El Salvador: Política industrial reclamada con el hígado
Cualquier argumento pareciera ser bueno para reclamar. Esta vez fue
una declaración genérica de CEPAL (Comisión Económica para América
Latina y el Caribe, de las Naciones Unidas) acerca de "la necesidad de
que El Salvador tenga una política industrial".
Fue la chispa para
que los industriales reaccionaran con el hígado, mediante un campo
pagado carente de nivel y hasta de gracia, al "saludo" que les había
enviado el Presidente.
Vacías de contenidos específicos, las
declaraciones de CEPAL dejan la puerta abierta para que una pretendida
política industrial se convierta en una política de privilegios y
sobrecostos para el resto de la sociedad.
Esta película ya se ha
visto en América Latina, que no casualmente sigue siendo pobre y
desigual: en nombre de una política industrial el Estado otorga
privilegios, determina ganadores (invariablemente amigos del poder,
cualquiera sea su color), y condena al resto de la sociedad a subsidiar a
una industria nacional que se acomodará a ser ineficiente.
La
política de sustitución de importaciones es un viejo paradigma de CEPAL,
cuyo principal mentor, el argentino Raúl Prebisch, hizo famosa en los
años ´40 la afirmación sobre el "deterioro de los términos de
intercambio": cada vez harían falta más toneladas de trigo para comprar
un tractor importado, por lo que urgía a producir tractores localmente. Y
a cerrar la importación. Populismo económico puro.
Pero algo que
sin duda los entusiastas cepalinos cuscatlecos ignoran, es que el propio
Prebisch fue llamado en octubre de 1955, apenas caído el gobierno
populista de Perón que había seguido al pie de la letra sus recetas de
sustitución de importaciones…, para que elaborase un diagnóstico de la
situación económica. Sus conclusiones fueron las siguientes:
"El
país tiene una potencialidad económica que tendrá que aprovechar
eficazmente a fin de acelerar el ritmo de su producción y satisfacer así
sus crecientes necesidades de consumo popular".
Y al referirse a
los obstáculos encontrados, señalaba: 1) un mayor ritmo de producción
requeriría más importaciones de maquinarias y equipos (justamente lo que
él mismo había recomendado no hacer…); 2) si tales maquinarias y
equipos se incorporasen al sistema productivo no habría fuerza motriz
suficiente para accionarlos, debido a la grave crisis de energía (típica
consecuencia del populismo económico…). Y 3) la producción no podría
moverse por la notoria descapitalización del sistema de transporte".
Pareciera escrito para El Salvador de 2012.
La única diferencia es
que (por ahora…) los problemas de El Salvador no son culpa de Prebisch,
sino de una larga historia, continuada en el presente, de carencia de
políticas públicas eficaces.
En vez de insistir con políticas
industriales (a la carta de quienes las piden…), el imperativo de las
autoridades debiera ser concentrarse, como hizo Chile, en la "promoción
de actividades genéricas". Como la exportación.
Y olvidar la
"promoción de sectores específicos", que es lo que las políticas
industriales terminan siendo. Discriminando a favor de los amigos. Y en
contra de la sociedad.
Hay muchas cosas de las cuales los
industriales salvadoreños deberían quejarse, como los subsidios cruzados
entre CEL y ANDA, que encarecen el precio de la energía, la falta de
infraestructura, el deterioro de los indicadores de competitividad, la
ausencia de un buen sistema público que les permita contar con personal
sano e instruido. Como el personal que disponen sus competidores en
otras partes del mundo.
El mensaje que un Estado moderno debería
darle a los empresarios es: "Ahí tenés el planeta: andá, vendé, y traé
dólares, así podemos importar las cosas que aquí no producimos. Yo te
ayudo con infraestructura adecuada y con servicios eficientes. Y no te
complico con burocracia. Pero tampoco voy a impedir que tus competidores
extranjeros vendan aquí. Porque eso afectaría a los ciudadanos, que son
quienes me eligieron. Además, no te voy a decir qué tenés que producir,
ni cómo. Esa es tu tarea. Para eso sos empresario".
Esa es la única política industrial que beneficiaría a todos. Salú.
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