Guatemala: Nueva aplanadora
Por José Raúl González Merlo
Prensa Libre
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Las dos decisiones más relevantesde este gobierno
y de este Congreso se han tomado de “urgencia nacional”. El más grande
aumento de impuestos en nuestra historia y el presupuesto de gasto
público más alto, nunca antes visto, fueron aprobados por el Congreso
usando esa modalidad. Subir impuestos y gastar tienen toda la urgencia
del caso. No es lo mismo en la ansiada transparencia y correcto uso de
los recursos... La nueva aplanadora sólo funciona en la dirección que
les conviene. Dios los cría y el Congreso los junta. Para aprobar leyes
“en una sentada”, es decir “de urgencia nacional”, se necesitan dos
terceras partes de los diputados. Una supermayoría que no es común de
llegar a juntar; especialmente ahora que los partidos oficiales no han
gozado de mayoría en el Congreso. Lejos quedaron aquellos días en que
las “aplanadoras” verdes, azules o amarillas gobernaban en el hemiciclo.
Hoy hay que negociar los votos. Lo anterior no es fácil; sin embargo,
cuando les conviene, los políticos tienen una extraña facilidad de
“levantar la mano” al unísono.
Tal fue el caso del aumento de
impuestos en marzo y del primer presupuesto completamente elaborado por
el gobierno “patriota”. Lo que no parece de urgencia para los políticos
es la aprobación de leyes y controles que contribuyan a la
transparencia, honestidad y eficiencia del gasto público. Como ha sido
siempre, los políticos tienden a hacerse los locos con esos temas. Un
par de datos nos dice cómo están de torcidas las prioridades de los
gobernantes. Para hostigar al ciudadano en el pago de cerca de Q50 mil
millones en impuestos, se eleva el presupuesto de la SAT de Q600
millones en 2012 a más de Q1,000 millones en el 2013. Pero para que la
Contraloría General de Cuentas fiscalice el correcto uso de Q67 mil
millones de gasto público, se pasa de asignarle Q235 millones en 2012 a
Q250 millones en su presupuesto del 2013. En otras palabras, gastamos el
2% de los impuestos para controlar la recaudación y ni siquiera
gastamos medio por ciento del gasto para fiscalizarlo. Con razón es más
fácil llevar “pie con geta” a cualquier indefenso contribuyente; o
cerrarle su negocio sumariamente, antes que ver a algún funcionario
público sufrir las consecuencias de sus malos manejos.
Estamos
viendo los resultados de una nueva “aplanadora”. La de la corrupción
institucionalizada que cada año es alimentada por el Ejecutivo, enviando
un presupuesto mayor al anterior, y un hambriento Legislativo que,
ahora, lo aprueba de “urgencia nacional”. Por si fuera poco, lo
recaudado en impuestos no les alcanza. Por ello tienen planeado endeudar
a los ciudadanos en otros Q12 mil millones durante el 2013, cifra que
pronto nos pondrá arriba de los Q100 mil millones de deuda pública, con
la complicidad de gobiernos e instituciones “amigas”.
Así es como
el gobierno del cambio sigue en las mismas de los gobiernos anteriores.
Aumentando impuestos y deudas sin las prometidas mejoras en la calidad
del gasto público. Si no ponemos algún límite pronto a este
irresponsable proceso, la crisis lo hará por nosotros.
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