El "derecho" de la violencia
Un
amigo argentino no puede imprimir en su oficina, además de perder horas de
trabajo intentando infructuosamente comprar un cartucho de tinta, porque el
Gobierno reprime la importación. No asombra que los políticos exploten a las
personas con tal de darse la gran vida. Pero impresiona que algunos crean que
tienen "derecho" a reprimir de esta manera.
El
destacado columnista Moisés Naím escribió, en El País de España, "¿Qué tienen en común el
calentamiento global, la crisis de la Eurozona y las masacres en Siria?... Que
nadie tiene el poder para detenerlas... Hay... cumbres de jefes de Estado... Y
nada. Es como ver una película en cámara lenta, en la que un ómnibus... se
dirige hacia el abismo y su conductor no frena ni cambia de dirección... Pero
mi metáfora es defectuosa. Supone que hay un conductor... con el poder de
frenar o de cambiar de rumbo".
Lo
cierto es que no existe tal conductor, y no tiene el poder de frenar o cambiar
el rumbo. Los políticos, simplemente, no lo tienen. Ellos cuentan con el
monopolio de la violencia y creen que eso es un instrumento eficiente. Es como
tener una granada y exigirle al ómnibus que vaya en cierta dirección y, si no
lo hace, estallar la granada. Lo que hace falta es un mecanismo que
naturalmente provoque el desvío, algo así como ¡un volante!
Lo
que se necesita es incentivar a las personas, para que sigan el camino
adecuado. Según Aldous Huxley, "las sociedades se mantienen, no por el
miedo de los más al poder coactivo de los menos, sino por una difundida fe en
la decencia de los demás". Y es verdad: no habría policía capaz de detener
el delito si todas las personas decidieran robar. Es decir que no es verdad que
las sociedades existan porque existe un marco coactivo que las "pone en
orden", existen porque así es la naturaleza humana. Y la violencia, dice
la filosofía clásica, es contraria al desarrollo natural, a la naturaleza, por
tanto, es imposible que sea un instrumento eficiente.
Aunque
"Esto no significa que el poder vaya a desaparecer... (pero su fin es)...
una de las principales tendencias que definirán nuestro tiempo" dice Naím
y supone una reforma, en la estructura del poder, con la que no concuerdo ya
que el problema es más esencial: lo que sucede es que este "poder"
nunca existió: el monopolio de la violencia jamás fue un método eficiente de
gobierno sino que, por el contrario, siempre destruyó. Ni siquiera en el caso
de "defensa propia". La primavera árabe, por caso, solo ha servido
para cambiar un tirano por otro, parecido, y para aumentar la venta de armas:
en Siria, antes de la crisis, un fusil AK-47 costaba US$1.200 en el mercado
negro, ahora supera los US$2.100.
El
gobierno español decidió crear el Departamento de Seguridad Nacional y reformar
al Código Penal que, entre otras cosas, castigará convocatorias por internet de
"protestas violentas", aquellas que no reciban autorización. El
dirigente político Felipe Puig, no dejó dudas: "buscamos... que la gente
le tenga más miedo al sistema". Es que Internet, y el desarrollo humano en
general, es la antipolítica, es por eso que le temen tanto. Es un mundo
gobernado por "la red", es decir, millones de personas cooperando
voluntaria y pacíficamente, en tiempo real, que se "autogobiernan"
como toda la naturaleza que fluye espontánea y armónicamente.
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