11 septiembre, 2012

Isaiah Berlín. Una impresión personal


Por Henry Hardy

Se cumplen diez años de la muerte de Isaiah Berlin, quien
probablemente sea el pensador liberal más emblemático
de nuestros tiempos. Henry Hardy, su amigo y albacea, traza el perfil
intelectual y biográfico de uno de los más lúcidos
valedores de la libertad.



Isaiah Berlin fue uno de los hombres más destacados de su época, y uno de los principales pensadores liberales del siglo XX. Filósofo, teórico político, historiador de las ideas; ruso, judío, británico; ensayista, crítico, maestro; era un hombre de formidable poderío intelectual con un raro don para entender un amplio rango de motivos, esperanzas y miedos humanos, y una prodigiosamente enérgica capacidad para el disfrute de la vida, de la gente en toda su diversidad, en sus ideas e idiosincrasias, de la literatura, de la música, del arte.
Su defensa y el refinamiento de lo que consideraba como la más esencial concepción de la libertad alcanzó un estatus de clásico, y la presencia y carácter de este concepto en el pensamiento moderno se debe en gran medida a él. También identificó y desarrolló, con mucha originalidad, la visión pluralista de los máximos ideales humanos en los que basaba su postura liberal, y que, de igual manera, merece quedar hondamente grabada en nuestra perspectiva. En contraste con la mayor parte de las ideologías y credos que ha creado la humanidad, Berlin argumentaba que no es posible llevar a cabo el conjunto de todos los valores en una vida, o en una sola sociedad o período histórico, y que muchos ideales no pueden siquiera ser medidos con la misma escala; de modo que no puede haber una única clasificación objetiva de fines, ni tampoco establecerse un único conjunto de principios según los cuales vivir.

Tirar millones

GABRIEL ZAID

Los grandes tirajes son apetitosos para las imprentas y para los políticos. La impresión de millones de libros impresiona. Como si fuera poco, la cultura del pueblo se enriquece, prosperan los talleres, ganan los autores y se adornan los funcionarios.
Los impresores cotizan costos decrecientes (por ejemplar) para tirajes cada vez mayores. Hay economías de escala notables cuando se pasa de imprimir cien ejemplares a mil; y todavía, aunque menores, si el tiraje sube a 3,000, a 5,000, a 10,000. Sin embargo, arriba de 10,000 la ventaja es pequeña y hasta puede resultar contraproducente, cuando, por ejemplo, hace falta un millar, pero se imprimen diez para “bajar el costo” y los nueve sobrantes se embodegan, hasta que un día se venden a las fábricas de papel como desperdicio.
El error se comete una y otra vez. Ejemplos a lo largo de un siglo:

Henrique Capriles, crónica de una travesía

Mariana Atencio siguió durante un mes al candidato opositor venezolano Henrique Capriles por toda la geografía de su país. Esta crónica es el relato de una campaña acosada y el retrato de una persona que, desde la tolerancia y la reconciliación, busca en buena lid democrática sacar a Chávez del Palacio de Miraflores.

El automóvil en el que viajo con Jesús Olarte, el camarógrafo, avanza sin obstáculos por una avenida que en un par de horas será un caos. Jesús ha seguido con su cámara la contienda electoral en Venezuela desde hace varios meses. Conoce los secretos detrás de las tarimas, los hilos invisibles que mueven a los personajes que aparecen en su lente. “Capriles es como un tipo que está tratando de gritar dentro de una discoteca”, dice. Me sorprende la analogía con que describe la situación del candidato de la oposición venezolana.
“Capriles está tratando de dar un discurso en una discoteca y Chávez es como el disc-jockey. Le sube el volumen de la música para que nadie lo escuche. Entonces no le queda otra que ir susurrando al oído de cada persona”, me explica Jesús.

Venezuela: 6 estampas 6

Elisabet Sabartés construye un dramático rompecabezas a través de seis piezas: el antisemitismo del régimen, la parcialidad de los órganos electorales, la presión oficial a los medios, la unión de algunos chavistas a la oposición y el pleito entre los fieles por la herencia, así como el rol de los militares no comprometidos con el gobierno.
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Los militares rompen filas
Andar por las calles de Caracas con cámara y micrófono al descubierto es una actividad de alto riesgo. Si, además, el propósito de la expedición es arrancarle unas palabras a algún uniformado, la tarea resulta algo menos que imposible. Y aunque el verde olivo frecuenta el paisaje urbano de la capital, la pregunta es el mejor repelente: “¿Hasta dónde está dispuesto a defender la revolución?”
En centros comerciales, bancos o restaurantes, los militares esquivan el contacto. Un intento tras otro, todos en vano, hasta que la insistencia se topa con su recompensa: el sargento segundo Pineda escucha y accede a responder. “Juré ante Dios y la bandera defender la patria y las instituciones hasta con mi propia vida”, dice sin parpadear, en plena avenida Miranda. ¿Cuántos habrá como él en Venezuela?

Chávez: otro paso hacia el caos

Abril 2001 
El presidente Hugo Chávez sigue "haciendo revolución". Una de las tragedias de los revolucionarios es esa: la hiperkinesis. No se están tranquilos un minuto. Es muy grave que siempre estén equivocados, pero más grave aún es que no se están quietos. Suelen ser laboriosos, virtud que multiplica exponencialmente los daños que le causan a la sociedad. ¿No hay manera, Dios mío, de sedarlos? Ahora el ex teniente coronel está en medio de lo que él llama la revolución cultural. Les llegó su turno a los museos. Como el clásico elefante en la cacharrería, mediante una de sus pintorescas alocuciones radiales semanales —Aló, presidente—, sin siquiera tener la mínima cortesía de comunicarse previamente con los afectados, anunció que "el proceso" había llegado a la cultura y fulminantemente separaba de sus cargos a quienes hasta entonces los habían ocupado.

La resurrección del caudillo

La resurrección del caudillo

Chávez, el camino de la dictadura

La historia de la degradación de la democracia venezolana en un régimen autoritario por obra y gracia de Hugo Chávez se analiza aquí con dos voces complementarias: Guillermo Sucre enumera sus principales acciones políticas, mientras que Alberto Barrera Tyszka estudia los rasgos de una personalidad al límite.

“Me designaron para decir unas palabras a través de un microfonito.” Con esa frase Hugo Chávez recuerda su primera experiencia mediática. Era un niño, no tendría ni siquiera diez años. Vivía todavía en Sabaneta de Barinas, un pequeño pueblo rural de los llanos de Venezuela. El primer obispo nombrado para la región pasaba por el lugar y, en un breve acto, el niño Hugo fue elegido para hablar. La otra cara de esa experiencia podría ocurrir cincuenta años después, en cualquier día del mes de julio de 2012. Acaba de comenzar una nueva campaña electoral en el país. Chávez, convertido en un dios mediático que se multiplica en casi todos los espacios públicos del país, ha gobernado ya durante casi catorce años y aspira a ser reelecto por un nuevo período de seis años.

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