07 agosto, 2012

PAN, ¿qué harán?


PAN, ¿qué harán?

Gregorio Ortega Molina

El cinismo en política tiene bajos rendimientos y altísimos costos electorales y sociales. Acción Nacional perdió la contienda presidencial, el Congreso y las gubernaturas, porque a decir de su líder y conductor, los candidatos eran unos pigmeos, cuando, a la vieja usanza, él palomeó e incluso impuso a algunos de ellos, por sobre la voluntad de los auténticos, los verdaderos panistas.


    
Resulta que el presidente de México, el responsable de la debacle electoral de su partido, como consecuencia del resultado de sus políticas públicas, quiere, necesita mangonear al PAN, porque tiene la certeza de que su proyecto para México sólo sufre un receso de seis años, y en 2018 retomará las riendas de la patria para profundizar la globalización, la entrega de los recursos no renovables del país al Imperio, para satisfacer las más apremiantes de las necesidades de sus verdaderos patronos.

    
Quien tiene el poder, pero perdió su sucesión y disminuyó dramáticamente la presencia del PAN en el Congreso y en los gobiernos de los estados, ¿puede aspirar a decidir sobre el destino político de su partido, reordenarlo o refundarlo, para servirse de esa institución, ponerla a trabajar en beneficio de sus intereses, cuando la realidad le es adversa? ¿No será que procede así, para que se crea en su permanencia en territorio nacional -cuando ya se va-, y se tenga la certeza de que nada tiene que temer, pero está aterrado?

    
¿Puede Javier Lozano, un recién llegado, incidir en el destino de Acción Nacional? Lo que ocurre en esa institución política es un reflejo de lo que sucede en la Presidencia de la República, porque la ausencia de sentido común que allí impera permea a toda la sociedad, en la que por sectores los mexicanos son capaces de creer cualquier cuento, cualquier historia, con tal de que cuadre con sus “supuestos” intereses, porque la abominación bíblica es regresar al pasado, y ese pasado está encarnado en el anatema, que es el PRI.

    
Si Acción Nacional, si los herederos de los padres fundadores desean sacarse la espina y regresar al poder para, ahora sí, iniciar la transición y las reformas y no nada más la alternancia, lo primero que han de hacer es desprenderse de los neopanistas y yunquistas que se incrustaron en el partido, con propósitos exclusivamente de adueñarse de una parcela del poder, para retomar el cauce ideológico y político que los hizo una oposición constructiva.

    
Vicente Fox cumplió con el cometido de todo político afiliado a un partido: ganar el poder y conservarlo. Desconocerlo, es negarse a ellos mismos.

    
Se lee en los principios de doctrina del PAN: “La vida de la Nación, el cumplimiento de su destino, la posibilidad de crear y mantener en ella condiciones espirituales y físicas adecuadas para una convivencia civilizada y noble, son incompatibles con el establecimiento o la conservación de un estado social desordenado o injusto…”

    
¿Cuál es el resultado de las políticas públicas del actual gobierno, y su comportamiento poselectoral? Dejemos de lado la injusticia, evaluar si se vive en ella o no puede ser subjetivo, pero el desorden en que deja a la nación, es para servir de estudio en ciencia política, porque es colindante con el caos.

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