Instituciones y cultura
Por Armando Ribas
Tengo la impresión de que a partir de la
palabra institución surgen grandes dudas y confusiones en la evolución
de la realidad política. Si nos referimos a las distintas definiciones
del Diccionario de la Academia Española, nos encontramos ante un vacío
existencial en términos políticos. Institucionalidad en términos
políticos es más un juicio de valor que un concepto. O si se prefiere un
concepto cargado de valor. A partir de ese concepto se pretende juzgar
la evolución ética, política y económica de los distintos países. Es mi
criterio que tal pretensión padece de un defecto de origen.
La segunda problemática que presenta el
análisis político, se refiere al concepto de cultura. Allí nos
encontramos casi sin quererlo ante lo que considero un callejón sin
salida. La supuesta diferencia cultural entre el May Flower y la Santa
María, la Niña y la Pinta pretende explicar la diferencia institucional y
consecuentemente política entre Estados Unidos y América Latina. En
otras palabras parecería que ante esta estructura analítica la cultura
determina la institucionalidad, y ésta el éxito político de la libertad.
Me niego a aceptar tal juicio que nos
deja inermes ante el futuro. Yo soy un optimista protagórico, y por
tanto espero que siguiendo las lecciones de David Hume aprendamos el
camino histórico de la justicia. Esta fue un aprendizaje de la historia y
como bien señalaba Hume: “La naturaleza humana es inmutable, si
queremos cambiar los comportamientos tenemos que cambiar las
circunstancias”. Siguiendo este principio fundamental que parte de que
la naturaleza humana no difiere por razones de raza o clima, me voy a
referir una vez más a un juicio de Alexis de Tocqueville que considero
una explicitación del concepto anterior cuando dice: “Tanto son más
fuertes los vicios del sistema, que la virtud de los que lo practican”.
En el juicio anterior se toma conciencia
de la universalidad de la naturaleza humana y por tanto que el problema
surge del sistema. En consecuencia nos encontramos a través de la
historia con los sistemas institucionales que han sido un fracaso
permanente. Y en esa categoría no puedo menos que incluir las
instituciones socialistas, que precisamente parten de un concepto
erróneo de la naturaleza humana. Por supuesto no es que crea que solo el
socialismo es un sistema fracasado, como lo muestra hoy la Unión
Europea, sino que lamentablemente está de moda ante la demagogia de la
búsqueda de la igualdad. Pero antes de seguir adelante permítanme echar
un vistazo al diccionario que limpia, fija y da esplendor al idioma, y
reconoce que la monarquía así como el feudalismo son instituciones.
Entonces se me antoja que el análisis histórico nos revela la
institución que le dio luz y libertad a la humanidad que fueran las
instituciones liberales.
Entonces siguiendo con las definiciones
que limpian, fijan y dan esplendor al idioma nos encontramos con la
siguiente: “Cultura-cultivo, culto, homenaje reverente que se tributa a
Dios. Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos”. Ante
estas definiciones, creo que nos encontramos inermes ante la posibilidad
de una evaluación ético-política. Permítanme entonces recordar que
Spengler, que como yo dijera hace poco está de moda, había señalado que
la civilización era el anquilosamiento de la cultura. Ante esta patética
aseveración, no puedo menos que considerar que Hitler fue el producto
de la cultura alemana, que por supuesto se habría anquilosado con la
llegada de los tankes Sherman.
Insisto entonces en que la cultura está
envuelta en el proceso ideológico y por tanto la ideología es la
determinante del sistema. Y así surgió la institución liberal que
transformó al mundo, tal como lo describe Alexander Bernstein en su “The
Birth of Plenty” (El Nacimiento de la Abundancia). O sea la ideología
del liberalismo, que reconoció los derechos individuales y los límites
al poder político, como reconocimiento explícito de la naturaleza humana
y fue el origen de la institución que permitió la libertad y su
consecuencia, la abundancia por primera vez en la historia.
Me voy a permitir entonces señalar en
primer lugar que cuando se habla de institucionalidad en términos
genéricos nos encontramos ante un equívoco histórico. Lo importante es
reconocer la institución que determinó la libertad, que fue el
liberalismo, que en Estados Unidos se reconoce como el Rule of Law. En
segundo término debo concluir que no es la cultura la que determina el
sistema (la institución) sino éste el que determina la cultura,
entendiendo por tal los comportamientos individuales y sociales.
Por último debo señalar que de haber
sido la cultura de los pilgrims la determinante del sistema del Rule of
Law, la función de los founding fathers habría sido irrelevante e
innecesaria. Vale recordar al respecto las palabras de Hamilton:
“Podemos decir con propiedad que hemos alcanzado la última etapa de
humillación nacional. Hay escasamente algo que pueda herir el orgullo, o
degradar el carácter de una nación independiente que no
experimentemos”. Otro ejemplo histórico ilustrativo al respecto fue la
Argentina de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, que
como reconociera recientemente Mario Vargas Llosa se adelantó a Europa.
Cuando la ideología comenzó a desconocer los principios determinantes
del sistema que la llevó a los primeros planos internacionales, se
desarrolló la cultura que pretende explicar el origen de las diferencias
políticas con Estados Unidos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario