¿Existe riesgo de una paralización del comercio global?
Por Francesco Guerrera
El banquero en el otro extremo de la línea sonaba ansioso. Era la
mañana siguiente al colapso de Lehman Brothers Holdings Inc., en
septiembre de 2008, y estaba llamando desde Hong Kong con sorprendentes
novedades. "Los barcos no se están moviendo", dijo. "No se están
moviendo".
Esa conversación apresurada, mientras el banquero miraba un puerto de
Hong Kong extrañamente calmado, sigue siendo para mí la mejor
descripción de la crisis mundial crediticia que siguió a al colapso de
Lehman.
Los buques no se movían porque el flujo de dinero se había paralizado
debido al pánico y la desconfianza mutua que surgió entre los bancos y
las empresas.
Las presiones sobre la compleja máquina que financia el comercio
mundial cedieron con el tiempo gracias a enormes inyecciones de fondos
de los bancos centrales, gobiernos e instituciones como el Banco
Asiático de Desarrollo (BAsD).
Sin embargo, la súbita evaporación del capital que sustenta enormes
flujos comerciales entre las economías exportadoras de Asia y América
Latina, y las masas consumidoras de Occidente dejó huella en ejecutivos
de la banca y empresas.
En medio de una nueva crisis económica,
la pregunta es si el actual desastre europeo podría tener el mismo
efecto sobre la financiación del comercio a medida que los problemas se
extienden a Estados Unidos.
Por lo pronto, la Organización Mundial de Comercio (OMC) prevé que el
comercio global crecerá 3,7% este año, muy por debajo del promedio de
dos décadas de 5,4%. "Han pasado más de tres años desde el colapso del
comercio de 2008 y 2009, pero la economía y el comercio global siguen
siendo frágiles", señaló en abril Pascal Lamy, director general de la
OMC.
Las preocupaciones más apocalípticas parecen exageradas, dado el
estado relativamente saludable tanto del comercio mundial como de los
grupos financieros que lo apoyan, pero los acontecimientos de 2008 son
un recordatorio de lo rápido que pueden cambiar las cosas. Tal vez más
importante son los movimientos sísmicos que están ocurriendo entre los
proveedores y usuarios de la financiación del comercio en Asia. Se
destaca la retirada de los bancos de la zona euro, especialmente los
franceses, de operaciones de financiación de comercio en Asia.
Hace menos de dos años, entidades de crédito de la zona euro (a
excepción de Alemania, puesto que le ha ido mejor que a la mayoría de
los países) fueron responsables de alrededor de 43% de los grandes
préstamos comerciales en Asia, según analistas de Morgan Stanley. En el
primer trimestre de este año, representaron alrededor de 3%.
Los datos más recientes no son completos ni están actualizados, pero
las conversaciones con banqueros confirman esta tendencia. "Los bancos
franceses se están reagrupando", me dijo un ejecutivo de un gran
prestamista francés. "No se trata de algo cíclico. Es un cambio
estructural".
Las razones apuntan a un "desapalancamiento". Afectados por los
problemas financieros en el país y obligados a apuntalar sus reservas de
capital en línea con nuevas normas bancarias, actores de la talla de
BNP Paribas SA, Société Générale SA y Crédit Agricole SA están
racionalizando gastos.
Para empeorar las cosas, la mayoría de la financiación del comercio
se realiza en dólares y las reservas en dólares de los bancos franceses
son bajas. La brecha que dejaron los bancos franceses ha sido ocupada
por dos grupos de jugadores: los bancos internacionales con muchos
dólares, como HSBC Holdings PLC y Standard Chartered PLC, y, más
sorprendentemente, grandes bancos de Japón, que gozan de sólidos
balances.
"Creemos que está teniendo lugar un cambio a largo plazo y la
participación de mercado está pasando de la zona euro a bancos locales y
extranjeros", escribió Huw Van Steenis, analista de Morgan Stanley.
Hasta el momento, hay poca evidencia de que este reordenamiento
signifique menos fondos disponibles para alimentar el apetito mundial
por las exportaciones. Pero para que el crecimiento económico se
reactive, los buques de carga se tienen que mover más rápido.
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