02 septiembre, 2012

Argentina: El gobierno vive en un mundo en el que la reelección es posible

Argentina: El gobierno vive en un mundo en el que la reelección es posible

CKFPor Sergio Crivelli
La Prensa, Buenos Aires
Muchas decisiones y gestos del gobierno que irritan y perjudican a la clase media sólo se explican por su aislamiento y porque, de tanto repetirlo, ha terminado creyendo su propio relato. El hermetismo del círculo presidencial elimina las filtraciones, pero también aleja la realidad. Por eso la presidenta se limita a sonreír cuando le preguntan por la "rerre", mientras sus partidarios trabajan en una reforma que imponga el sistema parlamentario o la reelección perpetua.
Nada de eso toma en cuenta, sin embargo, que por el actual camino no hay posibilidad de reunir una mayoría de dos tercios para asegurar la continuidad de Cristina Fernández y que lo que debería ocupar a sus operadores es la gobernabilidad después de 2013. Las encuestas muestran un fuerte rechazo de la clase media que se traduce en caida de imagen presidencial, pesimismo sobre el futuro económico y pérdida de votos.

La presidenta no quiere malas noticias y nadie de su entorno se anima a dárselas porque el precio de esa osadía es el ostracismo y la pérdida de poder. A eso hay que atribuir también la rencorosa obsesión contra el periodismo no oficialista, la cadena nacional en continuado y la millonada que se dilapida en ignotos "diarios de Yrigoyen".
La defensa a ultranza de indefendibles como Amado Boudou y el hostigamiento mediante la AFIP a las opiniones disidentes son señales de un triunfalismo que se funda en las elecciones de hace casi un año e ignora los cambios registrados en la opinión pública.
Entre otros puede elegirse un episodio de los últimos días que ilustra la distancia que existe entre el relato oficialista y una realidad que se le ha ido convirtiendo cada día en más adversa. El jueves el ministro Florencio Randazzo anunció una medida modesta, pero positiva: un crédito automático para las tarjetas SUBE agotadas que podría sacar de un apuro al usuario que se quedó en cero. Nada de refundar la Argentina con una gesta histórica a la que es tan afecto el relato "K".
El funcionario pensaba capitalizar políticamente la idea con una alta exposición en los medios, pero ese día volvió a fallar una barrera del Sarmiento y un tren atropelló a una camioneta en Floresta. Como era lógico sus planes se frustraron porque el foco informativo se trasladó a la desastrosa situación de los ferrocarriles. Estaba tratando de asimilar el cambio de planes cuando llamó la presidenta para averiguar cómo era posible que sucedieran estos hechos, misterio lógico para alguien que usa el helicóptero para ir a La Matanza y que cuando le muestran algún vagón de tren es para imaugurarlo, no para usarlo en hora pico.
La preocupación por el accidente en Floresta, de todas maneras, era natural, porque lo único que provoca conmoción en la Casa Rosada son las catástrofes. Los 51 muertos de Once, por ejemplo. Eso -o "Cromagnon"-enmudece a la jefa de Estado, reacción demostrativa de qué es lo único que teme. Cuando un desastre de ese tipo se produce, la respuesta automática es aumentar el aislamiento en el Sur hasta que baje el agua y tomar distancia. Por eso fue echado un alto funcionario que Randazzo había promovido solo tres días antes.
Eso también explica la insistencia con el adoctrinamiento infantil en las escuelas -algo tan inútil como negativo para el propio gobierno- o el proyecto de construcción de un complejo de producción cinematográfica en el sur de la ciudad. Alguien debería haberle avisado a la jefa de Estado que el antecedente más conocido de ese tipo de proyectos "culturales" es Cinecitta, inaugurada en 1937 por Benito Mussolini en el marco de un proyecto totalitario de control social. Más allá de esa coincidencia, la idea de un régimen radical que modele no sólo la conciencia, sino hasta lo sueños de los ciudadanos es un delirio, en especial si se encarga de la tarea a "la Cámpora". Más todavía, si en ese proyecto propagandístico se emplean fondos equivalentes a los necesarios para hacer funcionar con un mínimo de seguridad los trenes.
¿En qué confía el gobierno para recuperarse antes de las elecciones? En que la economía se enderece sola, en que lo salven los dólares de la soja y en que Brasil vuelva a traccionar la economía local. Mientras tanto insiste con un relato que ignora los hechos y en que la presidenta debe creer sinceramente, tal vez porque como creía Novalis el mayor hechicero es el que se hechiza a sí mismo hasta el punto de tomar sus propias fantasmagorías por realidades.

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