículos de la Confederación, a través de los cuales dibujaban
la ruta hacia lo que luego sería su Constitución.
Los
enfrentamientos eran entre los federalistas y los nacionalistas. Los
primeros con la bandera de la soberanía de los estados promovían la
preservación de ese orden natural de libertad. Los segundos, exigiendo
un fuerte gobierno central que finalmente usurparía una serie de
funciones de esos estados. Pero ambos bandos coincidían en que la nueva
organización política no sería una democracia, sino una Republica. El
argumento más importante para subyugar la democracia lo exponía Madison
al afirmar el que, la tiranía de las mayorías podía desembocar en
instrumentos aun más diabólicos que las monarquías. La democracia sería
una herramienta, más no su religión y nunca sería mencionada en sus
actas de nacimiento.
Los
nuevos americanos se inspiraban en las palabras del parlamentario
Charles Fox: “Yo no presto atención a las presiones de la gente; nuestro
deber es hacer lo propio y justo, no lo fácil de concertar; la
responsabilidad de ellos es elegirnos, la nuestra es actuar
constitucionalmente y mantener la independencia del Parlamento.”
Lo
que Adam Smith definía como el motor que movía los mercados en una
economía libre; ambición personal, Madison la identificaba como el gran
peligro en el campo de la política, por lo cual, había que establecer
controles contra la concentración de poder.
Luego
de largas discusiones, se llegaba a una concertación que le daba vida a
una Constitución híbrida pero con un importante mecanismo, la
distribución de poderes en las tres ramas de gobierno. Sin embargo, la
guerra civil entre los estados nacionalistas del norte y los
confederados del sur, más que la vergonzosa institución de la
esclavitud, lo que se jugaban era el rico federalismo que originalmente
le diera vida a la gran nación y ahora en esa guerra se perdía.
Nuestra
Constitución proclama el derecho de todo mexicano de votar y ser
votado. Eso significa que cualquiera puede convertirse en gobernador,
miembro del Congreso, Presidente. Como resultado de esta apertura a la
competencia política, la resistencia a los actos opresivos de los
gobiernos desapareció, la base moral de la estructura social se agrietó y
los delincuentes emergieron en la cúspide de la pirámide. La
competencia en la producción de bienes es esencial, pero la competencia
en la producción de males, es invitación al desastre. Libre competencia
en asesinatos, robos, asaltos, es una aberración. Sin embargo, eso es
precisamente lo que se ha instituido abriendo la competencia política;
la democracia.
En
la política mexicana de hace unos años, la virtud esencial requerida
del aspirante era despojarse de su dignidad, mentir, traicionar y, sobre
todo, atinarle con un buen padrino. Pero hoy estrenando nuestra
flamante democracia, se requiere ser un “animal político.” Carisma, gran
oratoria, buena presentación, gran comunicador y, en especial, ser un
gran actor cuando, asumiendo el papel de redentor, prometa resolver los
problemas de todos los mexicanos: Trabajo, educación, vivienda, salud,
subsidios, precios de garantía, protección a los monopolios…felicidad
para todos, pues ahora los votos si cuentan.
Pero
como hay muy pocos aspirantes que porten tales cualidades, esos
talentosos políticos sin escrúpulos, compiten con gran ventaja sobre
aquellos que no las tienen. Ello promueve la cultivación de habilidades
como la mentira, la demagogia, el oportunismo, la corrupción,
hipocresía. De esa forma el servicio público se convierte en campo
vedado para quienes no las adquieran y ello, se traduce en que
exclusivamente esa clase de hombres escalen las cumbres del poder tanto
en la política como en los negocios cuando no existe la libertad para
elegir y, los estándares de ética, el buen gobierno con los verdaderos
mercados libres, se conviertan en sueños irrealizables.
La
competencia política en México nos sirvió el mediocre gobierno de
Vicente Fox, otro acotado de Calderón, y ahora nos regresa a la
dictadura perfecta. Pero los clientes en este mercado ya no son
motivados solamente por el cambio. Desgraciadamente hemos abusado del
nuevo juguete; la democracia, para olvidarnos que también somos una
republica y, como en el DF, ahora reina la tiranía de las masas a base
de los acuerdos colectivos de la demagogia, siempre pendientes de las
exigencias de las masas cuando salen a protestar, se amotinan, asaltan
instituciones, cierran carreteras o desfilan con machetes.
Los
nuevos populistas contra quienes nos prevenía Bolívar, ante esas
“exigencias del mercado” reviven la parodia de Bastiat cuando refinando
su demagógico mensaje, ofrecen capital para todos los proyectos,
medicina para los enfermos, consuelo para los tristes, diversión para
los aburridos, leche para los niños y vino para los ancianos…. ¿quién da
más? Pues eso es lo que cuesta la presidencia, la habilidad del gran
demagogo cuando afirma y promete hacer de las islas marías un
disneylandia y un tren bala del DF a Nueva York….lo triste es que nadie
sabe lo que vale pero si sabemos que, es un “Refugio para el amor y un
Cañaveral de pasiones”.
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