Autor: Patrick Barron
La única política económica internacional que necesita un país: “Ocúpate de tus asuntos y da un buen ejemplo”
El escenario económico internacional está dominado por las intervenciones del estado a todos los niveles. Leemos diariamente acerca de disputas respecto de la manipulación de los tipos de cambio, aranceles proteccionistas seguidos por aranceles en represalia, bloques de libre comercio altamente regulados, acuerdos bilaterales de comercio y más. Por ejemplo, Gran Bretaña es miembro de una Unión Europea (UE), pero no de la Unión Monetaria Europea (UME), lo que significa que acata todas las regulaciones y paga todas las evaluaciones para permanecer como miembro de la UE para comerciar con los demás miembro de la UE de 27 países.Pero no utiliza la divisa común, el euro, que solo emplean 17 de los miembros de la UE. La industria británica tropieza con las muchas regulaciones, aparentemente sin sentido y extravagantes que aumentan los costes de los bienes británicos para que Gran Bretaña pueda comerciar libremente dentro de la UE. Algunas regulaciones son tan onerosas que algunas fábricas británicas tendrán que cerrar. La facción pro-UE en Gran Bretaña, igual que los líderes de los tres partidos principales (conservadores, laboristas y liberal-demócratas) reconocen el daño, pero proponen cabildear en busca de exenciones especiales caso por caso. La facción anti-UE, liderada por el Partido Independiente del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés) quiere a Gran Bretaña completamente fuera de la UE, argumentando que el coste de ser miembros es demasiado grande y que la pérdida de soberanía es inconstitucional. Puede verse el mismo debate dentro de todas las naciones de la UE en mayor o menor grado.
Pero ahora todos son conscientes de la crisis de deuda del euro, es decir, de que muchos miembros de la UME están masivamente en deuda. Los bajos costes del crédito y la capacidad de los miembros de monetizar sus deudas a través del Banco Central Europeo (BCE) por medio de sus cautivos bancos centrales nacionales crearon incentivos que resultaron ser demasiado poderosos como para que los gobiernos se resistieran, así que se dedicaron a pródigos programas de gasto a nivel público y disfrutaron, brevemente, de un auge inmobiliario que se ha visto aplastado. Su salida de este embrollo no está clara. Algunos economistas proponen aumentar impuestos y recortar programas, a lo que se llama comúnmente “austeridad”. Otros han pedido que estos países abandonen la UME, restauren sus divisas nacionales y devalúen frente al euro, supuestamente para restaurar la “competitividad”. Otros han pedido directamente un impago en su deuda denominada en euros.
La suposición común detrás de cualquier discusión de estos debates y crisis es que un país no puede actuar solo en el mundo y necesita negociar acuerdos comerciales y monetarios con sus socios, que pueden requerir que el país adopte medidas que sean contrarias a sus intereses. ¿Es realmente así? ¿Es posible que una nación se libere de todos los acuerdos internacionales, gestione su propia divisa como le parezca y comercie con fortaleza con el resto del mundo?
Ningún país puede dañar económicamente a otro sin el consentimiento de ese país
Para aceptar la inteligencia del no intervencionismo internacional en asuntos económicos, uno debe entender que ningún país (o bloque de países, como la UE) puede dañar económicamente a otro sin el consentimiento de ese país, es decir, su aquiescencia tácita. En otras palabras, un país puede adoptar sus propias políticas comerciales y monetarias y no tiene que verse influido o dañado por las acciones de cualquier otro país. Pero antes que nada, tenemos que entender la definición de “daño”.En su libro No Harm: Ethical Principles for a Free Market, el Dr. T. Patrick Burke explica que el daño consiste solo en daño físico o amenaza de daño físico. No se caracteriza por la discriminación o una demanda de términos comerciales especiales. El ejemplo más común de daño real y físico es la guerra. La guerra destruye los activos de otros. Igualmente, los bloqueos causan daño real, porque la nación bloqueada está amenazada por la destrucción de sus bienes entrantes o salientes. El que no elija luchar por romper el bloqueo o no tenga capacidad para hacerlo no significa que no se vea dañada. Sin embargo, el rechazo de un país a permitir a sus ciudadanos comerciar con otro (por ejemplo, la restricción reciente de la UE a sus miembros que les impide importar petróleo iraní no daña a Irán). Un ejemplo interno sería el de una persona que rehúsa tratar con un comerciante local, debido a algún desacuerdo personal. Ese comerciante no se ve dañado por el comercio que no realiza. El Dr. Burke explica que a la víctima de la discriminación se la deja en la misma posición que antes de acto de la discriminación y que ninguna nación o individuo puede reclamar un derecho a comerciar con otro.
De hecho, la nación o persona discriminadora se genera a sí misma algún coste extra y, por tanto, se daña solo a sí misma. Consideremos que es muy probable que una persona deba viajar más lejos y pagar más por los bienes o comprar bienes inferiores que rechaza comprar a su comerciante local con el que está peleado. Al nivel de estado-nación, la Unión Europea daña a sus propios ciudadanos, pues deben pagar más por el petróleo, comprar petróleo inferior o sufrir algún tipo de incomodidad. En caso contrario ¿para qué habrían comprado petróleo iraní antes? Un puede incluso llegara decir que UE hace la guerra contra sus propios ciudadanos y no contra Irán, pues, indudablemente, hay sanciones políticas que la UE emplearía contra sus miembros por violar la prohibición de comercio con Irán que debe basarse en la amenaza de violencia.
Las intervenciones regulatorias y monetarias solo dañan a los que las imponen
Continuaré usando el ejemplo de la UE para mi tesis de que una nación no puede verse dañada salvo por su propio consentimiento. La UE ha adoptado muchas regulaciones onerosas sobre el comercio en bienes y servicios con las que deben cumplir sus miembros como condición para permanecer en la UE. La EU ha levantado barreras comerciales para muchos bienes y servicios frente quienes no son miembros de la UE. Por ejemplo, la UE prohíbe la importación de la mayoría de los productos agrícolas de África. O bien hay una prohibición directa contra la importación de alimentos africanos o bien las naciones africanas no pueden cumplir con regulaciones complejas y onerosas como la prohibición de alimentos con ingeniería genética. Un país que desee comerciar con la UE o bien cumple con las demandas de la UE o bien debe buscar compradores en otro lugar.Esta práctica no cae dentro de la definición de daño de Burke respecto de África. Pero sí constituye un daño a los ciudadanos de la UE. Los países africanos se quedan en la misma situación que antes: recordemos que ninguna nación tiene derecho a comerciar con otras. Pero debemos asumir que la UE prohíbe los alimentos africanos porque sus ciudadanos los habrían comprado en ausencia de prohibición; de otra forma. La prohibición no sería necesaria. Por tanto, las regulaciones o prohibiciones de la UE contra la importación de alimentos africanos daña solo a los propios ciudadanos de la UE. Las naciones africanas son perfectamente libres para buscar vender en otro lugar del mundo, aunque es verdad que su nivel de vida habría sido más alto sin las regulaciones y prohibiciones de la UE.
Lo mismo pasa con las intervenciones monetarias. Estados Unidos se ha quejado durante algún tiempo de que China intervenga en sus propios mercados monetarios para mantener bajo el valor del yuan para aumentar las ventas exportadoras. La postura de EEUU afirma erróneamente que se ve dañado porque las compañías nacionales pierden ventas ante los bienes chinos más baratos. Pero esto es erróneo. Desde el punto de vista de la justicia las empresas nacionales no tienen derecho a ventas nacionales. Y desde un punto de vista práctico, Estados Unidos goza de una subvención directa de China. China vende a Estados Unidos bienes por debajo del coste y causa que sus propios ciudadanos sufran precios más altos; es decir, los precios nacionales chinos más altos se deben a la intervención monetaria que da a los importadores estadounidenses más yuanes que el tipo del libre mercado, que se basa en la paridad de poder adquisitivo. Como expliqué en un ensayo anterior, las intervenciones monetarias para estimular las exportaciones las pagan los propios ciudadanos del país exportador en forma de precios nacionales más altos. Si Estados Unidos prohibiera imprudentemente la importación de productos chinos, ya sea por cuotas o aranceles, solo dañaría a sus propios ciudadanos, que se verían obligados a pagar precios más altos, así como otras dislocaciones económicas.
Conclusión
La única política económica internacional que necesita un país es ocuparse de sus propios asuntos y ser un buen ejemplo para el resto del mundo. Una política económica justa para una nación libre y poderosa se basaría en los pilares gemelos del libre comercio unilateral y el no intervencionismo en sus propios mercados. Esto significa una completa eliminación de las regulaciones nacionales que intenten establecer patrones de calidad y seguridad (ya que el mercado lo hará por sí mismo) y el completo abandono de la fabricación y gestión del dinero.No necesita unirse a un bloque comercial o negociar acuerdos de comercio con otras naciones. Si un bloque comercial como la UE establece estándares de importación distintos de los propios, cada empresa exportadora decidirá por si misma si le compensa el coste añadido cumplir con los estándares del bloque importador. No se trata de que decida el gobierno de la nación exportadora. Además, la nación exportadora no tiene que preocuparse de importar de un país o bloque de países que rechacen a cambio los bienes de dicha nación exportadora. Después de comprar bienes de la nación o bloque de naciones proteccionista, la divisa de la nación encontrará su camino de vuelta a su economía en forma de demanda exportadora de alguna otra nación que acepte la divisa en pago por algún otro bien o servicio o recibirá una inversión de capital. Si la divisa no encuentra nunca su camino de vuelta a la nación que adoptó el libre comercio unilateral y se queda indefinidamente en las arcas de algún banco extranjero o banco central, esa nación ha sido sencillamente receptora de un regalo. Una analogía será la de un amigo o vecino que te vende algo y nunca hace efectivo tu cheque.
Las naciones prósperas han sido siempre grandes naciones comerciantes, pues se benefician de la expansión de la especialización en un grado cada vez mayor. El comercio sólido depende de la libertad de comercio con el mundo bajo términos acordados mutuamente por parte de los que participan en el intercambio, no por los gobiernos. Todo comercio, especialmente el comercio internacional, depende de un medio de intercambio aceptado internacionalmente. Los medios de intercambio más aceptados en todo el mundo son el oro y l plata. Esta aceptación no se basa en la coacción del gobierno, sino en la aceptación del mercado. Aquellos sabios estadistas que deseen ver prosperar a sus naciones adoptarán el libre comercio, el capitalismo del laissez faire y la moneda fuerte. La cooperación internacional entre gobiernos no es necesaria: el mercado (es decir, el pueblo) hará el resto.
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