03 agosto, 2012

Ebrard, ¿el cobarde?


Ebrard, ¿el cobarde?

¿Por qué su silencio frente a los gritos de fraude de su compañero de partido y del candidato del PRD en la elección de 2012?

Ana Paula Ordorica

Explican algunos PRDistas que el silencio de Marcelo Ebrard ante la petición de Andrés Manuel López Obrador de anular la elección presidencial del 1 de julio se debe a un apego a las reglas institucionales.
Mientras el Tribunal Electoral no resuelva, mientras no se cumpla el plazo del 6 de septiembre, Ebrard no dirá nada y el Gobierno del DF respaldará a AMLO en lo que pueda o volteará al otro lado, cuando se den manifestaciones de apoyo al candidato que Federico Reyes Heroles ha calificado bien como una máquina de dinero que roza en la locura.


Es una explicación, pero resulta incomprensible la actitud de una persona inteligente, popular y preparada como Marcelo Ebrard. Su silencio es ensordecedor.


El jefe de Gobierno del DF tiene —a cuatro meses de que concluya su sexenio— una ciudad en mejor situación de la que recibió.


La inversión en infraestructura que ha llevado a cabo ha sido notablemente importante para la capital del país. No se ha remitido a poner florecitas en Reforma.


Los programas que, desde la Secretaría de Medio Ambiente se han llevado a cabo, han permitido que muchos capitalinos nos sintamos seguros circulando en bici, de día o de noche, por calles del Centro Histórico, que antes estaban reservadas para los delincuentes.


La Secretaría de Educación capitalina, que en otros sexenios ha sido una mera decoración por las reglas que dejan la educación del DF en manos de la Secretaría de Educación federal, ha acercado a autores y libros a los capitalinos a través de programas como LecturaMx.


Esta SEP-DF ha sido algo más que un despacho decorativo.


En turismo, cultura y atractivos ha habido lo que nunca antes. Desde las playas y pistas de patinar en el Zócalo, hasta los megaconciertos gratuitos de Justin Bieber y Paul Mc Cartney.
Por esto y más, el índice de aprobación de Ebrard está en los 80 altos (85% según la más reciente medición de Grupo Reforma).


Eso se llama capital político y sirve, entre otras cosas, para buscar el puesto de elección popular que se desee.


Dice Ebrard que en diciembre comenzará su campaña por la Presidencia de 2018. La primera pregunta que le deberemos hacer a Ebrard, acercándose esa fecha (hoy lejana), será: ¿por qué su silencio frente a los gritos de fraude de su compañero de partido y del candidato del PRD en la elección de 2012, que dejó a su candidato abajo por más de tres millones de votos?


¿Por qué no desmarcarse de AMLO y del daño que le hace a las instituciones?


¿Por qué no apoyar el reclamo por elecciones más limpias en el capítulo de compra de voto… pero aceptando que la elección del 1 de julio fue confiable?


¿Por qué no desechar la locura de querer contabilizar el número de votos comprados?


¿Por qué no pedir un alto a las calumnias en contra de tiendas como Soriana?


¿Por qué no utilizar el poder que sí obtuvo la izquierda en la elección para sacar adelante una agenda de auténtica izquierda?


¿Por qué, Marcelo? Capital político tienes de sobra. ¿Será por cobardía?
           

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