Ricardo Alemán.
En consonancia con los arreglos internos del
PRI –el reparto de las coordinaciones legislativas entre grupos distintos al de
Enrique Peña–, el PAN podría estar cerca de reemplazar la aparente anarquía y
falta de rumbo, por un derrotero que ya ha probado su efectividad.
Para
nadie es un secreto que en las semanas que siguieron a la elección, Acción
Nacional se convirtió en la versión política del Doctor Jeckyll y el Señor
Hyde. Y es que cuando
tres decían sí, cuatro opinaban que no y mientras unos
reconocían el triunfo de Enrique Peña, otros más se embarcaban en la penosa
"defensa del voto" de los partidos de izquierda.
En
esos días, el discurso de partido era prácticamente inexistente. La única forma
de referirse a "los panistas" era enumerar declaraciones a título
personal, tan numerosas como disímiles.
Sin
embargo, un repentino cambio de aires trajo algo de orden al interior del PAN.
En los últimos días, tanto la dirigencia del partido como el Presidente
Calderón han
reconocido su realidad, aceptado los errores y delineado una ruta de acción.
Pareciera
que el PAN finalmente se puso de acuerdo.
No
obstante, viene a cuenta hacer una advertencia. En política todo sucede por algo y no existen
las acciones desinteresadas. Por eso viene a cuenta preguntar,
¿qué pasó al interior del PAN que les hizo olvidar el llamado fraude
generalizado? ¿qué comió Gustavo Madero –el dirigente nacional– que de la noche
a la mañana despertó con las mismas ideas y propuestas de Felipe Calderón?
Evidentemente
estamos ante un
pacto entre los grupos de panistas. Todo indica que alguien
llegó al precio de los líderes azules y escribió el punto final a la rebatinga
que había terminado de aplastar al diezmado grupo político.
La
verdad, no sería descabellado pensar que el artífice de la negociación lleva
por nombre Felipe Calderón y tiene como objetivo mantener la hegemonía de su
partido. Y es que, dicen los que saben, que luego de la negociación, el Senado
podría quedar en manos de uno de los hombres más cercanos al Presidente,
Ernesto Cordero.
Al
tiempo que la Cámara de Diputados estaría bajo el control de José González
Morfín, un político cercano a Calderón y que hoy día controla la bancada azul
en Reforma 135.
Pero
además, el temple y colmillo político del Presidente lo llevaron más lejos. Con
tal de prolongar la hegemonía en Acción Nacional, Felipe Calderón no se limitó
a calmar a quienes se oponen a sus fines. También perfiló una potencial alianza con
el PRI.
Basta
con revisar el cambio de discurso en la cúpula azul. La repentina sintonía con
la lógica de Calderón apunta a que el Presidente pactó con los tricolores una
suerte de acuerdo por la gobernabilidad, con el reparto de poder como moneda de
cambio.
Parece
lógico que Calderón aceptara negociar con el PRI a cambio de mantener su
influencia política. Sin embargo, aún no se conoce qué ofreció el Presidente a
sus detractores... ¿lo sabremos pronto?
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