06 septiembre, 2012

Te lo digo, Juan…



Te lo digo, Juan…

Héctor Aguilar Camín

Enrique Peña Nieto dijo a Joaquín López-Dóriga que está dispuesto a hablar con López Obrador si éste reconoce su Presidencia.

No creo que Peña albergue la más mínima esperanza de que López pueda reconocerlo, de modo que el mensaje no está dirigido a él, sino al vasto conglomerado de políticos de la izquierda que ganaron algo en las elecciones de julio.


Peña parece decir que el diálogo con las izquierdas se dará a partir del reconocimiento, no para obtenerlo.
Es decir, que no habrá ventanilla trasera, como la hubo durante Calderón, para que puedan hablar con el presidente, a escondidas o a trasmano, autoridades y legisladores de la izquierda que no podían reconocerlo abiertamente porque se los prohibía su líder.


Fue la situación en que se encontraron por años legisladores y gobernantes de la izquierda frente al gobierno de Calderón. No podían llamarlo presidente en un discurso de circunstancias ni sentarse a su lado en alguna ocasión protocolaria. Negociaban todo el tiempo, pero a escondidas, por interpósitas personas o funcionarios.


El jefe de Gobierno de la Ciudad, Marcelo Ebrard, evitó cuidadosamente que alguien pudiera tomarle una foto junto a Calderón, no fuera a usarse para sugerir que lo reconocía.


Peña Nieto parece haberle dicho a Joaquín que quien quiera hablar y negociar con él tendrá que reconocerlo como presidente. Y quien no, no.


López Obrador se puede pasar otros seis años sin tener necesidad de hablar con el presidente o con sus colaboradores en el gobierno.


Pero ninguno de los gobernantes electos de las izquierdas puede darse ese lujo. Ninguno, tampoco, de los legisladores que quiera hacer alguna diferencia y tener un juego en el Congreso.


El hecho de la vida real es que nadie que esté en la política, en ninguno de sus niveles o de sus poderes, puede funcionar bien sin negociar con el gobierno federal, su partido o sus legisladores en el Congreso.


No sé si en la definición de Peña Nieto está implícito que su gobierno todo, él y sus funcionarios, hablará seriamente solo con quienes los reconozcan como tales. Para lo cual no hace falta un discurso de adhesión, basta un trato cuidadoso de las formas.


Creo que esa es la lógica política de su dicho: el presidente y su gobierno dialogarán con quienes cumplan con la formalidad de reconocerlos. Para disentir o para coincidir, pero reconociéndolos formalmente.
Si las palabras de Peña tienen este alcance, diría que son su primera definición política de consecuencias.

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