08 julio, 2012

Venezuela: La oposición al sistema

Venezuela: La oposición al sistema 

“Los socialistas de oposición son también socialistas, por eso se autodesignan “disidencia” más que oposición; para ellos lo malo no es el socialismo sino Chávez. Así lo dicen públicamente: son socialistas “democráticos”, o sea: mencheviques. Pero, ¿por qué ilusionan a su gente y la llevan a la derrota?”
 Por: Alberto Mansueti
 
Apoyo al Movimiento Demócrata Liberal (MDL) porque es la oposición al sistema en Venezuela, y único grupo político venezolano que dice la verdad: simple y llanamente que la oposición socialista, la MUD y la prensa que le hace eco, es colaboracionista. Las cúpulas de los partidos “opositores” colaboran con el régimen chavero: le ayudan a legitimarse con elecciones de pantomima, transmitiendo al país y al exterior la idea de que hay unos comicios y una “democracia”.
Abuso, ventajismo y fraude
No hay “democracia” en Venezuela, lo que hay es abusivo ventajismo del partido socialista oficial PSUV, con uso generalizado de toda clase de recursos del Estado para fines electorales: funcionarios y empleados haciendo campaña, autobuses y vehículos a granel para ir a los mítines, las marchas y los centros electorales, y dinero en abundancia para comprar votos por toneladas en todo el país.

Y por si estos recursos no alcanzan, hay enorme fraude masivo, en todas las formas y modos imaginables, e inimaginables, harto denunciadas por factores independientes, lo cual me exime de extenderme en este punto; sólo menciono por ejemplo los miles y miles de militantes del PSUV con múltiples cédulas para “hacer” 30 o 40 votos cada uno. Así ¿quién no gana elecciones?
En 2006 ya se los “hicieron” a Manuel Rosales. Esta misma película ya la vimos hace seis años. ¿Qué pasó en aquel entonces? Que en su campaña electoral el candidato Rosales cacareó y cacareó como un gallito, alimentando las ilusiones de su gente. Y a la hora de la verdad, se comportó como una gallina: admitió que “Chávez ganó”, ¡como si hubiese ganado en buena ley! Así, él y sus ilusionados seguidores legitimaron la dictadura comunista por 6 años más. Hasta hoy. Y ahora viene lo mismo, aunque con otro candidato, porque a Rosales el Gobierno usó y luego desechó como inservible, persiguiéndole hasta obligarle a huir del país. El régimen paga mal a quien bien le sirve; ¡pero en Venezuela no se aprende de la experiencia!
¿Por qué mienten?
Los socialistas de oposición son también socialistas, por eso se autodesignan “disidencia” más que oposición; para ellos lo malo no es el socialismo sino Chávez. Así lo dicen públicamente: son socialistas “democráticos”, o sea: mencheviques. Pero, ¿por qué ilusionan a su gente y la llevan a la derrota?
Por cinco razones, que conviene examinar una por una, a saber. 1) Primero, porque sus promesas son socialistas; pero a diferencia de Chávez y los suyos, estos socialistas “moderados” (y hasta algunos “cristianos”), ignoran un gran detalle: que la promesa básica del socialismo es la re-distribución de la riqueza, y eso necesariamente es a la brava, por la fuerza, con la violencia. Por eso es que en toda competencia entre socialistas, el ganador siempre es el más prepotente, radical, grosero, fullero y sin escrúpulos, ¡y que luzca como tal! Y ese es Hugo Rafael Chávez. O en el futuro, cualquier otro chavista furibundo a quien el Jefe haya designado como su sucesor para cuando desaparezca, al estilo de su amado régimen cubano, donde Raúl ya sustituye a Fidel, y todo sigue igual.
2) Segundo, porque siendo socialistas, sus diferencias con el chavismo no son de fondo. La verdad es que los mencheviques pueden convivir con los bolcheviques, coexistir “en sus espacios” como ellos dicen, que hay que “mantener”: gobernaciones, alcaldías, curules parlamentarios, puestitos, contratos y subcontratos en Ministerios, entes paraestatales, empresas privadas y ONGs 100% dependientes del Estado, etc., que les allegan “oxígeno político”, figuración y acceso a la prensa. Esto no es nuevo ni algo que haya inventado el chavismo; ya pasó en la URSS y los países comunistas de Europa y el mundo subdesarrollado, y pasa en muchas partes, donde varios partidos llamados “democráticos”, “populares” o “agrarios”, hacían y hacen el rol de oposición más o menos complaciente. Pura farsa. “Colaboracionistas”, como los franceses de Vichy en su patria ocupada por los nazis.
3) Por supuesto, lo anterior incluye los medios económicos para la subsistencia propia, no sólo política sino también personal, y de todos los familiares, “amigos y compadres”; aunque esto lo dicen en confianza, no públicamente. A ello se agrega la ayuda que llega del exterior a los opositores por ser opositores, y que si dejan de serlo dejaría de llegarles. Y ya estamos en la siguiente otra razón:
4) Mucho socialista de oposición pierde porque no quiere ganar; y no quiere porque no tiene ni idea de cómo lidiar con un chavismo opositor. Le temen a un chavismo revoltoso, que haga “ingobernable” a Venezuela por los mencheviques eventualmente en el poder. Por eso se resignan a ser oposición; y lo demás es puro teatro para la galería. En esto no les falta algo de razón: los mencheviques son tan incompetentes, estatistas y corruptos, que si en Venezuela decidiera un día el PSUV dejarles ganar unas elecciones y pasar a la oposición, no tardaría en regresar al Gobierno, como el sandinismo y los Ortega en Nicaragua, o Perón en Argentina, ¡aunque mucho más pronto!
5) Quinta razón y fundamental: los mencheviques ilusionan a su gente y la llevan a la derrota, porque siendo socialistas, no conocen otra forma de hacer oposición. No saben. En los países ex-comunistas, el comunismo se acabó cuando la oposición “domesticada” fue sustituida por una oposición al sistema y no al mero gobernante de turno. O sea: oposición contra la izquierda, de derecha liberal y en favor del capitalismo de libre mercado. En Venezuela esta oposición es el MDL, no los mencheviques.
Venezuela no está polarizada
Una gran mentira que repiten los socialistas opositores, a veces muy creída en el exterior, es que “Venezuela está polarizada”, y que “el país está dividido en dos sectores”. Pues no es cierto. Como escribí en 2007 en “La Derecha Boba o por qué la Izquierda manda”, los venezolanos no nos dividimos en dos mitades sino en tres tercios (aproximadamente): el chavista; el antichavista; y el tercero que no vota, y en muchos casos ni siquiera se inscribe en el Registro Electoral, porque no quiere ni a unos ni a otros. Está cansada, harta, fastidiada de ambos.
Esa “tercera Venezuela”, la llamada de los “ni-ni”, es la decepcionada por ambos bandos, la que por muchas y diferentes razones no se identifica con el oficialismo pero tampoco con la actual dirigencia opositora. Algunas encuestas buscan trazar una radiografía de este sector, pero no es fácil porque el segmento es variopinto y diverso en sus características, motivaciones y pensamientos. Lo que les identifica es que siguen esperando una oposición de otra clase, la cual ni el gobierno ni Globovisión permiten que surja. Y sin otra oposición no habrá otro gobierno.
El mensaje abstencionista tiene aquí un enorme terreno ya abonado: los disconformes con unos y con otros. En ese mercado político o “nicho” natural hemos de buscar crecimiento los liberales.
Es una tarea para los liberales
¿Cuál es la respuesta? ¿Cuál es la Salida para terminar con el régimen, consolidado por el colaboracionismo? Sin duda no es lo que se ha hecho hasta ahora: denunciar a voz en cuello los ventajismos y maniobras fraudulentas, o al menos los más llamativos, y al mismo tiempo llamar a la gente votar. Eso es una contradicción total. La respuesta lógica es la abstención electoral, una expresión tan democrática de la voluntad popular como cualquier otra, pero de rechazo generalizado, y que impida a los gobiernos abusivos y fraudulentos escudarse en la “legitimidad” que le brindan los comicios tramposos. Eso sí: a las convocatorias por la abstención debe aunarse un mensaje anti-socialista claro y fuerte, y una organización efectiva.
En contra de esta postura, se dice que en 2005 hubo abstención para la elección parlamentaria, y no resultó. Por supuesto, no resultó porque la abstención debe acompañarse de esas dos cosas, que la oposición menchevique no tiene: 1) un mensaje retador y desafiante, irreverente y subversivo, capaz de canalizar todo el descontento y las frustraciones acumuladas por varias décadas de estatismo “social”, mensaje dirigido contra todo socialismo, el de antes y el de ahora, el oficial y el opositor; y 2) una organización eficiente, capaz de llevar a los abstencionistas a la protesta masiva y continua con desobediencia civil.
En 2002 escribí un folleto, “El Embrollo”, que está en Internet, explicando que el chavismo era la estación de llegada en el “Camino de Servidumbre” al Socialismo, que Venezuela emprendió hace demasiado tiempo, en 1945 a lo menos, acelerando marcha en 1958, y a gran velocidad desde 1976. Ahora hay que comenzar a revertir ese recorrido de casi 50 años, y es obvio que no será en 50 días o semanas, pero debe darse el primer paso; y ese paso es denunciar el colaboracionismo, reforzando la oposición anti-socialista y no meramente antichavista.
Hugo Chávez, como gran parte de los Presidentes latinoamericanos, está parado sobre un sistema económico y político: el contubernio social-mercantilista, del cual los comicios de pantomima son sólo su expresión electoral, pero muy importante, porque le confieren al sistema un gran manto protector para arroparse. Y el sistema se monta sobre un hasta hoy firme piso ideológico: la condenación moral del capitalismo liberal, y la consiguiente legitimidad del socialismo al menos “como ideal” (¿?) y del nacionalismo y el estatismo.
La única forma de remover toda esta casta de caudillos y sus partidos es remeciendo este sistema desde abajo, invirtiendo las premisas: deslegitimar al socialismo y el estatismo como inmorales, y re-legitimar al capitalismo liberal como sistema, empleando el abstencionismo y la protesta generalizada como herramientas de lucha. Esa es la estrategia que derribó el Muro de Berlín en 1989, y tumbó al comunismo soviético poco después, expuesta en el “Manifiesto Liberal” de nuestro Centro de Liberalismo Clásico, que puede verse en la Internet.
Los liberales no podemos seguir como hasta ahora, esperando que los socialistas “aprendan economía” y se “conviertan” al capitalismo, para hacer ellos las reformas liberales. ¡Eso no va a ocurrir! No es una cuestión sólo de ignorancia; ¡es una ignorancia muy conveniente! Todos los estatistas, ya sean mercantilistas o socialistas, están muy bien “acomodados” con el sistema, los primeros en la economía y los negocios, los segundos en la política (y los medios, la cultura, la academia, etc.) Obvio que no saben de otro sistema, pero es que ni quieren saber tampoco. ¿Para qué querrían cambiarlo si les va muy bien?
O los liberales asumimos el liderazgo, o no hay liderazgo para el cambio a mejor. Por eso los Nuevos Liberales ya pasamos de la fase de “difusión de las ideas liberales”, a la etapa de la concreción de las ideas liberales, y a su puesta en práctica, mediante un Plan Político: la derogación de las leyes malas, la “Gran Devolución”, y las Cinco Reformas, con la opción de las autonomías regionales y municipales al estilo chino: “Un país, dos sistemas”.
No es algo utópico; al contrario, ¡es lo único realista! Utópico es creer que “algún día” saldremos del sistema apoyando a los colaboracionistas, creyendo sus mentiras, y disculpando sus torpezas y fracasos.
“Todos los medios excepto uno”
En 2009 escribí un artículo con ese título (también está en Internet) mostrando que la oposición socialista ha intentado quitar a Chávez por todos los medios, excepto uno: repudiar el socialismo. En siete largos años hasta entonces, la oposición lo ha ensayado casi todo en Venezuela:
1) En el terreno electoral, incontables comicios de toda clase hubo desde 1998, y Chávez sigue. ¿Por qué? Porque todos los candidatos opositores quieren lo mismo: parecerse a Chávez. 2) En el terreno mediático, la prensa oposicionista machaca todos los días a toda hora, gritando que el chavismo es minoría. ¿Y cómo sigue allí entonces, después de tantas elecciones? 3) La Constitución de 1999 es más socialista que la de 1961, lo cual abona el terreno ideológico y político para Chávez. 4) E igual en la Asamblea Nacional, donde sin o con diputados opositores, las leyes son más socialistas que las de la Cuarta República. 5) En las calles, ¿a cuántas marchas y concentraciones antichavistas han convocado los mencheviques, siempre bajo consignas populistas y socialistoides? A los pocos días, los chavistas organizan otra igual o mayor; ¡y no pasa nada! 6) En los tribunales y cortes; ¿cuántos recursos y contra-recursos jurídicos no han intentado los abogados, dentro del orden jurídico socialista, sin logro alguno de importancia? 7) En el terreno militar, el Golpe de Estado del 11 de Abril de 2002 no fue contra el socialismo sino contra Chávez, y fracasó. 8) Igual que en el terreno de la producción: el paro petrolero y el paro general, dos tremendos fracasos. 9) En las instituciones, ambos bandos reclutan adherentes en los gremios empresariales y profesionales, en clubes e iglesias, ¿y qué logran? Peleas y divisiones muy amargas, más nada. 10) En el campo internacional, la oposición ha ido a la OEA, al Centro Carter, al Congreso de EEUU, a la Unión Europea, a la ONU, a las internacionales políticas; a casi todos los foros controlados por la izquierda, con amigos y aliados fieles y consecuentes del chavismo. Nada de nada. (¿No deberían renunciar a sus puestos estos jefes perdedores?).
¿Cuál medio no se ha intentado? Uno solo: cuestionar y desafiar al socialismo como tal, presentándole como lo que es: el responsable del mal, y no sólo culpar a Chávez o al PSUV. En el terreno de la propaganda con argumentos, lemas y consignas contra el socialismo, y en pro del capitalismo liberal.
Los partidos Patria Roja, Izquierda Democrática, Movimiento al Socialismo, Causa Radical, el PC opositor, UNT, PJ, lo que queda de AD y Copei y el resto, ¡jamás han dicho que es el socialismo lo que no sirve y el capitalismo sí! Todos sus candidatos siempre repiten las mismas promesas populacheras de Chávez, como esperando que no se note la diferencia. Sólo la Sra. Ma. Corina Machado se apartó un poquito del libreto en su mensaje, pero tan poquito, y tan tímidamente, que no se captó.
¿”Primero salir de Chávez”?
Eso se nos dice: “Primero salir de Chávez”. De acuerdo, sólo que nunca va a salir si seguimos legitimando su régimen al votar por los candidatos de los partidos colaboracionistas. Nunca si la masa opositora, llena de ilusiones y utópico “pensamiento positivo”, sigue cayendo en la misma trampa, y votando por este o el otro colaboracionista: Arias Cárdenas, Rosales o el que sea. De esa manera Chávez sigue mandando, y seguirá hasta después de muerto, por vía de algún sucesor designado, a lo Cuba. (¿O a lo Juan Vicente Gómez?).
La libertad, en su sentido más general, es la posibilidad de escoger entre cursos de acción diferentes, cada uno cargado de consecuencias también diferentes, buenas o malas. Y existe: nuestras decisiones no están predeterminadas. Por eso tampoco lo está el futuro, que es la suma de las consecuencias buenas o malas de nuestras acciones u omisiones; es decir: de nuestras decisiones. Lo que no podemos es tomar siempre el mismo curso de acción que en el pasado nos llevó al fracaso, y aspirar al éxito.
Contra Chávez y el PSUV, contra el sistema y el colaboracionismo en Venezuela, hay sólo una fórmula eficaz: abstención electoral, con fuerte y claro mensaje anti-sistema y anti-socialismo, y organización capaz de hacer rendir su rédito político al inconformismo, canalizando la frustración y movilizando a los abstencionistas a la protesta, quitada al régimen su cobija “democrática”. No hay otra.

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