Y ahora que el
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declaró por unanimidad
(con impecable criterio técnico) infundada la petición de la Coalición
Movimiento progresista de invalidar la elección presidencial, ¿quién
detendrá los actos violentos de López y sus secuaces que no aceptan
el resultado y le apuestan al “estallido social” y/o usando el eufemismo
desobediencia civil? Ya por lo pronto han intentado tomar casetas de carreteras
federales.
Porque luego de
hacer el ridículo con sus “pruebitas” como grabaciones espurias, votos
supuestamente “comprados” (no pues así la mitad de los electores nos
iríamos directo a la cárcel), tarjetitas de súper (jamás probaron nada con lo
de su cuento de Soriana, eso sí agresiones y secuestros a empleados y clientes
de la tienda quedarán impunes), supuestas transferencias bancarias
multimillonarias (que aún si las hubo, ello no alcanza para anular una
elección, lo recuerdo porque cuando se probó que el entonces candidato priista
Labastida Ochoa recibió transferencias millonarias del corrupto sindicato
de Pemex, sólo ameritó por ley una multa millonaria al PRI y las elecciones
quedaron ejemplares, ganando Fox), recortes de periódicos amarillistas y
revistas pejistas, y la “gran prueba científica” de mostrar animalitos de
corral, copas y trastecitos, y un larguísimo etcétera de calumnias, López se
mantiene impune y sigue arengando a la gente.
Ya estará López
con sus mítines en el Zócalo mandando al diablo a las instituciones, hablando
de cómo la “mafia de cuello blanco” y de Salinas le volvieron a arrebatar el
poder. Esa película mesiánica ya la hemos visto y se volverá a repetir. El
fascismo pejista no tiene límites.
En una
democracia consolidada López sería sancionado hasta con cárcel por sus intentos
fraudulentos para anular una elección a todas luces limpia. En México el Mesías
tropical seguirá impune con su ambición enfermiza de poder.
Seguramente
resurgirá su nuevo proyecto fascista MORENA para tomar por asalto el poder.
Aquí es importante poner candados y escudar a las instituciones, pues de lo
contrario el país estará a merced de los caudillos y tiranos al estilo
chavista, como es el movimiento que encabeza López.
Si la izquierda
es tan agresiva cuando no ganó las elecciones, imagine el lector qué no harían
si se hicieran del poder Ejecutivo, con control de las instancias federales y
el Ejército para enterrar a la muy joven e inestable democracia de México. Ese
sí sería el retorno del PRI populista, estatista y autoritario.
Es cierto, es
importante corregir las deficiencias de las leyes electorales que permiten a
los partidos impunemente ganar conciencias con recursos públicos, es
importante realizar una seria reforma al financiamiento de los partidos que
sólo se sirven con la cuchara grande de los recursos del contribuyente. Pero de
ello a cuestionar las elecciones cada vez que no se gana, lo único que hace es
que los mexicanos cada vez que haya cambios de gobierno sólo vivan a expensas
de la violencia de unos cuantos inconformes que no aceptan las reglas del
juego.
Y con todo y la
“maquinaria priista”, la izquierda ganó el segundo lugar por número de votos,
arrasó en el DF, reconquistó algunas gubernaturas, y entonces ¿Por qué ahí
López y sus secuaces no dicen nada, no protestan y ya se lamen los bigotes por
acceder al presupuesto público? No, en el fondo es que el Mesías no acepta la
derrota, aún cuando haya sido por más de tres millones de votos.
En fin, que es
hora de que los mexicanos nos escudemos contra los mesianismos de López, y
apara ello será vital cambiar la ley represiva del 2007, modificar los patrones
de financiamiento de los partidos y profundizar una reforma política que
incluya la reelección de legisladores. Tiene la palabra el nuevo gobierno.
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