01 septiembre, 2012

Anarquismo militar para matar a Obama

Por:  
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El plan estaba claro. El resultado sería el caos. El grupo clandestino se hacía llamar F.E.A.R., unas siglas que conforman la palabra ‘miedo’ en inglés y que corresponden a la expresión Siempre Duraderos Permanentemente Listos. Iban a colocar bombas en el parque Forsyth, en la localidad de Savannah. Envenenarían huertos de manzanas en el Estado de Washington. Volarían una presa. De entre la psicosis generalizada, los cuatro soldados emergerían en Washington para asesinar al presidente Barack Obama.

Los integrantes de esa milicia estaban destinados a la base de Fort Stewart, en Georgia. Habían comprado ya 87.000 dólares en armas: pistolas, rifles, fusiles semiautomáticos y explosivos. Y habían llegado tan lejos como para matar a otro soldado, Michael Roark, y a su novia, Tiffany York, que les habían descubierto y habían amenazado con delatarles. Los detalles se conocieron el lunes, cuando uno de los cuatro milicianos, el soldado raso Michael Burnett, delató a sus compañeros en un juzgado de Georgia, para reducir su propia pena.

Los cuatro han sido arrestados. La fiscalía les acusa de querer “derrocar al Gobierno”. El fiscal Tom Durden les ha calificado de anarquistas. El FBI, la policía judicial, participa ya en la investigación. El soldado Burnett dijo que fue su compañero de filas Isaac Aguigui quien comenzó a avanzar ideas anarquistas, hablándoles de un extraño y secreto libro, titulado ‘El manuscrito’, que hablaba de devolverle el Gobierno a su legítimo dueño: el pueblo. Según dijo, había otros uniformados y veteranos retirados que simpatizaban con sus ideas.

“El acusado Isaac Aguigui reclutó de forma activa a nuevos miembros de Fort Stewart y se centró en soldados que estaban pasando por problemas o que se hallaban desilusionados”, dijo en corte la asistente del fiscal del distrito, Isabel Pauley, según CNN. Entre sus planes inmediatos: “tomar el puesto de control de Fort Stewart, hacer estallar vehículos de grandes figuras políticas y judiciales a nivel local y estatal y a representantes federales”. Roark y York, que les descubrieron, fueron ejecutados en un bosque, según las pesquisas policiales.

El año pasado, una familiar de Aguigui avisó a las autoridades, alarmada tras la muerte, en circunstancias sospechosas, de la esposa del soldado. Los fiscales mantienen que este financió a la milicia con un seguro de vida de 500.000 dólares que había cobrado por el fallecimiento de su cónyuge. Con ese dinero, el uniformado había comprado 15 armas, mientras se hallaba de permiso. Entonces, el Ejército ya le dijo a la policía que había una investigación abierta sobre las actividades de Aguigui. Finalmente, permitió el arresto la delación de Burnett, que se declaró culpable de homicidio y pertenecer a una banda ilegal, entre otros cargos.

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