09 septiembre, 2012

La talla política de Ebrard

La talla política de Ebrard

El PAN impulsa un formato de informe que contemple preguntas para el Jefe de Gobierno y algunas voces en el PRD se oponen.

Federico Döring
Esta semana Marcelo Ebrard fue distinguido y por ende la Ciudad de México, al ser su gobernante, con la nueva responsabilidad de la Presidencia del Comité de Ciudades Seguras de la ONU para el periodo 2012-2016. Más allá de credos políticos y diferencias ideológicas, el que la ONU se haya fijado en el alcalde de nuestra ciudad es buena noticia, hoy y siempre. Que se hable bien de México siempre será benéfico y positivo y por ello me congratulo.
En 2010 el reconocimiento como El Mejor Alcalde del Mundo (sic), no trascendió por la metodología y competencia en la que supuestamente había vencido al interior de la Fundación City Mayors. Vencer como alcalde de la Ciudad de México a oponentes como Oklahoma City, con 528 mil 042 habitantes según el censo de 2003; o a Riace, en Italia, con una población de mil 754 habitantes y una superficie de 16 km2; o a Surrey, en Canadá, con 468 mil 251 habitantes en 2011, no fue significativo.

Este alcalde rendirá su sexto informe el 17 de septiembre en la ALDF y el formato de dicho informe está a discusión. El PAN impulsa un formato de informe que contemple preguntas para Ebrard y algunas voces en el PRD se oponen. El negar las preguntas y diálogo, manda el mensaje de cuidar a Ebrard como si fuera incapaz de debatir y dialogar con legisladores de la ciudad; es demeritarlo y minimizarlo al restarle estatura política y administrativa; es en suma una mala estrategia. Sobre todo si revisamos la historia de la ALDF desde su creación, donde la tradición y la constante han sido formatos de informe con preguntas, el error es aun mayor. Se equivocan en el PRD, pues así sólo harán del formato el tema del informe y del postinforme. ¿Cómo justificar que quien se ostenta como El Mejor Alcalde Del Mundo no sea capaz de dialogar y responder preguntas ante su Congreso? ¿Cómo entender que el distinguido por la ONU y obligado a concertar no sea capaz de debatir sobre temas de su ciudad? El formato define, en suma, el calado y la talla política del gobernante que informa su acción de gobierno.
 ¿Cómo explicarán el PRD y el GDF que cuando el PRI gobernaba la ciudad antes de 1997 sin democracia real y efectiva, el formato incluía preguntas y respuestas? Así es, de 1989 a 1996, en los gobiernos priistas de Manuel Camacho Solís, Manuel Aguilera Gómez y Óscar Espinosa Villareal el formato en todos los casos incluyó dos preguntas, y eso que no eran gobiernos democráticamente electos ni autoproclamados Mejores Alcaldes del Mundo. ¡Ahora resulta que los gobiernos y formatos de gobiernos del PRI eran más progresistas que el que algunos perredistas ofrecen ahora! ¿Cómo hacer compatible los reconocimientos de Ebrard como alcalde, con un formato antidemocrático y menos progresista y moderno que el del priato? Que irónico, Rosario Robles, hoy integrante de la transición de Peña Nieto, aceptó dos preguntas en 2000 y el “tolerante rayo de esperanza” aceptó una pregunta en sus cinco informes. Hasta el propio Ebrard ha rendido informes ante la ALDF con formatos que incluyen preguntas en 2007 y 2008. ¿Con qué autoridad moral podrían Marcelo Ebrard y las fuerzas progresistas criticar a Enrique Peña Nieto como un posible riesgo de regresión política si ellos mismos serían un ejemplo cristalino de lo que día con día pretenden criticar y que aún no sucede? En la gran paradoja, el retroceso político y democrático del pretendido formato del informe por el PRD es el pretexto que el PRI busca para desestimar las eventuales críticas al nuevo régimen decembrino priista; en suma, no aceptar preguntas en el formato del informe de Ebrard es trabajar para Peña Nieto.

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