rancho murphy la mansion nazi de hitler en hollywood
La historia, al menos la nuestra, no siempre termina consumándose como la habíamos proyectado originalmente. Tal es el caso de Adolfo Hitler  a quien, más allá de las teorías de conspiración que afirman que terminó sus días plácidamente en Argentina, las cosas no le resultaron precisamente como las había planeado. Recientemente han circulado, a causa de un reportaje transmitido en el Travel Channel, imágenes de el Rancho Murphy, una suntuosa propiedad ubicada en las colinas de Hollywood, California, y desde la cual el tercer Reich contemplaba operar Europa. 

El plan de Hitler, confabulado junto con Herr Schmidt, un espía alemán que vivió en Los Ángeles en la década de los 30′s, consistía en mudarse a este rancho, tras apabullar a la coalición de países que se le oponían durante la Segunda Guerra Mundial, y desde aquí controlaría su imperio. El habil Schmidt, empleando los dones de embustero que le habían permitido consagrarse como un reconocido espía, convenció a una pareja de millonarios estadounidenses, los Stephens, para construir la lujosa mansión destinada a hospedar a Hitler, ante la inminente victoria Nazi. “El Rancho Murphy estaba pensado para convertirse en el bastión del fascismo estadounidense desde el que Hitler dominaría el mundo”, afirma el historiador Randy Young.

En 1933 y manipulados por Schmidt, la pareja adquirió una finca de venite hectáreas, hasta entonces propiedad del actor Will Rogers. Posteriormente, invirtieron el equivalente en la actualidad a setenta millones de dólares en la construcción de un palacio fortificado que incluía más de una veintena de dormitorios y, obviamente, un sofisticado bunker. Pero en 1941, cuando se avisaba la derrota de las Potencias del Eje, el plan se derrumbo.  Justo un día después del ataque a Pearl harbor, el Rancho Murphy fue tomado por asalto por integrantes del FBI, quienes arrestaron a las cincuenta personas que preparaban la llegada de Hitler. 
Murphys Ranch
Siete años después los Stephens, arruinados por su torpe aventura, vendieron el complejo a la Fundación Huntington Hartford, la cual en 1973 la cedió a la ciudad de Los Ángeles, y cinco años después un incendio acabo por consumir la faraónica propiedad. Tras el fatal desenlace, el antiguo Rancho Murphy se convirtió, paradójicamente, en uno de los sitios de encuentro predilectos para skinheads, grafitteros, y otras tribus urbanas. 
Y así, el glamouroso espacio que habría de alojar al hombre más poderoso del mundo, terminó convertido en un santuario de fumadores de crack. La historia no siempre responde a los proyectos que la antecedieron… y la realidad es, en sí, una exquisita paradoja.