Chile: Bendito crecimiento
Luis Larraín es Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo (Chile).
La pobreza bajó de 15,1 a 14,4% entre 2009 y 2011, y la distribución del ingreso mejoró notoriamente. La baja de la pobreza se concentró en la población indigente, que disminuyó desde un 3,7 a un 2,8% de los chilenos, un mínimo histórico. Esto, que debiera ser una buena noticia para todos, descompuso a muchos políticos de la Concertación.
Es que bajo el esquema de protección social de la ex Presidenta Bachelet, ese que inexplicablemente algunos en este gobierno tratan de imitar, la pobreza había subido y la distribución del ingreso se había deteriorado. Claro, la economía sólo creció a un promedio de 3,3% anual en el período Bachelet. En el gobierno de Piñera, por contraste, caracterizado por dos años de crecimiento económico en torno al 6%, mejora la situación de los pobres y disminuyen las brechas de ingreso.
La prédica socialista se
Así las cosas, los resultados de esta encuesta Casen vienen a ser una suerte de experimento controlado de políticas públicas. Ratifican lo que investigadores como Osvaldo Larrañaga nos habían dicho hace rato: que el crecimiento económico explicaba más del 70% de la reducción de la pobreza, pero no sólo eso; además, demuestran que el crecimiento es una buena política para mejorar la distribución del ingreso.
Al hacer una mirada más detallada de los números, estas conclusiones no deben sorprendernos. Los ingresos autónomos del 10% más pobre de la población (aquellos generados por las rentas del trabajo o el capital) crecieron nada menos que un 35%, lejos el porcentaje más alto de todos los grupos de ingreso. Como resultado de ello, la relación 10/10 (cuociente entre los ingresos del 10% más rico y el 10% más pobre) bajó desde 46 veces a 35,6 veces, un progreso notable. La explicación para ello es muy clara: empleo. En esos hogares más pobres, una gran cantidad de personas que estaban desempleadas encontraron trabajo, confirmando que la generación de nuevos puestos de
No sólo el 10% más pobre tuvo un incremento importante de su ingreso autónomo: también el segundo decil y el tercero vieron aumentar su ingreso a tasas de dos dígitos, lo que no ocurre con ninguno de los otros deciles que corresponden a grupos progresivamente más ricos.
Pero las buenas noticias no terminan aquí. Los ingresos monetarios de los más pobres (que incluyen subsidios en dinero del Estado) también crecieron más que el promedio. Así, la relación 10/10 de los ingresos monetarios bajó desde 25,9 veces a 22,6 veces. Este registro es el mejor de toda la historia desde que hay datos (1987) y confirma que las políticas sociales, bien focalizadas en los más pobres, son también una herramienta que contribuye a mejorar la distribución del ingreso. Aún así, el coeficiente de Gini de 0,52 sigue siendo alto para estándares exigentes como el de la OCDE y nos sitúa en la medianía de la tabla en Latinoamérica.
Otro dato interesante es que los pobres disminuyeron su dependencia del Estado. En 2009, los subsidios en dinero representaban el 43,7% del ingreso monetario del 10% más pobre; el año 2011 llegaban solamente al 36,5%.
No están aún disponibles los datos para medir la distribución de los ingresos que incluye subsidios no monetarios (educación gratuita y salud gratuita, por ejemplo) que debieran llevar la brecha 10/10 a niveles del orden de 13 veces, bastante más parecido a las diferencias que se encuentran en países desarrollados.
La verdad es que son buenas noticias para todos; el camino del crecimiento es el indicado. Ojalá todos lo entendieran así.
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