FIDEL Y HANK: EL CACIQUE Y EL CAUDILLO
JOSÉ MARTÍNEZ M
Después de seis
meses de haber desaparecido de la escena pública y seis años después de haber
dejado el poder en manos de su hermano Raúl, el mítico Fidel Castro ha
sorprendido a sus críticos al salir nuevamente de su escondrijo.
El comandante reapareció para desmentir las
versiones de que estaba postrado a causa de un derrame cerebral “no recuerdo
siquiera qué es un dolor de cabeza", dijo y calificó como "aves de
mal agüero" a los que difunden "las más insólitas estupideces"
sobre su salud, según un escrito divulgado en el portal oficialista Cubadebate
(cubadebate.cu).
A sus 86 años Fidel apareció en unas imágenes apoyándose en un bastón vistiendo
camisa oscura a cuadros, pantalón deportivo y sombrero típico de campesino
cubano, tejido con fibra de yarey. La noticia le dio la vuelta al mundo.
A propósito de Fidel Castro ha comenzado a circular
en las librerías de Estados Unidos el ensayo “Las cartas del Armagedón”, un
libro escrito por los académicos James G. Blight y Janet M. Lang donde dan
cuenta del intercambio epistolar sobre la crisis cubana de los misiles. No
obstante que se encuentra en el ostracismo Fidel Castro, es, y seguirá siendo
noticia. Es uno de los pocos personajes del siglo XX que aún sobreviven.
La leyenda de Fidel comenzó en México a mediados de
la pasada década de los cincuenta. Una historia poca conocida del legendario
comandante cubano fue su relación con el profesor Carlos Hank González.
Cuando me dispuse a reeditar mi libro “Las
enseñanzas del Profesor”, publicado por primera vez a finales de los noventa
por editorial Océano, tres lustros después tuve oportunidad de rastrear la
relación entre el líder de la revolución cubana y el también mítico profesor
Hank González. Fue así que en la nueva versión de 2012 del libro “Las
enseñanzas del Profesor. De Hank a Peña Nieto”, escribí:
Después de varios años de hacer méritos en la
burocracia, a la edad de 28 años, Carlos Hank González ocupó su primer cargo
político importante apoyado por el gobernador Salvador Sánchez Colín: la
presidencia municipal de Toluca. Entonces el país era gobernador por Adolfo
Ruiz Cortines, conocido como el presidente conciliador por dialogar con todos
los sectores sociales y políticos del país. Eran los tiempos de la llamada
guerra fría, la cual dominó la segunda mitad del siglo XX, época en la que el
comunismo era visto como una amenaza para el mundo occidental.
Carlos Hank, quien años antes había encabezado un
club de Atlacomulco que ostentaba el nombre de “La República Ideal”, se
relacionó con varios estudiantes y maestros normalistas, y por intermedio de
éstos conoció, en sus tiempos de alcalde, a un joven cubano un año mayor que
él: Fidel Castro Ruz, quien se convertiría en el mítico comandante de la
Revolución cubana.
Aquel par de jóvenes políticos se identificaron y
se hicieron amigos, a tal grado que la relación entre ambos fue determinante.
De esta manera, el Profesor fue uno de los primeros amigos mexicanos de Castro
y de Camilo Cienfuegos, quienes siempre andaban juntos, aun antes de que el Che
Guevara conociera a Fidel.
Carlos Hank fue un joven que padeció muchas
carencias. Se vio obligado a salir de su natal Tianguistenco con la ayuda del
alcalde su pueblo, José Palacios, quien le otorgó una beca de diez pesos
mensuales para cursar la secundaria en Toluca, la capital del estado. Después,
con algunas dificultades, prosiguió sus estudios en la Escuela Normal donde, a
la edad de 19 años, fue electo secretario general de la Federación de Jóvenes
Revolucionarios del Estado de México.
Hank se ganaba la vida como profesor mientras
continuaba con sus estudios en ciencias biológicas e incursionaba en la
política como líder estudiantil. En contraste, Fidel Castro provenía de una
familia burguesa y había sido formado dentro de una educación elitista. Sin
embargo, Fidel destacó por su activa militancia política en la universidad. Y
fue en las aulas de la Universidad de La Habana donde surgió su sueño de
derrocar la dictadura de Fulgencio Batista por medio de las armas.
Antes de su llegada a México y de conocer a Hank,
Fidel había encabezado, el 26 de julio de 1953, el frustrado asalto al cuartel
Moncada, en la provincia de Santiago. El hecho coincidió con el centenario del
héroe cubano de la independencia, el poeta José Martí. Durante la refriega, más
de 60 de los 135 alzados perdieron la vida, en combate o ajusticiados. El joven
líder fue encarcelado después de su célebre alegato ante el tribunal, que tituló
“La Historia me absolverá”. Por esos hechos, Fidel Castro fue condenado a 15
años de prisión en la Isla de Pinos, a 94 kilómetros de La Habana. Fidel Castro
sólo cumplió dos de los 15 años a que fue sentenciado, merced a un indulto que
lo puso en libertad en 1955.
Fidel conoció al Che Guevara en México. De hecho,
la relación de Ernesto Guevara con los hermanos Fidel y Raúl Castro se dio
cuando el Che emigró a México, en 1954, tras salir de Guatemala donde conoció a
Ñico López cuando fue derrocado el gobierno de Jacobo Arbenz. Fue Ñico quien
presentó al Che con Raúl Castro, recién llegado de La Habana a México. Raúl y
Ernesto se hicieron inseparables, convivían casi todos los días. Raúl le confió
al Che la historia del asalto al cuartel Moncada y lo puso al tanto de su
hermano Fidel, quien pronto se vería obligado a exiliarse, pues su vida corría
peligro en Cuba.
Fidel Castro llegó a México el 8 de julio de 1955.
Lo hizo sin solicitar asilo político en la embajada de México, sino mediante
una visa de turista. A su llegada a la ciudad de México, Fidel organizó su
cuartel general en casa de María Antonia González, una cubana que era el alma
grande de todos los refugiados cubanos. Allí, Raúl presentó al Che con su
hermano Fidel y dio comienzo a una de las leyendas de la Revolución cubana.
Durante su estancia en México, de julio de 1955 a
noviembre de 1956, Fidel Castro escuchó historias sobre los personajes de la
Revolución mexicana. Uno de ellos llamó su atención: el doctor Gustavo Baz
Prada, un mexiquense que en 1915, poco antes de cumplir 21 años y al triunfo
del Plan de Ayala, había sido habilitado como general de brigada para ser
designado, por primera vez, gobernador revolucionario del Estado de México,
hasta que las fuerzas carrancistas tomaron el control de ese estado. Baz Prada
tuvo que abandonar el poder y enseguida renunció a su grado de general
brigadier zapatista para continuar con sus estudios de medicina. Cuatro décadas
después, Gustavo Baz, durante el gobierno de Ruiz Cortines, fue postulado por
el PRI como candidato a gobernador e invitó a uno de sus actos de campaña al
joven Fidel Castro. (En septiembre de 1957 Gustavo Baz tomaría posesión como
gobernador constitucional del Estado de México.)
Carlos Hank González, entonces alcalde de la capital
mexiquense conoció en ese acto de campaña a Fidel Castro. En ese encuentro
ambos congeniaron y se hicieron amigos. Comenzaron a frecuentarse y, un par de
meses después, Fidel Castro solicitó su ayuda; lo puso al tanto de sus planes y
le contó que en Cuba había miles de personas dispuestas a tomar las armas para
derrocar al dictador Fulgencio Batista.
Hank lo apoyó con armas y municiones y, por
supuesto, dinero. Asimismo, el profesor Hank le pidió a sus más allegados que,
con la mayor discreción, se dieran a la tarea de buscar un lugar para el
entrenamiento de los hombres de Fidel. Un lugar con cerros que se asemejara a
lo que eventualmente tendrían que enfrentar en la Sierra Maestra.
Durante su estancia
en México Fidel Castro le pidió a Carlos Hank González un lugar para preparar a
sus combatientes para la Revolución cubana.
Fidel le pidió a Hank un lugar que se asemejara a la cadena montañosa en
la región suroriental de Cuba, en las provincias de Granma y Santiago. Días
después Hank recibió un reporte confidencial de sus allegados. De acuerdo a las
necesidades de Fidel y sus huestes sugerían un paraje en las faldas del Nevado
de Toluca; como segunda opción se le ofreció a Fidel unos terrenos cercanos a
Ixtapan de la Sal. Ninguno de estos parajes convenció al mítico comandante,
hasta que por fin se decidió por un lugar cercano a Chalco, la Hacienda de
Santa Rosa, a la que vio como el lugar ideal, pues en ese entonces la zona se
encontraba alejada de la mancha urbana y estaba rodeada de cerros.
Mientras tanto, informes de la CIA reportaban a Washington y La Habana
sobre los movimientos de Fidel Castro y sus hombres en territorio mexicano.
Incluso el dictador Fulgencio Batista envió esbirros para asesinarlo.
Durante un buen tiempo los guerrilleros pasaron inadvertidos.
El profesor Carlos Hank mantenía una estrecha relación con Fidel y con
Camilo Cienfuegos. De vez en cuando comían o cenaban en casa de Hank.
Según una anécdota (ratificada en Cuba, por el propio Jorge Hank Rhon),
la noche del 27 de enero de 1956, durante una cena en la casa del Profesor, en
Toluca, su esposa la señora Guadalupe Rhon comenzó a sentir los primeros
dolores de parto. En casa de los Hank estaban como invitados Fidel Castro y
Camilo Cienfuegos.
Jorge Hank Rhon lo contó así: “El 27 de enero de 1956 estaban cenando en
la casa mi papá, Fidel Castro, creo que el Che Guevara, mi tío y dos o tres
personas más. En ese momento mi mamá se fue al hospital para tenerme; ¡nací el
28 a la una de la tarde!”.
Meses después, por un hecho circunstancial, los disidentes cubanos
fueron detenidos por policías preventivos de la ciudad de México, pero jamás
delataron al Profesor, aun cuando fueron torturados. Algunos detalles de su
detención constan en documentos provenientes del Archivo General de la Nación.
De acuerdo con los expedientes policiacos, Fidel Castro y el Che Guevara
fueron detenidos cinco meses antes de que partieran en el Granma hacia la isla
para iniciar su lucha armada.
Los documentos contienen la declaración inicial y una ampliación de la
misma, ambas realizadas en algún lugar del Distrito Federal. Estaban en la
sección Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación,
que se encuentra en el Archivo General de la Nación bajo resguardo y
clasificación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Según uno de los expedientes, Fidel Castro fue aprehendido
accidentalmente por policías preventivos el 20 de junio de 1956, y fue
entregado para su custodia a la Dirección Federal de Seguridad, donde se
mantuvo literalmente secuestrado. Luego se supo que para dejarlo en libertad
debieron intervenir varios personajes de la política mexicana, entre otros el
ex presidente Lázaro Cárdenas y el propio presidente Adolfo Ruiz Cortines, así
como Fernando Gutiérrez Barrios.
Casi una semana después de su detención, Fidel Castro fue presentado
ante el Ministerio Público para que rindiera su declaración.
El 24 de junio fue aprehendido Ernesto Guevara, junto con otras doce
personas, tras un operativo de la Federal de Seguridad en la Hacienda de Santa
Rosa, en Chalco, que el profesor Hank les había facilitado a través de intermediarios.
En los expedientes del Ministerio Público Federal no aparece ningún
número de folio, ni el nombre del agente ministerial, sólo una firma ilegible;
tampoco se registra la ubicación de la oficina. Lo único que aparece al calce
es el logotipo que identifica a la Procuraduría General de la República.
Ernesto Guevara manifestó en sus declaraciones tener más o menos año y
medio de vivir en México, procedente de Guatemala, con pasaporte argentino y
visa de turista.
Dijo contar con 28 años de edad y ser originario de Rosario, provincia
de Santa Fe, Argentina, y que realizó sus estudios de médico en la Universidad
de Buenos Aires, mismos que concluyó en 1953.
Aseguró haber salido de su país en ese año y haber residido en Bolivia,
Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y nueve
meses después haber partido a Guatemala.
En ese país se dio de alta en el ejército, bajo el mando del coronel De
León, jefe de operaciones del presidente Jacobo Arbenz, quien fue derrocado un
día antes de que Guevara fuera mandado al frente.
En su declaración niega ser comunista militante, pero reconoce la
inquietud que le había despertado la teoría marxista, la cual consideraba que
no se interpretaba exactamente en la URSS.
Acerca del Movimiento 26 de Julio en México, expuso en su declaración
que a su llegada a la capital del país ingresó a la Agencia Latina de Noticias,
que era mantenida extraoficialmente por el gobierno argentino, y que al mismo
tiempo prestaba sus servicios en el Hospital General y en la Facultad de
Medicina de la UNAM.
El Che afirmó que, un año antes, un amigo, cuyo nombre no identifica, lo
llevó a la calle de José Amparán 49, donde conoció a Fidel Alejandro Castro
Ruz, quien preparaba un movimiento revolucionario contra el gobierno de
Fulgencio Batista, y que después le pidió de favor arrendar el rancho Santa
Rosa, a 10 o 12 kilómetros al sureste de Chalco, Estado de México.
Por su parte, Fidel Castro declaró haber salido de una reunión donde se
ingirió ron, y cuando caminaba tranquilamente con otros dos cubanos, unos
policías preventivos capitalinos les marcaron el alto y, al darse cuenta de que
estaban armados sin poder explicar las causas, fueron remitidos a la autoridad
superior, que los entregó a la Dirección Federal de Seguridad.
Relató, además, que el 7 u 8 de julio de 1955 llegó como turista a la
ciudad de Mérida por vía aérea y de inmediato voló al puerto de Veracruz. De
allí viajó en camión al Distrito Federal, donde permaneció hasta octubre para
salir a Estados Unidos a organizar clubes patrióticos de cubanos, y que regresó
a México en diciembre para viajar luego a Costa Rica, cuando se le vencía la
visa, y que retornó a los cuatro días con sus documentos en regla.
Manifestó que las casas de residencia de los cubanos exiliados, con 8 a
10 habitantes, estaban en Insurgentes Norte 5, en Kepler y Copérnico, en
Avenida México 33, y que en el Rancho Santa Rosa había entre 15 y 20 personas.
Durante su declaración, Fidel hizo constar varias cosas: que la
Revolución cubana no la estaban organizando desde México, sino que se planeaba
en Cuba por miles de ciudadanos.
Insistió que él era el dirigente del Movimiento Revolucionario 26 de
Julio en Cuba, Estados Unidos y México y que en ningún momento había incluido
en sus planes revolucionarios atentar contra el dictador Batista. E hizo
constar que Ernesto Guevara no era miembro activo de su organización, sino que
únicamente actuaba en calidad de médico.
Al ampliar su declaración, Fidel Castro contó sus orígenes políticos, su
formación en la que obtuvo los títulos de doctor en derecho civil, licenciado
en derecho diplomático, licenciado en derecho administrativo y doctor en
ciencias sociales, así como su afiliación al Partido del Pueblo Cubano,
denominado allá como ortodoxo, al que perteneció desde el 22 de marzo de 1952.
Precisó no tener ningún nexo con el Partido Comunista (de Cuba) ni participar
de la ideología comunista.
Días después de ser liberados, los guerrilleros se dieron a la tarea de
organizar su partida rumbo a Cuba. No obstante, faltaba un medio de transporte
que los llevara a la isla. Por fortuna, Fidel conoció a Antonio del Conde,
quien se dedicaba a la venta de armas, un negocio legal entonces en México.
Del Conde le habló de una barcaza de su propiedad, la cual Fidel no
conocía físicamente. Se trataba de un viejo yate destartalado, con el motor y
la quilla descompuestos. A pesar de ello, Fidel Castro le dijo: “Si usted me
arregla ese barco, en ese barco me voy a Cuba”.
Así se escribió el inicio de la Revolución cubana.
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