05 septiembre, 2012

La querella con el presidente



La querella con el presidente

Héctor Aguilar Camín

Los presidentes del México democrático siguen pagando la culpa de los presidentes del viejo régimen. La cruda por la veneración vergonzosa de aquellos años sigue cobrando peaje en los de ahora bajo la forma de una aguda querella de los actores políticos contra el dueño de la banda presidencial.
 
Curiosa paradoja: México veneró a sus presidentes autoritarios pero tiene una querella sostenida con los democráticos.

 

Nunca los presidentes se han ganado más ardua y democráticamente el puesto. Nunca han sido más maltratados por los poderes concurrentes de la vida democrática.


Hace varios años que los presidentes democráticos de México no tienen permiso del Congreso para pararse en ese recinto a informar de su gestión.


Es la querella mayor: un Poder Legislativo incapaz de la elemental etiqueta democrática de dar audiencia al titular del Poder Ejecutivo, como si éste fuese indigno de usar su tribuna.


Los medios ejercen también su querella contra los presidentes con una vivacidad de la que carecían, desde luego, durante las presidencias autoritarias.


Maltratar al presidente, criticarlo, someterlo al escrutinio implacable o burlón, desmentirlo, caricaturizarlo, incluso difamarlo, es credencial de credibilidad e independencia en los medios.


Dice bien quien dice que antes había que tener valor para criticar al presidente y hoy hace falta valor para elogiarlo.


La mezquindad del registro mediático del sexto y último Informe de gobierno del presidente Calderón es un buen síntoma de la querella.


En algunos de los principales periódicos ganaron las ocho columnas otras noticias, algunas de una mediocridad ofensiva.


Quien más quien menos, hizo su esfuerzo para contrarrestar el registro de logros de seis años del presidente Calderón, publicando notas que lo desmienten en algún aspecto.


Yo tengo mis propias críticas a este sexenio, todas las cuales he publicado aquí a lo largo de estos años, desde octubre de 2006 en que empezó esta columna.


Pero en ocasión del balance final quisiera poner las críticas a un lado y celebrar cinco rasgos del gobierno de Felipe Calderón:


valor para combatir el crimen, responsabilidad para manejar la economía, constancia para multiplicar la infraestructura, pasión por la seguridad social, tolerancia para los rigores de la vida democrática y honestidad para dar la cara por sus actos de gobierno.

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