La victoria pírrica de AMLO

La victoria pírrica de AMLO

Autor: Juan Ramón Bustillos

Candidato perdedor de las izquierdas acude a la comedia para expresar sus verdaderas intenciones

Hay quienes piensan, como Jesús Murillo Karam, que Andrés Manuel López Obrador es sólo un comediante, pero la realidad es que el candidato perdedor de las izquierdas acude a la comedia para expresar sus verdaderas intenciones.
 
En medio de un galimatías discursivo amenazó, en Puebla, con impedir que Enrique Peña Nieto se siente en la silla presidencial; como nunca se sabe si habla en chunga o en serio, dirá que, en realidad, lo hacía de manera hipotética y que nadie puede acusarlo de amenazas.

Por lo pronto, hubo quienes tomaron en serio sus palabras, como el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, que en la encerrona con los nuevos legisladores panistas se sintió obligado a declarar que el cambio de gobierno (léase la toma de posesión de Enrique Peña Nieto) se desarrollará en paz y que el gobierno garantiza la seguridad.


La priísta sinaloense Diva Gastélum, que conoce bien a López Obrador, le reviró con una oferta que puede parecer ocurrencia, pero que no lo es: Obsequiarle un diagnóstico siquiátrico; por su parte, Jesús Murillo Karam habló de show y maquiavelismo.


Creo que Poiré, Gastélum y Murillo Karam, como el resto, deben tomar más en serio a López Obrador; si dice que Peña Nieto no se sentará en la silla presidencial es porque tiene un plan para intentarlo, por lo menos.


¿Cuál podría ser?


Descartando cuestiones referentes a la integridad personal del próximo Presidente, porque no suponemos a Andrés Manuel capaz de llegar a tales extremos, lo primero que se nos ocurre es un cerco monumental al Palacio Legislativo de San Lázaro para evitarle ingresar.


Desde luego, la toma de la tribuna de la Cámara de Diputados, como lo hizo en 2006.


Habría que descartar la toma de Palacio Nacional, pues no es ahí donde los presidentes protestan, además, porque ni Cuauhtémoc Cárdenas, con más autoridad moral que López Obrador, se atrevió a arriesgar a sus seguidores en un enfrentamiento con los soldados que custodian el inmueble donde, en teoría, reside el Poder Ejecutivo federal.


Con la nueva legislación, el Presidente puede tomar posesión en cualquier sede alterna, de tal suerte que López Obrador tendría que recurrir a sus sistemas de inteligencia para adivinar el lugar escogido por Peña Nieto para sustituir a la Cámara de Diputados.


¿Secuestrar al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que puede tomar la protesta?


El gran show de López Obrador, más bien su victoria pírrica, consistirá en poder presumir, durante el sexenio, que Enrique sea el primer Presidente en no tomar posesión de la manera normal, es decir, en la tribuna de la Cámara Baja.


Algo es algo, dirá en la finca que le heredaron sus padres en Catasajá cuando, con sus corifeos, se divierta relatando cómo fue que enfrijoló la toma de posesión de Peña Nieto, pero aún está por verse qué dirán el candidato ganador y Felipe Calderón.


Fueron los priístas quienes ayudaron a Calderón a echar a perder la victoria pírrica que en el 2006 se pensaba anotar López Obrador, pero, por las dudas, el Presidente electo y Vicente Fox protagonizaron, ante las cámaras de televisión, una especie de relevo en el mando en el que hubo hasta intercambio de banderas.


Aquello sí fue un show, pero, en esta ocasión, la ley lo prevé; no obstante, le serviría de argumento para su afirmación de que lo impusieron las televisoras.


Hasta donde es posible saber, Peña Nieto está decidido a tomar posesión en la Cámara de Diputados.