Martin Feldstein
Martin Feldstein is Professor of Economics at Harvard University and President Emeritus of the National Bureau of Economic Research. He chaired President Ronald Reagan’s Council of Economic Adviser…Full profile
¿Vuelve la inflación?
CAMBRIDGE.– Actualmente la
inflación es baja en todos los países industriales, y la combinación de
elevado desempleo y lento crecimiento del PBI elimina las fuentes
usuales de presión ascendente sobre los precios. De todas formas, a los
inversores financieros les preocupa cada vez más que la inflación
eventualmente comience a aumentar, debido a la gran expansión de las
reservas de los bancos comerciales inducida por la Reserva Federal de
Estados Unidos y el Banco Central Europeo (BCE). Algunos inversores, al
menos, recuerdan que el aumento de la inflación suele seguir a la
expansión monetaria, y temen que esta no sea una excepción.
Los
inversores han respondido a esos temores comprando oro, tierras
agrícolas y otras coberturas tradicionales contra la inflación. El
precio del oro tocó recientemente su máximo en los últimos cuatro meses y
se acerca a los $1700 por onza. Los precios por hectárea de las tierras
cultivables en Iowa e Illinois subieron más del 10% durante el año
pasado. Y la reciente publicación de las actas de la Junta de la Reserva
Federal de EE. UU., que indican apoyo a otra ronda de flexibilización
cuantitativa, causaron bruscos saltos en los precios del oro, la plata,
el platino y otros metales.
Pero, a diferencia de los inversores privados, los funcionarios de la Fed insisten en que esta vez realmente será
diferente. Notan que la enorme expansión de las reservas de los bancos
comerciales no ha conducido a un aumento comparable en la oferta de
dinero y crédito. Mientras que las reservas aumentaron a una tasa anual
del 22% durante los últimos tres años, el agregado monetario amplio (M2)
–que refleja mejor al PBI nominal y la inflación durante períodos
largos– aumentó menos del 6% durante ese tiempo.
En
décadas pasadas, las grandes expansiones de las reservas bancarias
causaron aumentos repentinos en los créditos, que impulsaron la oferta
monetaria y alimentaron el crecimiento del gasto. Pero ahora los bancos
comerciales están dispuestos a mantener sus excesos de reservas en la
Fed, porque ese organismo ahora les paga intereses sobre sus depósitos.
De igual modo, el BCE paga intereses sobre los depósitos, por lo que esa
institución también puede, en principio, evitar que esas mayores
reservas conduzcan a una explosión indeseada del crédito.
La
capacidad de la Fed para pagar intereses es la clave en lo que llama su
«estrategia de salida» de la flexibilización cuantitativa anterior.
Cuando la recuperación económica comience a acelerarse, los bancos
comerciales querrán usar el gran volumen de reservas que ha creado la
Fed para otorgar créditos a las empresas y los consumidores. Si el
crédito aumenta demasiado rápidamente, la Fed puede aumentar la tasa de
interés que paga por los depósitos. Tasas suficientemente altas
inducirán a los bancos comerciales a preferir la combinación de
liquidez, seguridad y rendimiento de la Fed a expandir el crédito
privado.
Esa, en todo
caso, es la teoría; nadie sabe cómo funcionará en la práctica. ¿Cuánto
tendría que aumentar la Fed –o el BCE, ya que estamos– la tasa de
interés sobre los depósitos para evitar un crecimiento excesivo del
crédito bancario? ¿Qué sucedería si la tasa de interés tuviese que ser
del 4%, o del 6%, o incluso del 8%? ¿Impulsarían la Fed o el BCE su tasa
de depósitos en esa medida, o permitirían un crecimiento rápido y
potencialmente inflacionario del crédito?
La
naturaleza inusual del desempleo actual aumenta aún más el riesgo de
inflación futura. Casi la mitad de los desempleados estadounidenses, por
ejemplo, han estado sin trabajo por seis meses o más, lo que implica un
aumento respecto de la duración media del desempleo, de solo 10
semanas. La contratación de los desempleados de largo plazo a medida que
la economía se recupere llevará mucho más tiempo que la de quienes han
estado desempleados durante un período mucho menor.
El
riesgo es, por lo tanto, que los mercados de productos se contraigan
mientras el desempleo registrado continúe en niveles elevados. La
inflación comenzará en los mercados de productos más que en el mercado
laboral. Las empresas querrán pedir prestado, y los bancos, ampliar el
crédito. En esas condiciones, la Fed querrá aumentar la tasa de interés
para evitar que la inflación se acelere.
Pero, si la tasa de
desempleo en ese momento es aun relativamente alta –digamos, superior
al 7%– algunos miembros del Comité de Mercado Abierto de la Fed pueden
sostener que la doble responsabilidad de la Fed –mantener bajos el
desempleo y la inflación– implica que es demasiado pronto como para
aumentar las tasas de interés.
También
podría crearse una fuerte presión del Congreso estadounidense para que
no aumenten las tasas de interés. Si bien la Fed es legalmente
«independiente» y eso implica que la Casa Blanca no puede decirle qué
hacer, es absolutamente responsable ante el Congreso. La reciente
legislación Dodd-Frank de reforma financiera quitó a la Fed algunos de
sus poderes, y el debate legislativo relacionado indicó que podría
existir un amplio apoyo a mayores restricciones si el Congreso pierde su
fe en las políticas de la Fed.
El
deseo de los políticos de mantener bajas las tasas de interés para
reducir el desempleo a menudo entra en conflicto con la preocupación de
la Fed por actuar en forma oportuna para mantener la estabilidad de los
precios. La gran cantidad de desempleados de largo plazo puede complicar
más el problema esta vez, manteniendo elevada la tasa de desempleo aún
cuando los mercados de productos comiencen a experimentar una creciente
inflación.
Si eso ocurre,
los funcionarios de la Fed enfrentarán un difícil dilema: restringir la
política monetaria para poner freno al crecimiento de los precios,
entrando en conflicto con el Congreso y enfrentando posibles
restricciones que le dificultarían luchar contra la inflación en el
futuro; o no hacer nada. Cualquiera de las opciones podría implicar una
tasa de inflación futura mayor, exactamente lo que temen los mercados.
Si
bien el BCE no debe lidiar con una supervisión legislativa directa,
queda claro que hay miembros de su junta directiva que se opondrían a
mayores tasas de interés, y que existe presión política por parte de los
líderes gubernamentales y ministros de economía para mantener bajas las
tasas.
El aumento de la
inflación ciertamente no es inevitable pero, tanto en EE. UU. como en
Europa, se ha convertido en un riesgo a tener en cuenta.
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