Ricardo Alemán
Este martes se hizo público que Manlio Fabio
Beltrones y Emilio Gamboa Patrón coordinarán
las bancadas del PRI en el Congreso de la Unión. La Cámara de
Diputados estará bajo el control de Beltrones y la de Senadores quedará en
manos de Gamboa.
Evidentemente
estamos ante el
cumplimiento de un pacto de hace meses, cuando Beltrones y Peña
disputaron la candidatura del PRI.
Vayamos
por partes.
A
finales de 2011, con los números y la opinión pública en contra, Manlio Fabio
Beltrones se aferró a la precandidatura presidencial. Prácticamente sin
esperanza, el todavía senador se rehusó a dejar el camino libre a Enrique Peña.
En
su momento, en éste y otros espacios dijimos que Manlio hacía las veces de
contrapeso. Que el ex gobernador de Sonora se había convertido en un elemento de presión y
que pretendía acotar la influencia y el poder de Peña Nieto.
Días
después, también dijimos que a cambio de "bajarse de la contienda",
Beltrones habría
pactado alguna posición de poder en el eventual gobierno de
Peña.
Hoy
el tiempo ratifica lo dicho. El Congreso de la Unión estará en manos de
Beltrones y Gamboa –las dos caras de la misma moneda–, de modo que el PRI
consolidaría el pacto de unidad que lo llevó de vuelta al poder presidencial.
Y
es que no hay que ser muy leído para notar que el Revolucionario Institucional
fue el único partido
que logró consolidar un frente común y luchar –en conjunto– por
la Presidencia de la República.
En
el PAN, la necedad del Presidente y
la falta tanto de cuadros como de talentos resquebrajó al
partido. Los azules se enfrentaron a los azules y el partido sufrió una de las
mayores derrotas de la historia reciente.
En
el PRD la historia no fue distinta. Luego de seis años de recibir el repruebo
de López Obrador, se tragaron el orgullo y permitieron que el de Tabasco los usara –una vez más– como
fuente de ingresos y plataforma electoral.
Con
el "secuestro" del partido la unidad pasó a segundo plano, al grado
que hoy el PRD y las izquierdas se cuentan, al mismo tiempo, entre los
triunfadores y los grandes derrotados.
Al
final del día, el PRI se aglomeró en torno a su candidato presidencial y superó
las diferencias que lo dejaron cerca de la muerte política en 2006. Pero como
en política nada es gratuito, el
virtual Presidente electo debe pagar sus deudas y dejar –en este
caso– la influencia,
el poder y los millones que acompañan al Congreso, en manos de
Beltrones, su otrora competencia.
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