07 septiembre, 2012

Una importante lección: Seis razones para no invertir en Cuba

Una importante lección: Seis razones para no invertir en Cuba

6Por Lincoln Diaz-Balart
Diario Las Americas 
Se decía al principio de la dictadura de Castro que su llamada “revolución” era la “del callo”, ya que, mientras iba “pisando callos”, se convertían en enemigos los antiguos admiradores del dictador. Parece increíble que todavía existan algunos que crean que la naturaleza gangsteril de la dictadura Castrista puede haber cambiado, que haya dejado de ser un régimen de gángsters, por gángsters y para gángsters.
Hace unos años un español llamado Fernández González decidió invertir en la Cuba de Castro. Abrió un restaurante para turistas bajo el nombre “La Tasca Española”. Le fue bien y por lo tanto, Castro le robó el negocio. Más tarde, Fernández González publicó un artículo titulado “Riesgo y Miseria de invertir en Cuba”, exponiendo seis razones por las cuales los extranjeros no deben invertir en la Cuba de los Castro. Creo que es importante republicarlo para recordar y describir la verdadera realidad “comercial” de la Cuba totalitaria. A continuación cito las seis razones del empresario español Fernández González para no invertir en la Cuba de Castro:

Primero: porque no hay la menor garantía jurídica. Ahí no existe un Estado de Derecho que proteja a los inversionistas ni a nadie.

Segundo: porque las transacciones y los negocios no se hacen en una atmósfera de empresarios reales, sino en un oscuro universo de policías y espías.

Tercero: esta atmósfera policíaca da lugar a la creación de un estado de terror del que no se pueden separar, aunque quieran, los inversionistas que van a la isla. Primero los comprometen como víctimas, puesto que la secretaria o el chofer que les asignan son siempre informantes de la policía política que mantienen un estricto control sobre ellos. Y luego estos inversionistas y empresarios extranjeros también acaban convirtiéndose en cómplices. Se les pide informes sobre otros empresarios y sobre otros extranjeros, se les pide que espíen para beneficio del gobierno cubano.
Cuarto: por razones morales, no se puede justificar el acudir a Cuba a ganar dinero participando de un régimen de esclavitud laboral absolutamente inhumano. Me explico: uno, como empresario, no contrata a los cubanos directamente, sino a través de una oficina del Ministerio del Interior llamada CUBALSE, a la que se le paga en dólares americanos por cada trabajador que nos suministran, mientras esta “corporación” -así le llaman en Cuba- les abona a los cubanos su salario en la inservible y devaluada moneda nacional. Yo le pagaba a CUBALSE $330 por un empleado, y CUBALSE le pagaba a ese trabajador 200 pesos cubanos. Como quiera que el valor real del dólar en el mercado negro -que es donde único se pueden adquirir las mercancías básicas para subsistir- era de 120 x 1, mi empleado en realidad recibía menos de $2 al mes, mientras que la empresa que me lo alquilaba en régimen de esclavitud, percibía cientos de veces esa cantidad.
Quinto: Este atropello, del que no puede evadirse el empresario extranjero, explica el odio profundo que sienten contra nosotros muchos de los trabajadores. Ellos no pueden evitar vernos como parte de un sistema de explotación absolutamente arbitrario y cruel.

Sexto: Este mismo fenómeno también ocurre, en general, con todos los extranjeros que en Cuba, por el mero hecho de disponer de dólares, tienen acceso a todo aquello que los cubanos no pueden comprar con su trabajo: alimentos, clínicas en las que no faltan las medicinas, buena ropa, gasolina, o suministro de energía eléctrica.
En Cuba hay dos clases de ciudadanos: los que tienen dólares, como los que tenía yo, con todos los privilegios que eso acarrea, y los que tienen pesos cubanos, que están, literalmente, muriéndose de hambre y de enfermedades por culpa de un régimen que se niega a cambiar un sistema absolutamente incapaz de generar un modo de vida digno para ese país”.

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