07 agosto, 2012

Pensar ya, y hacerlo en grande


Pensar ya, y hacerlo en grande

Pablo Hiriart

Política de altura se va a necesitar en los siguientes meses para resolver complicados acertijos de la economía, pues no funcionan y golpean a los más pobres y a toda la cadena productiva.
 
La grilla de estos días nos confunde y aturde. Mentiras que se hacen pasar como verdades, siembran el encono y distraen la atención de lo sustancial.




El país ya votó y no le dio mayoría absoluta a nadie en el Congreso. Tienen que ponerse de acuerdo.


Hay un grupo de partidos que se niega a aceptar los resultados y, como dijo su ex candidato presidencial el domingo en Puebla, no van a dejar sentarse en la silla presidencial al ganador.


El dirigente del PRD, Jesús Zambrano, dijo ahí en Puebla que el próximo Presidente de la República es “un delincuente electoral”.


De esa manera se marginan de toda posibilidad de negociación política, pues como expresó su abanderado, “el único acuerdo posible es invalidar la elección”.


Adiós. Con ellos no se cuenta para la solución de problemas acuciantes pues andan en otros menesteres, más próximos a la psiquiatría que a la economía. ¿Qué vamos a hacer con Pemex y las gasolinas?


El precio al consumidor ha subido entre 40 y 55 por ciento en este gobierno, mientras que los subsidios a gasolinas en el sexenio ascenderán por encima de los 705 mil millones de pesos.


El dinero que se va a subsidiar las gasolinas —apuntó en estas páginas José Manuel Herrera en su siempre documentada columna “Pensándolo Bien…”— equivale a lo que se invierte en una década del programa Oportunidades, destinado a aliviar la pobreza de siete millones de familias mexicanas.


¿A quién beneficia ese subsidio? A las familias más ricas. El 20 por ciento de los grupos familiares con mayores ingresos absorben el 52.3 por ciento del subsidio, apunta José Manuel Herrera. Y el 20 por ciento de las familias más pobres se benefician con únicamente el 3.6 por ciento de ese subsidio.


La solución parece simple: quitar los subsidios. Sin embargo, no es así. O al menos, no tan fácil.


Las familias más pobres dedican el 15 por ciento de su ingreso al transporte público, que subiría exponencialmente si se quita el subsidio al combustible. “Hay que hacer más refinerías para dejar de importar”, dicen unos. Tal vez sí, tal vez no. Pemex y sus organismos subsidiarios arrojaron una pérdida neta de 25 mil 918 millones en el segundo trimestre del año.


El lastre está en el Sistema Nacional de Refinerías: en el primer semestre de este año perdió 63 mil millones de pesos.


Hay que pensar bien y pensar en grande. Si un grupo del espectro político se margina y ya pinta pancartas para decir no a todo, allá ellos. El resto, que es la mayoría, debe hacer su tarea.


Las refinerías, a su vez, son quizá el principal lastre de Petróleos Mexicanos.

 

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