El poder y los cumpleaños
Autor:
Juan Bustillos
Manlio
Fabio Beltrones tiene una manera muy especial de festejar su cumpleaños.
Seis años atrás, al cumplir 54, se adueñó de la agenda nacional con sólo 32 senadores priístas y el invaluable auxilio de Emilio Gamboa, que comandaba a los diputados.
Fue uno de los factores que hicieron posible la toma de posesión de Felipe Calderón cuando todo indicaba que el país sería sumido en el caos constitucional, pero el mandatario panista terminó siendo una especie de rehén cuyas reformas legislativas llevarán por siempre los apellidos de Manlio.
Su dominio del Congreso sufrió cierta merma a la salida de Gamboa de la Cámara Baja y porque la bancada priísta mexiquense, con Francisco Rojas al frente, modificó el equilibrio. El poder pasó, entonces, a Enrique Peña Nieto.
Hoy, convertido en el coordinador de la diputación priísta, cumple 60 años, que no se le notan. No hay arrugas en el rostro ni canas en el pelo, y todo indica que lucirá igual en el 2018, y que también se mantendrán intactas sus aspiraciones, porque su Twitter dice que sólo "detuvo su aspiración por la Presidencia, pero no detendrá jamás su trabajo por México", lo que en castellano significa que hoy arranca de nueva cuenta.
En este contexto, los priístas nos preparan un buen espectáculo sexenal.
Manlio y Emilio pudieron arrancar un buen porcentaje de poder a Calderón porque el Presidente es panista; otra sería la historia si Roberto Madrazo hubiese sido el inquilino de Los Pinos.
En los últimos 12 años, pero en especial en los seis de Calderón, los priístas conocieron la libertad. Así como Beltrones y Gamboa trasladaron el poder al Congreso, Enrique Peña Nieto pudo crecer de menos cero hasta adueñarse del PRI, de la Cámara de Diputados en la segunda Legislatura del sexenio y de la candidatura presidencial.
Con Madrazo o Arturo Montiel en la Presidencia, otras habrían sido las reglas, pero hoy, aunque Manlio y Emilio coordinan de nueva cuenta a las bancadas priístas, en Los Pinos habitará un priísta que tiene en su haber la experiencia de su propia lucha por la candidatura cuando todo estaba en su contra.
Enrique ha dicho que no habrá retorno a las viejas prácticas, pero cualquier priísta sabe que el Presidente es el verdadero jefe del partido y que la línea es la línea, por más que sea consensuada con todos los factores de poder partidistas.
Aunque Manlio habla de haber detenido sus aspiraciones presidenciales, lo cierto es que su declinación en la lucha por la candidatura priísta se rindió ante la realidad, como, a su vez, lo hizo Peña Nieto al confiar las coordinaciones del Congreso a Gamboa y Beltrones. El ex gobernador mexiquense fue una aplanadora que habría arrollado a cualquiera y no hay entre los legisladores priístas nadie del tamaño de Emilio y Manlio.
Hasta hoy, los discursos de unos y otros hablan de institucionalidad, no obstante, quienes saben ver y leer, pero, además, están informados, saben que la lucha ya está presente.
Y, por cierto, todo indica que el Trife determinará hoy que la elección de Enrique Peña Nieto es válida, razón por la que casi de inmediato recibirá el papelito correspondiente y podrá acudir al Informe de Felipe Calderón en su incuestionable calidad de Presidente electo.
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