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Se
mostró como el caballero pedante sentado en una esquina de la pantalla
que alternativamente frunce el ceño y sonríe de forma afectada,
apretando los dientes y lanzando un ataque tras otro en lugar de
aprovechar por fin la oportunidad de dejar las cosas claras al pueblo
estadounidense.
Barack Obama llegó al debate con un abanico de discursos
preparados, poco que ver con la política exterior y de economía en su
mayoría. Aun cuando su Secretario de Defensa ha recibido órdenes sin
precedentes de cerrar la boca a los funcionarios militares con el fin de
obstaculizar la investigación legislativa del Bengasi-gate, incluso si
se ha sabido que su administración contempló morir a cuatro
estadounidenses en tiempo real y no movió un dedo por salvar su vida,
ganchos verbales preparados por redactores de discursos muy bien
remunerados salían de su boca para asegurar al pueblo estadounidense que
todo va perfectamente. No tiene nada de malo de no ser porque los
baches del camino idóneo están jalonados de estadounidenses muertos.
Cualquiera que escuche a Obama habrá llegado a la conclusión, igual
que el Cándido de Voltaire, que vivimos de verdad en el mejor de los
mundos. Durante la administración Bush, a los políticos progres como
Obama les gustaba decir que ellos formaban parte de la minoría que vivía
en la realidad. Pero como dice el Calvin de la tira cómica “Calvin
& Hobbes”, “Yo no niego nada. Simplemente soy muy selectivo en la
realidad que acepto”. Se diría que Obama se ha unido a la minoría de la
realidad selectiva de Calvin.
En lugar de debatir cuestiones de seguridad nacional y asuntos
exteriores, el ponente en jefe se empleó a fondo en desviar la atención
del debate con un cliché que llama "construcción de la identidad
nacional en casa”. “Construcción de la identidad nacional" es
normalmente un término reservado a la reconstrucción de países atrasados
o destruidos. Que Obama insistiera en aplicarlo a Estados Unidos es
revelador, pero todavía más revelador es que su gran idea para el debate
no sólo fuera una distracción sino un llamamiento a repetir la misma
catastrófica batería de medidas de estímulo y derroches de proyectos de
mantenimiento de la infraestructura nacional que han enterrado al país
en una deuda de 16 billones de dólares.
La idea de política exterior que tiene Obama es pedir prestados a
China billones de dólares para invertir en renovables y en sindicatos de
profesores, al tiempo que lo llama construcción de la identidad. En el
aire queda la pregunta de cuál es el país cuya identidad construye --
¿China o América?
En un momento verdaderamente barroco, insistió en que la marina ya
no necesita buques porque han quedado igual de desfasados que los
caballos. El portaviones y el submarino, según Obama, han dejado al
destructor igual de desfasado que la bayoneta o el caballo de batalla.
Mientras que muchos veteranos de la marina se habrán despachado
tras escuchar una estupidez así, pueden decirse afortunados de que Obama
esté a cargo de América en 2012 y no en 1942, en plena Batalla de
Midway. Pero sin duda Obama tiene un plan para eliminar el bloqueo iraní
del Estrecho de Ormuz y al mismo tiempo seguir adelante con su programa
de contener a China en el Pacífico… utilizando solamente portaviones y
submarinos.
¿Y qué decir de los 20.000 marines que Obama va a despedir tras
prometer tener fe en nuestras tropas? A lo mejor ellos también son
caballos y bayonetas que relevar con tecnologías más avanzadas, como
robots asesinos.
Obama dijo haber recortado el paro de los veteranos al tiempo que
planea despedir a 50.000 efectivos regulares, 10.000 pilotos militares y
20.000 marines. Y luego recorta también su prestación sanitaria para
que esos hombres y mujeres, que se jugaron el cuello en el desafortunado
incremento de Obama en Afganistán con 1.500 vidas y 15.000 heridos,
tengan que pagar ahora una parte mayor de su seguro médico mientras
hacen cola en el paro.
Como hace en todos los discursos y en todos los mítines, Obama se
felicitaba por poner fin a la guerra de Irak según el calendario de
Bush, pero sin reconocer que el calendario era de Bush, al tiempo que
acusaba a Romney de querer dejar las tropas destacadas en Irak. En
realidad, el propio vicepresidente de Obama y su Secretario de Defensa
han intentado negociar un acuerdo para dejar destacados a los efectivos
en Irak. Obama mintió entonces y ha seguido la orgullosa tradición de
mentir hasta la fecha.
De nuevo Obama repetía su anuncio de que las maniobras de
Afganistán son un intento de reorientar la lucha contra Al Qaeda. Pero
Al Qaeda sigue perpetrando muchos más atentados terroristas en Irak que
en Afganistán.
Terroristas de Al Qaeda en Irak esta semana proporcionaban
explosivos a un plan que habría costado la vida a miles de personas en
la vecina Jordania, detonando explosivos contra centros comerciales y la
embajada norteamericana y poniendo de manifiesto que Al Qaeda sigue
siendo una presencia mucho más peligrosa y desestabilizadora en Irak que
en Afganistán.
Obama volvió a demostrar su desorientación al presumir de haber
arruinado la economía de Irán al tiempo que aseguraba a su audiencia que
esto obligará a renunciar a su programa nuclear a la República
Islámica. Pero la economía norcoreana está todavía más arruinada que la
de Irán, y su programa nuclear sigue adelante. Cuando se le da a elegir
entre las armas y la comida, la dictadura fanática elige las armas. En
palabras del líder Nazi Hermann Goring: "Las armas nos hacen poderosos;
la comida sólo engorda”.
“Una cosa de la que deben enorgullecerse los americanos”, decía
Obama con la barbilla en alto, "es que los tunecinos han empezado a
manifestarse, este país, yo, de parte de los manifestantes”. Y como
resultado de la postura de Obama, Túnez, antes un país libre, ha sido
tomado por islamistas genocidas, los sufís son perseguidos, los turistas
son atacados y las víctimas de violación juzgadas. A lo mejor es algo
de lo que se enorgullece Obama, pero pocos estadounidenses se van a
enorgullecer de eso.
"Nos pusimos de parte de la democracia en Egipto", proseguía Obama,
y es cierto. El resultado de esa posición de parte de la democracia ha
sido otro golpe islamista genocida, un atentado contra la embajada
norteamericana de El Cairo, el final de los Acuerdos de Camp David, la
limpieza étnica de los cristianos egipcios y un presidente islamista
salido del movimiento inspirado por la Alemania Nazi que canta amén al
llamamiento de exterminar a los judíos.
“Los libios están con nosotros”, asegura Obama a los
norteamericanos. Y no puede haber prueba más clara que la negativa del
gobierno libio a permitir que Estados Unidos mantenga aparatos no
tripulados o al menos investigue adecuadamente los atentados. Obama
mencionaba la multitud populista que atacó a las milicias islamistas de
Bengasi. Lo que se dejó es que la multitud solamente actuaba porque el
gobierno libio insistió en proteger y salvaguardar a las milicias.
De Irak a Libia, de Afganistán a Egipto, pasando por casa, donde el
programa de construcción de la identidad nacional nunca se detiene y
los beneficiarios son los propios donantes y enchufados, Obama no supo
señalar un solo éxito. Ni en el estado de realidad selectiva de Obama
hay algo que mencionar. Irak, Afganistán y Libia son zonas peligrosas
violentamente inestables, y lo seguirán siendo en el futuro próximo. Y
el frente nacional está dividido entre los que buscan trabajo, los que
han renunciado a tener trabajo, y los que esperan ponerse a buscar
trabajo dentro de poco.
A medida que progresaba la noche, Obama habló, se rio, señaló, se
burló y recitó discursos preparados. Lo que vio el mundo y lo que vimos
fue a un caballero inseguro que vuelve a canjear la seguridad de su país
por más tiempo en el candelero.
Cuando empezó la Guerra de Libia, Obama se marchó a Río. Cuando el
consulado de Bengasi fue atacado, prefirió irse a Las Vegas en lugar de
ocuparse de la seguridad nacional. Con una última oportunidad de contar
la verdad al pueblo estadounidense, se tomó otras vacaciones en el
estado de su propia inseguridad antes que hacer lo mejor para el país.
Daniel Greenfield ocupa la cátedra Shillman de periodismo y es
periodista radicado en Nueva York especializado en el islam. Está a
punto de publicar un libro acerca de los desafíos internacionales a los
que se enfrenta América en el siglo XXI.
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24 octubre, 2012
Inseguro Obama, inseguro el mundo
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