02 agosto, 2012

AMLO puso el cascabel al gato


AMLO puso el cascabel al gato

Cuestión de debate
Javier Arcadia

Los priistas, acostumbrados a cooptar liderazgos, a comprar conciencias y voluntades, así como a someter e intimidar con su amenazante e intrínseco autoritarismo, seguro que pensaron que Andrés Manuel López Obrador, a las primeras de cambio, como ocurre con muchos otros actores de la vida política, acabaría por doblegárseles y con ello reconocer, implícita o tácitamente, el supuesto triunfo electoral de Enrique Peña Nieto. Es decir, creyeron que sin chistar, poco a poco e imperceptiblemente, él se iría haciendo a un lado hasta desaparecer del escenario político postelectoral.


Que equivocados han estado, porque hasta hoy, cuando ha trascurrido un mes de la elección presidencial eso no ha sucedido, y por lo que se ve, los priistas seguirán esperando (se les recomienda que sentados para que no se cansen) indefinidamente que se les reconozca que, supuestamente, ganaron la elección presidencial. Deberán de tener muy presente que AMLO, ante situaciones difíciles o por adversas que éstas sean, cuando tienen un fondo ilegal es implacable, no es de los que guardan silencio, ni arredran o se acobardan.

No, el va hacía adelante, y en este caso, referente al cochinero de la elección pasada, va resuelto y con determinación, claro, desde el punto de vista jurídico, a combatir una ilegalidad para que se invalide la inmundicia de elección presidencial, tal como él la ha calificado, y que además consta que eso es cierto, con lo cual denota que de origen jamás reconocerá a Peña Nieto como presidente electo y menos constitucional.

Que distinta la actitud digna y congruente de AMLO al resistir la presión y los embates descalificatorios de los priista por no reconocer a Peña Nieto, ello con relación a la forma sumisa y entreguista con la que procedieron desde esa noche, del día uno de julio, tanto Josefina Vázquez Mota como Gabriel Quadri, quienes sin el menor decoro, y como si fueran domesticados y mansos borreguitos, reconocieron presurosos al candidato del PRI como el ganador de la elección presidencial, cuando en esos momentos en algunas partes del País todavía ni siquiera se cerraban la totalidad de las urnas electorales. ¡Que farsa de éstos candidatos! Hacerle el juego al PRI.

Pero además de ese pronunciamiento indigno y servil, tuvieron el atrevimiento y la desfachatez de presionar públicamente a AMLO, para que esa noche también él reconociera como ganador a Peña Nieto.

La respuesta de AMLO de sobra es conocida, al exigir invalidar la elección presidencial y nombrar un presidente interino para que convoque a nuevas elecciones presidenciales. Ante esto, si bien es cierto que los priistas se han visto obligados a reconocer en parte que si utilizaron mucho dinero (millones de pesos), aunque digan que fue para pagar sus estructuras electorales y nieguen que utilizaron millonadas para la compra de votos, lo cierto es que también por ese planteamiento de AMLO, han reaccionado en su contra en un tono furioso y muy enérgico.

La posibilidad de una presidencia interina que AMLO plantea está establecida en la constitución, entonces por qué se rasgan las vestiduras, por qué reaccionan así los priista como si aquel hubiera cometido un sacrilegio. Ahora que si eso les molesta tanto, pues muy sencillo, que empiecen por borrar tal figura política de la carta magna y asunto solucionado para que nunca más alguien se atreva a plantear un disparate como el que ahí está previsto.

No es de desconocerse que por ese motivo, en los últimos días por parte del PRI han arreciado las descalificaciones en contra Andrés Manuel, a quien tildan de mesiánico, de loco y de tener delirios de poder. Expresiones con las que se contradicen, ya que hace un año, cuando existían las posibilidades de que el PRD formara una alianza electoral con el PAN, a la que AMLO siempre se opuso, entonces si lo colmaban de halagos, de quien decían que era un hombre congruente y de principios, o eso, ¿ya se les habrá olvidado?

Lo cierto es que AMLO, con su propuesta le ha puesto el cascabel al gato, y ha provocado que el debate de los asuntos importantes del país se centre en esa posibilidad, situación que pone inquietos a los priistas a quienes los desnuda por la manera sucia con que siguen jugando, y de pasada les rompe el dulce sueño de querer permanecer muchos sexenios en el poder, cuando no tienen ni seguro el periodo sexenal que está por iniciar.

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