12 septiembre, 2012

La dolce vita de los líderes sindicales

Francisco Garfias

Ochenta por ciento de la reforma laboral radicada en la Cámara de Diputados es transitable. Es la conclusión que Rosalinda Vélez Juárez, secretaria del Trabajo, ha sacado de las reuniones que ha tenido con líderes sindicales que se han sentado a negociar con ella las ineludibles modificaciones a la obsoleta Ley Federal del Trabajo.
En el otro 20% están los pagos por hora, el outsourcing regulado, pero sobre todo la transparencia de las cuotas. Es lo más delicado. “Las resistencias mayores son por esta cuestión de la transparencia”, reconoce la titular de la STPS quien, a diferencia de su protagónico antecesor, Javier Lozano, se mueve discretamente y sin desafiar con desplantes a los sindicatos.

Y es que el manejo opaco de los  recursos de los trabajadores permite a los líderes sindicales vivir como sultanes, vestir Chanel, tener casas en el extranjero, poner a las mascotas a viajar en avión. Lo que ya sabemos y aceptamos a ojos cerrados.
 Las mayores resistencias a la transparencia vienen del sindicalismo oficial. El SNTE, el sindicato petrolero, el sindicato ferrocarrilero, la CROC. Ya pusieron el grito en el cielo. Alegan que la propuesta viola la autonomía sindical, que los recursos no son públicos, que los quieren poner de rodillas. Las organizaciones del Congreso del Trabajo se van a reunir, van a trazar una estrategia para echar abajo la reforma del Ejecutivo.
El sindicalismo no oficial de UNT, menos opuesto a la transparencia de las cuotas y más proclive a la democratización, anunció que saldrá a la calle a protestar contra una reforma que, dicen, atenta contra los contratos colectivos, abarata la mano de obra, precariza el empleo y daña el derecho de huelga.
El Ejecutivo revira y dice que no se trata de una intromisión en la vida interna de los sindicatos. No va a meter la mano en el manejo de cuotas. Lo que busca con la reforma es que se entreguen cuentas claras de su patrimonio a los trabajadores. “Tienen derecho a pedir información”, subrayan en el gobierno federal.
Lo que produce urticaria entre los líderes sindicales es la propuesta de contratar auditores externos para revisar las cuentas. La opacidad es aliada de la dolce vita.
Si la eliminan, “arde Troya”.
 Se ve muy difícil que pase la iniciativa preferente del Ejecutivo en sus términos. Ya vamos para la mitad del mes y los diputados ni siquiera han creado la Comisión del Trabajo, que debe dictaminarla antes del 30 de septiembre. Podría ir al pleno en sus términos. La lógica de Paco Rojas, otrora coordinador de los diputados del PRI, parece volver a imponerse: es preferible seguir consensuando la reforma que tener a la gente en la calle.
Pero con ese razonamiento se puede mantener el oscuro estatus otro sexenio.
El reto para el PRI, donde hay poderosas resistencias a la reforma laboral, es mayúsculo. Enrique Peña Nieto tiene allí una oportunidad de demostrar qué tan lejos está dispuesto a llegar para barrer con la opacidad en los sindicatos.
Las señales mandadas en los meses anteriores no son muy halagüeñas. Hay varios líderes sindicales con fuero parlamentario. Peña Nieto se esfuerza en presentarse como el presidente de la transparencia. Allí están sus  iniciativas para fortalecer el IFAI, crear la Comisión Nacional contra la Corrupción, regular la relación comercial entre los medios y los tres niveles de gobierno.
Aquí aplica la sabiduría popular: del dicho al hecho…
 En el PRD comienzan a sentir calambres. El temor es que Morena, perfilado ya como partido político, les empiece a piratear cuadros, si no se llena el enorme hueco que dejó Andrés Manuel López Obrador. En la base hay confusión. No son pocos los que se han acercado a sus dirigentes a preguntar: “Jefe, ¿qué vamos a hacer?” No saben si seguir al tabasqueño en su lucha o mantenerse en el partido.
Ayer reportamos aquí la instrucción que se dio a los militantes perredistas de no asistir al Zócalo el pasado domingo. Pocos la desafiaron. El silencio fue obvio cuando Andrés Manuel mencionó al partido que lo catapultó en el mundo de la política. Los aplausos fueron para el PT y Convergencia.
El joven senador Armando Ríos Piter sabe de la necesidad de llenar el hueco que deja El Peje. Está convencido de que hay que transformarlo con  nuevos y modernos liderazgos. “Sería equivocado buscar un nuevo caudillo”, advierte. El objetivo primordial, ahora sin López Obrador, es que el PRD siga siendo la columna vertebral de un Frente Nacional de Izquierdas, puntualiza.

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