Ciudades al margen del Estado
Los medios españoles han recogido, como una curiosa anécdota, los
planes de Ikea de crear dos nuevos barrios, uno en Londres y otro en
Hamburgo. La compañía sueca ha pagado 25 millones de libras por una
extensión, cercana a la ciudad olímpica, de unos 100.000 metros
cuadrados. Soportan, en su mayoría, construcciones industriales que
darían paso a 1.200 viviendas para el alquiler, oficinas, hoteles y una
torre de 40 metros de altura. Para apreciar la arquitectura habrá que ir
en bicicleta o andando, ya que los coches recorrerán Strand East en una
cota más baja, moviéndose como en una madriguera. Está pensada para que
la vivan la clase media. El proyecto para Hamburgo es menos ambicioso.
Es interesante porque recuerda que el desarrollo urbanístico no tiene
por qué estar en manos de los políticos. Pero hay proyectos más
ambiciosos y más interesantes.
Es el caso de la provincia de Limón, en Costa Rica. Hay un proyecto,
que tiene visos de quedarse en eso, de crear un ordenamiento jurídico
propio para Limón, aunque seguiría formando parte del país. La elección
de esa provincia está basada en que es una zona pobre y degradada del
país, con una composición racial peculiar, fruto de pasadas oleadas
inmigratorias, y la relación con el gobierno central es tensa. Una fruta
madura, piensa Rigoberto Stewart,
su principal impulsor, que puede caer en una verde pradera de derechos
individuales, libre comercio y libre empresa. Sin comportamientos
consensuados convertidos en crímenes. Sin impuestos. Sin moneda oficial. Con una justicia y una seguridad privada.
El proyecto comprende un área de algo más de 9.000 kilómetros
cuadrados en la que viven 340.000 personas. Quizás demasiado ambicioso y
que es difícil que cuente con el beneplácito de los limonenses, pese a
ser muy atractivo. Hay otro proyecto, triple, menos ambicioso quizás, y
acaso por ello más factible. Tanto, que se puede decir que está ya en
marcha.
Se trata de tres ciudades que se erigirán en Honduras bajo el
patrocinio de Coalianza, comisión para la promoción de alianzas
público-privadas. No busca una secesión pacífica, surgida desde las
exigencias del pueblo, como Limón. Coalianza es una institución pública
que, bajo el amparo de una ley,
promueve la licitación de proyectos de desarrollo por parte de empresas
privadas de nuevas ciudades. Las empresas pueden tener derechos
temporales "sobre bienes patrimoniales del Estado" y aportar "servicios
que correspondan al Estado". Se puede decir que el proyecto entronca con
las ideas de Paul Romer.
Un grupo inversor bajo las siglas MGK ha llegado a un acuerdo
con Coalianza para construir la primera ciudad modelo, así llamada,
dentro de la RED (región especial de desarrollo) de Trujillo. Está en el
Valle de Sula. MGK ha anunciado la inversión de los primeros 15 millones de dólares.
La urbanización se hará bajo una planificación privada, como los barrios
promovidos por LandProp, la compañía de Ikea. Pero lo interesante no es
eso, sino que las tres ciudades tendrán sus propias leyes, sus propios
impuestos, su propia policía, en unas condiciones que forman parte de un
memorando acordado con el Estado de Honduras, dentro de lo previsto por
la ley. Es una concesión revisable. La seguridad jurídica no es
completa, pues no es lo que pretende Rigoberto Stewart que sea Limón,
una región completamente independiente. Pero cabe pensar que si las
leyes de Valle de Sula, y las de las otras tres ciudades, son mejores
que las del resto de Honduras, tendrán un éxito que podría asentar su
futuro.
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