27 agosto, 2012

Dr. Jekyll y Mr. Hyde en México


Dr. Jekyll y Mr. Hyde en México

Nadie empuñará las armas por un hombre que ha perdido dos veces el gobierno de Tabasco y dos la Presidencia de la República.

René Avilés Fabila
 
Mientras que los dirigentes del PRD, PT y demás organizaciones solidarias con López Obrador juran que respetarán el fallo del TEPJF, aunque les sea adverso, azuzan a sus legiones más radicales y anticipan un doble juego.

De un lado, fingen aceptar la legalidad, del otro, organizan a los jóvenes y sindicatos afines para tomar las calles y provocar cuando menos una “revuelta”, no importa qué, como señala el IFE, no tendremos el estallido social que pretenden.


Saldrán a las calles, armarán escándalos, insultarán a Peña Nieto en las redes sociales, no más. Nadie empuñará las armas por un hombre que ha perdido dos veces el gobierno de Tabasco y dos la Presidencia de la República.

La única vez que ha triunfado fue por el apoyo total que un poderoso Cuauhtémoc Cárdenas le dio en el PRD del DF, cuando carecía de prestigio moral, peso político y la antigüedad domiciliaria indispensable para aspirar al cargo. Es un caudillo inventado.


Mejores razones tuvieron los jóvenes que formaron parte de las primeras oleadas guerrilleras luego del 68 y fracasaron. Sentido tenían las peticiones de Marcos en Chiapas y hoy nadie pregunta dónde está su ejército indígena.


¿Qué hace pensar a “las izquierdas” que para eliminar a Peña Nieto lo mejor es mentir y alentar a miles de jóvenes a provocar desórdenes en un país que desea vivir tranquilamente?


Los teóricos y militantes de la guerrilla moderna, desde Mao Tse-tung y el general Giap, hasta Fidel Castro y Ernesto Guevara, sabían que para derrotar a un sistema organizado, con un ejército fuerte y con cierto potencial de credibilidad, era necesario buscar las condiciones locales e internacionales adecuadas. Para tomar el poder, las guerrillas de Mao necesitaron más de 20 años y una situación externa favorable. Lo mismo pasó en Vietnam. El caso cubano es de sobra conocido.


En otras palabras, nadie sabe qué demonios pretenden “las izquierdas” promoviendo con hipocresía la violencia. Tienen un capital político inaudito, curiosamente gracias a quienes están a punto de negar no tres veces sino diez, para conservar el patrimonio logrado y buscar de nuevo la Presidencia con otro candidato más apto.


Si las pruebas zoológicas y demás necedades no funcionaron, si la petición de AMLO a Calderón para que intervenga en contra del PRI, ha sido desoída, ¿qué más esperan para desactivar la bomba casera? ¿En verdad AMLO es tan ingenuo como para aguardar un favor del Presidente, a quien ha ofendido durante seis años?


Sigue jugando al militar alemán del siglo XX, tan aficionado a abrir dos frentes para terminar perdiendo la guerra. ¿Lealtad y devoción al caudillo? No, la intentona pretende mostrar habilidad. Al mismo tiempo que buscan quedar bien ante Obrador, intentan darles a la sociedad y a los medios una máscara novedosa: la que los muestra respetuosos de la ley. No somos violentos, son otros, es su lógica embustera.


“Las izquierdas” deben de refundarse bajo severos principios ideológicos, no es posible seguir a un líder demagógico y caprichoso, de precaria cultura, especialmente cuando es un cadáver y sólo falta que se lo notifiquen.


Por las razones que sean, el país tiene alrededor de 15 millones de personas que simpatizan con ese extraño coctel, que se califica a sí mismo como izquierda. ¿Tiene sentido alejar simpatizantes mostrando que entre los ex priistas y los ilusorios dirigentes sociales no hay sensatez?


Lo mejor es apelar a la inteligencia política y aceptar la derrota, reforzar al PRD y al PT o hacer uno solo y darse una ideología que responda a lo más avanzado del país. Convencernos de que ellos nos salvarán del feroz capitalismo global.


Para que sean creíbles: desde luego, jubilar a Obrador, convertirlo en líder moral número dos y trabajar para que el PRI cumpla todo lo que prometió. Con ello, en 2018, quizá ganen con izquierdistas de verdad, no con ex priistas resentidos.
              

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