07 agosto, 2012

Cuando vinieron por Pedro Ferriz…



Por Esteban ZAMORA

      “Cuando los nazis vinieron por los comunistas / me quedé callado; / yo no era comunista. / Cuando encerraron a los socialdemócratas / permanecí en silencio; / yo no era socialdemócrata. / Cuando llegaron por los sindicalistas / no dije nada; / yo no era sindicalista. / Cuando vinieron por los judíos / no pronuncié palabra; / yo no era judío. / Cuando vinieron por mí / no quedaba nadie para decir algo”.

      El párrafo anterior, atribuido a veces a Bertolt Brecht, fue escrito por Martin Niemöller, pastor luterano encarcelado en 1937 por su oposición a Hitler, internado en los campos de concentración de los nazis y liberado en 1945,  al término de la guerra. Antes de ser canciller, Hitler le había prometido bajo su palabra de honor que no promulgaría leyes anti eclesiásticas ni habría linchamiento de judíos, pero una vez afianzado en el poder el “fuhrer” se empeñó en la extinción de los judíos y trató de “arianizar” las iglesias al prohibir que acogieran en su seno a toda personas que fuera descendiente de judíos.  

      El texto citado, además de ser un reproche a la fría indiferencia ante la injusticia, constituye un acto de contrición por la falta de solidaridad ante el sufrimiento causado por la arbitrariedad y el abuso. Niemöller  explica así la causa de su pasividad ante los atropellos de los nazis:
     Yo también creía firmemente, dado el antisemitismo difundido en Alemania en esa época, que los judíos tenían que renunciar a obtener puestos de Gobierno o escaños en el Reichstag.  Había muchos judíos, especialmente entre los sionistas, que tenían un punto de vista similar. La promesa de Hitler me satisfizo en esa época. Por otra parte, yo odiaba el creciente movimiento ateo, apoyado y mantenido por socialdemócratas y comunistas. Su hostilidad hacia la Iglesia hizo mantener mis esperanzas en Hitler por una temporada. Ahora estoy pagando ese error; y no solo yo, también otros miles de personas como yo”.
      El recuerdo de esta historia viene al caso ante la sospechosa “renuncia” de Pedro Ferriz de Con a seguir trabajando para la Cadena 3 de la televisión  y para el diario Excélsior. El comunicador no ha querido, hasta el momento, externar las causas de su presunta dimisión y se ha concretado, después de afirmar que “se están gestando cambios de conciencia”, a decir “fíjense lo que es la ironía de la vida: yo que me dedico a hablar necesito un tiempo para callar, para reflexionar,  y por lo mismo callaré un rato”, y en un programa de radio anunció: “en algún momento regresaré con más ímpetu”.
     El silencio de Pedro Ferriz se ha interpretado, con suficientes visos de verosimilitud, como una regresión anticipada –después de un respiro de 12 años de libertad– a los viejos tiempos del PRI autoritario que mantenía confinados dentro de estrechos límites a la actividad informativa.
     El periodista José Castellanos, en un artículo reciente, nos invitaba a recordar la conferencia que dio en México el líder polaco Lech Walesa a principios de la alternancia del año 2000, en la que nos advirtió que debíamos esforzarnos por que el PRI no volviera al poder cuando menos en 18 años para impedir las regresiones como las que han dado  en algunos países europeos que estuvieron sometidos al dominio de la Unión Soviética pues de otra manera no se podría suprimir los mecanismos que le dieron sustento a la llamada dictadura perfecta.     
      Es necesario, por lo tanto, multiplicar las voces de alerta, no vaya a ser que cuando vengan por nosotros ya no quede nadie para hablar en nuestra defensa, y para los que conocimos y sufrimos al viejo PRI esa eventualidad no sería improbable ni remota. No nos esperemos a tener que lamentar el error de nuestra pasividad.


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