06 septiembre, 2012

Bill Clinton confía en Obama para reconstruir el sueño americano del siglo XXI








El ex presidente, Bill Clinton, apadrinó ayer con todas las consecuencias al candidato presidencial demócrata, Barack Obama. "Ni yo ni ninguno de mis predecesores habría conseguido reparar el daño económico en sólo cuatro años", aclaró ante los asistentes a la segunda jornada de la Convención Nacional Demócrata. Bill Clinton nombra oficialmente a Obama candidato demócrata a la reelección.

"Me gusta el argumento del presidente Obama. Heredó una economía profundamente dañada, puso fin a la caída, comenzó el largo y dificil camino hacia la recuperación", señaló Clinton.
"Obama ha sentado las bases para un sistema económico más moderno, más equilibrado que produce millones de buenos puestos de trabajo nuevos y vibrantes, nuevos negocios, y un montón de riqueza para los innovadores", explicó el popular ex mandatario de EEUU durante su discurso ayer del Time Warner Cable Center.
En su intervención, un eufórico Bill Clinton señaló que "si queremos un país de prosperidad y responsabilidad compartida hay que votar por Barack Obama y Joe Biden".
Por el contario, "si queremos una sociedad individualista, donde el ganador se lo lleva todo, hay apoyar la candidatura republicana", asegurará al preguntar al electorado en qué tipo de sociedad desean vivir.
El ex presidente también tuvo tiempo para bromear, incluso al hablar de temas tan serios como el déficit. "Cuando me preguntan que cómo conseguí cuatro presupuestos con superávit siempre contesto con una sola palabra: aritmética".
Clinton, al hacer referencia al plan republicano, dijo que un plan de recortes de 5 billones de dólares en impuestos para reducir la deuda del país "la aritmética nos dice que no funcionará". "Recordemos que los republicanos cuadruplicaron la deuda antes de que yo llegara a la presidencia y la duplicaron después de que abandonase la Casa Blanca", explicó.

El talismán económico de los demócratas

Cuando el partido demócrata presentó en sociedad a Bill Clinton en 1988 durante su convención nacional, pocos pensaban que el por entonces gobernador de Arkansas acabaría por convertirse en el talismán del partido más de dos décadas más tarde. Durante su discurso de ayer en el Time Warner Center Arena, el ex presidente demostró una vez más que tanto su carisma como su historial económico son dos armas indispensables para garantizar la reelección de Barack Obama el próximo 6 de noviembre.
No hay que olvidar, según señala la consultora política Karen Finney, quien trabajó en la Casa Blanca y actualmente escribe para The Hill, que Clinton "recuerda al electorado que bajo mandatos demócratas los ciudadanos tenían dinero en sus bolsillos".
Cierto es que, con un nivel de popularidad que roza el 66 por ciento e incluso cierto nivel de admiración entre el partido republicano, Bill Clinton es el mejor portavoz para convencer al votante indeciso, especialmente entre la clase trabajadora, que el futuro bajo la gestión de Obama puede volver a repetir la prosperidad económica registrada durante la década de los 90.
"El atractivo de Bill Clinton es que realmente consigue conectar con las personas que trabajan duro para ganarse la vida", explicaba el senador estatal de Carolina del Sur, Vincent Sheheen. El propio candidato presidencial republicano, Mitt Romney, define como "un gran logro" que el programa subsidio por desempleo de la era Clinton obligase a los beneficiarios a buscar empleo.
Las similitudes entre el contexto heredado por Clinton y Obama son comparables. El ex presidente heredó un déficit de 300.000 millones de dólares, que corrigió mediante un presupuesto que apostó por una subida de impuestos por valor de 500.000 millones de dólares y recortes de gasto federal por una cantidad similar. Dicha decisión irritó no sólo a los republicanos, que votaron en masa contra la propuesta en el Congreso, sino también a los demócratas, que apostaban por estimular el crecimiento a través del gasto, no del ahorro.
La templanza que caracteriza a Clinton hizo que éste consiguiera aprobar su presupuesto en 1993 sin apoyo republicano. Ocho años y 23 millones de empleos más tarde, el mandatario logró transformar un déficit de 300.000 millones de dólares en un superávit de un billón de dólares. Ahora Obama debe esforzarse por demostrar que es capaz de heredar la fórmula de su predecesor demócrata en la Casa Blanca.
Pese a las rencillas personales entre Clinton y Obama durante la campaña presidencial de 2008, el ahora padrino de la agenda económica del candidato presidencial se encargó de recordar ayer que el país está mucho mejor que hace cuatro años o, al menos, continúa por la senda de la recuperación.
Si en Julio de 2008, el Wilshire 5000, tocaba los 13.074 puntos, cuatro años más tarde se sitúa en las 14.258 unidades. Dentro del mercado laboral, a día de hoy el 58,4 por ciento de los ciudadanos con más de 16 años cuenta con un empleo, sólo 3,8 puntos por debajo de los niveles registrados durante el verano de la pasada campaña presidencial. El ingreso personal de los estadounidenses, que cuando Obama ocupó la Casa Blanca en enero de 2009, se situaban en los 32.760 dólares, han mejorado hasta los 32.938 dólares.

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