Jorge Fernández Menéndez
En las próximas horas, lo más
probable es que el viernes, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación declarará la validez de la elección presidencial y Enrique Peña Nieto
será designado Presidente electo. En realidad nadie cree en la
anulación de los comicios como lo pide la coalición lopezobradorista, ni
lo creen los dirigentes partidarios, los gobernadores emanados de esos
partidos ni la mayoría de sus legisladores. No tiene bases legales la
petición y lo saben los perredistas que, por el contrario, han visto
cómo son exhibidos los mecanismos de financiamiento de Andrés Manuel López Obrador.
Lo cierto es que en ese contexto las impugnaciones presentadas por el lopezobradorismo son de risa. Según el código electoral, aprobado por todos los partidos desde 2007 (en una reforma impulsada básicamente por el PRD), las únicas causales para anular la elección sons que se anulen o no se instalen 25% de las casillas o que el candidato ganador sea inelegible. Ninguno de esos supuestos se ha dado. El Movimiento Progresista ha presentado un recurso de inconformidad que no está basado en argumentos legales: dice que hubo compra y coacción de votos, gasto excesivo en la campaña de Peña Nieto y parcialidad de los medios a favor de ese candidato. No tiene, en ninguno de los tres casos, forma de documentarlo.
Sobre la supuesta compra y coacción de votos aportó pruebas de la existencia de 9 mil 924 tarjetas de Monex, Soriana y de servicios telefónicos. No comprobó que las mismas se hayan utilizado para compra de votos o para cualquier otro fin (es literalmente imposible determinar que se “compró” un voto), pero en última instancia, si la diferencia de votos entre el primero y el segundo lugar de la elección presidencial supera los tres millones, poco más de nueve mil resultarían intrascendentes. Hay en el expediente una “prueba” fantástica: una fotografía de Peña Nieto con una camiseta del Santos de Torreón, lo que por la relación de uno de los dueños de Soriana con ese equipo demostraría, según la acusación perredista, esa complicidad. Sin rubor, el documento dice que gracias a esa foto “no es posible que se niegue la existencia de una relación contractual” entre la empresa y “el Partido de la Revolución Democrática” (en realidad quisieron decir el Partido Revolucionario Institucional, así de bien redactada y presentada está la acusación). No es una broma, está en la página 349 de la impugnación perredista.
Tampoco se ponen de acuerdo en cuánto es el gasto excesivo de campaña. En la página 27 dicen que Peña gastó 374 millones 920 mil 338 pesos con 21 centavos (así de exacta es la cifra). Pero en la página 29 hablan de 719 millones 500 mil 989; en la 30, de mi1 173 millones 486 mil 884, una cantidad que aumenta en la página 31 a mil 892 millones 987 mil 873 y que hacia la mitad de la impugnación crece geométricamente a cuatro mil 599 millones 947 mil 837 en la página 225 y disminuye a dos mil 294 millones 220 mil 941 en la 325. Más adelante se menciona que “desde el inicio de las campañas electorales hasta el mismo día 1 de julio de 2012… haciende (sic) a la cantidad de 4 mil 599 millones 947 mil 834”. Finalmente, en la página 429 se estipula que la suma gastada es de tres mil 95 millones 953 mil 918 pesos 71 centavos ¿sumando “beneficios ilícitos” de Monex, Soriana, gobierno de Zacatecas, Tarjetas Premium Platino? Allí, por cierto, confunden los supuestos ingresos con los supuestos egresos.
El tercer punto es la supuesta intervención de los medios a favor de Peña Nieto. No hay tampoco elementos: en la página 36 se dice, como prueba, que la Organización Editorial Mexicana que edita El Sol de México, entre otros periódicos, es “el diario de mayor importancia en México”, y dice que en él hay notas negativas sobre López Obrador y no sobre Peña. Y después presentan una conclusión contundente: “Las fotos que se publicaban del candidato lo muestran enojado y serio”.
Hay un argumento acerca de las televisoras también increíble. Mencionan que hay una relación directa entre la penetración de un candidato en la ciudadanía, con la preferencia del auditorio de televisión. Para fundamentar su argumentación declaran que el Canal 4 de televisión abierta, que pertenece a Televisa, tiene cobertura local en el DF, pero su influencia en el auditorio es muy baja, y que por eso ahí Peña Nieto tuvo un bajo nivel de votación y, por ende, López Obrador obtuvo mayor cantidad de sufragios. No es un invento: está en la página 211. Otra prueba irrefutable de la parcialidad de los medios, como se expone en las páginas 38 y 41 de la impugnación, es la cobertura que recibió la relación sentimental de Peña Nieto con Angélica Rivera.
Todo esto es muy poco serio. Menos aún que las gallinas y cabras expuestas en el Zócalo. Antes del fin de semana, el Tribunal declarará la legitimidad de la elección y tendremos que ponernos a trabajar seriamente, sin estas burlas, en el futuro del país.
Lo cierto es que en ese contexto las impugnaciones presentadas por el lopezobradorismo son de risa. Según el código electoral, aprobado por todos los partidos desde 2007 (en una reforma impulsada básicamente por el PRD), las únicas causales para anular la elección sons que se anulen o no se instalen 25% de las casillas o que el candidato ganador sea inelegible. Ninguno de esos supuestos se ha dado. El Movimiento Progresista ha presentado un recurso de inconformidad que no está basado en argumentos legales: dice que hubo compra y coacción de votos, gasto excesivo en la campaña de Peña Nieto y parcialidad de los medios a favor de ese candidato. No tiene, en ninguno de los tres casos, forma de documentarlo.
Sobre la supuesta compra y coacción de votos aportó pruebas de la existencia de 9 mil 924 tarjetas de Monex, Soriana y de servicios telefónicos. No comprobó que las mismas se hayan utilizado para compra de votos o para cualquier otro fin (es literalmente imposible determinar que se “compró” un voto), pero en última instancia, si la diferencia de votos entre el primero y el segundo lugar de la elección presidencial supera los tres millones, poco más de nueve mil resultarían intrascendentes. Hay en el expediente una “prueba” fantástica: una fotografía de Peña Nieto con una camiseta del Santos de Torreón, lo que por la relación de uno de los dueños de Soriana con ese equipo demostraría, según la acusación perredista, esa complicidad. Sin rubor, el documento dice que gracias a esa foto “no es posible que se niegue la existencia de una relación contractual” entre la empresa y “el Partido de la Revolución Democrática” (en realidad quisieron decir el Partido Revolucionario Institucional, así de bien redactada y presentada está la acusación). No es una broma, está en la página 349 de la impugnación perredista.
Tampoco se ponen de acuerdo en cuánto es el gasto excesivo de campaña. En la página 27 dicen que Peña gastó 374 millones 920 mil 338 pesos con 21 centavos (así de exacta es la cifra). Pero en la página 29 hablan de 719 millones 500 mil 989; en la 30, de mi1 173 millones 486 mil 884, una cantidad que aumenta en la página 31 a mil 892 millones 987 mil 873 y que hacia la mitad de la impugnación crece geométricamente a cuatro mil 599 millones 947 mil 837 en la página 225 y disminuye a dos mil 294 millones 220 mil 941 en la 325. Más adelante se menciona que “desde el inicio de las campañas electorales hasta el mismo día 1 de julio de 2012… haciende (sic) a la cantidad de 4 mil 599 millones 947 mil 834”. Finalmente, en la página 429 se estipula que la suma gastada es de tres mil 95 millones 953 mil 918 pesos 71 centavos ¿sumando “beneficios ilícitos” de Monex, Soriana, gobierno de Zacatecas, Tarjetas Premium Platino? Allí, por cierto, confunden los supuestos ingresos con los supuestos egresos.
El tercer punto es la supuesta intervención de los medios a favor de Peña Nieto. No hay tampoco elementos: en la página 36 se dice, como prueba, que la Organización Editorial Mexicana que edita El Sol de México, entre otros periódicos, es “el diario de mayor importancia en México”, y dice que en él hay notas negativas sobre López Obrador y no sobre Peña. Y después presentan una conclusión contundente: “Las fotos que se publicaban del candidato lo muestran enojado y serio”.
Hay un argumento acerca de las televisoras también increíble. Mencionan que hay una relación directa entre la penetración de un candidato en la ciudadanía, con la preferencia del auditorio de televisión. Para fundamentar su argumentación declaran que el Canal 4 de televisión abierta, que pertenece a Televisa, tiene cobertura local en el DF, pero su influencia en el auditorio es muy baja, y que por eso ahí Peña Nieto tuvo un bajo nivel de votación y, por ende, López Obrador obtuvo mayor cantidad de sufragios. No es un invento: está en la página 211. Otra prueba irrefutable de la parcialidad de los medios, como se expone en las páginas 38 y 41 de la impugnación, es la cobertura que recibió la relación sentimental de Peña Nieto con Angélica Rivera.
Todo esto es muy poco serio. Menos aún que las gallinas y cabras expuestas en el Zócalo. Antes del fin de semana, el Tribunal declarará la legitimidad de la elección y tendremos que ponernos a trabajar seriamente, sin estas burlas, en el futuro del país.
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