Michael Spence
Michael Spence, a Nobel laureate in economics, is Professor of Economics at NYU’s Stern School of Business, Distinguished Visiting Fellow at the Council on Foreign Relations, Senior Fellow at the H…Full profile
La capacidad de resistencia de los mercados en ascenso
NUEVA YORK – Cuando la mayor
parte del mundo está centrada en la inestabilidad económica y el
crecimiento anémico en los países avanzados, los países en desarrollo,
con la posible excepción de China, han recibido relativamente poca
atención, pero, como grupo, las economías con mercados en ascenso se han
visto afectadas negativamente por la reciente desaceleración en los
países desarrollados. ¿Podrán recuperarse por sí solas?
Las
más importantes economías en ascenso fueron los principales motores de
crecimiento del mundo tras el estallido de la crisis financiera en 2008
y, hasta cierto punto, siguen siéndolo, pero su resistencia ha dependido
siempre de su capacidad para engendrar un incremento suficiente de la
demanda agregada a fin de apoyar su crecimiento, sin tener que compensar
una gran pérdida de la demanda en los países desarrollados.
La
combinación de un crecimiento insignificante (o incluso negativo) en
Europa y una importante desaceleración del crecimiento en los Estados
Unidos ha producido ahora esa pérdida, con lo que ha socavado las
exportaciones de las economías en ascenso. Europa es un importante
destino de las exportaciones para muchos países en desarrollo y el mayor
mercado exterior de China. Este último países, a su vez, un importante
mercado para los productos finales, los bienes intermedios (incluidos
los utilizados para producir los productos acabados para la exportación)
y los productos básicos. De modo, que el efecto dominó del
estancamiento económico de Europa se ha extendido rápidamente al resto
de Asia y a otros continentes.
Además,
no sólo es el sector comercializable de la economía del Japón sumamente
vulnerable a la desaceleración en China, sino que, además, con el
reciente conflicto relativo a las islas Senkaku/Diaoyu se perfila una
perspectiva de desacoplamiento económico. Aparte de eso, los resultados
económicos del Japón van a seguir siendo débiles, porque el aspecto no
comercializable no es un fuerte motor de crecimiento.
Así,
pues, las cuestiones principales para la economía mundial de hoy son
las de cuál será la magnitud de la desaceleración del crecimiento y
cuánto durará. Con reacciones normativas acertadas, es probable que las
repercusiones sean relativamente suaves y poco duraderas.
Una
cuestión fundamental que nubla el futuro es la financiación del
comercio. Los bancos europeos, tradicionalmente importante fuente de
financiación del comercio, se han retirado espectacularmente por los
problemas de insuficiencia de capital causados por las pérdidas de
capital en materia de deuda soberana y, en algunos casos, a los
préstamos inmobiliarios. Ese vacío podría reducir las corrientes
comerciales, aun cuando siguiera existiendo demanda. En Asia en
particular, la de colmar el vacío con otros mecanismos de financiación
ha pasado a ser la máxima prioridad.
En
particular, aunque el sector comercializable de China está muy expuesto
a las consecuencias de la situación de las economías desarrolladas, es
probable que el Gobierno acepte cierta desaceleración a corto plazo, en
lugar de adoptar medidas de estímulo que podrían resultar
distorsionadoras. Dado el riesgo de volver a inflar burbujas de activos,
nadie debe esperar una relajación espectacular del crédito como la que
siguió al desplome de 2008.
No
hay que descartar un programa de inversión pública acelerada que
descarte los proyectos con rendimientos escasos, pero las mejores y más
probables reacciones son las que aceleren el aumento del consumo interno
incrementando los ingresos de los hogares, desplieguen eficazmente los
ingresos resultantes de los activos de propiedad estatal y fortalezcan
los sistemas de seguridad social de China para reducir el ahorro
precautorio. De hecho, ésos son componentes del 12º Plan Quinquenal de
China, recientemente aprobado.
Cierto
es que las más importantes reformas sistémicas de China están
pendientes de la transición en la dirección del país, que se espera para
noviembre. Todo indica que se debe acelerar rápidamente el ritmo de la
reforma encaminada a ampliar la dimensión del mercado en la economía
para lograr los ambiciosos objetivos económicos y sociales de los cinco
próximos años.
Algunos
países se han librado de la tendencia mundial. Indonesia, por ejemplo,
ha experimentado una aceleración del crecimiento, con un aumento de la
confianza de las empresas y de los consumidores que ha impulsado la
inversión hasta casi el 33 por ciento del PIB.
Asimismo,
el crecimiento del Brasil ha tenido un bajón, pero ahora parece que va a
recuperarse. Además, los resultados económicos globales del Brasil
ocultan un hecho importante: las tasas de crecimiento han sido en gran
medida mayores entre los ciudadanos más pobres del país y se está
reduciendo el desempleo. La tasa total de crecimiento no refleja esa
reducción de la exclusión y, por tanto, minimiza el ritmo del progreso
económico y social.
El
imperativo principal del Brasil es el de aumentar su tasa de inversión
del 18 por ciento del PIB actual hasta casi el 25 por ciento, lo que
sostendría un crecimiento y una diversificación económica rápidos. La
dependencia de los productos básicos, aun con la creación de
considerable valor añadido interno, sigue siendo elevada.
Las
tasas de crecimiento económico en otros países sistémicamente grandes,
incluidos Turquia y México, han aumentado también, pese a los vientos
contrarios procedentes de Europa y los Estados Unidos. Muchos países
africanos están mostrando también una amplia tónica de fundamentos
económicos sólidos, aceleración duradera del crecimiento,
diversificación económica y confianza de los inversores.
Las
perspectivas de la economía de la India siguen siendo más inciertas.
Mientras que el crecimiento se aminoró recientemente después de haber
obtenido tasas muy altas, por una combinación de exposición a la
debilidad de los países desarrollados, pérdida interior de impulso
reformista y descenso de la confianza de los inversores, parece estar
invirtiéndose esa tendencia después de que el Gobierno adoptara
recientemente unas decisivas medidas correctoras. La cuestión principal
es la de si el Parlamento de la India aprobará la legislación decisiva o
permanecerá paralizado por unas luchas intestinas sumamente partidistas
y alimentadas por escándalos.
Si
combinamos el panorama general con tendencias más generales en los
países en desarrollo –aumento de los ingresos, rápido aumento de las
clases medias, expansión del comercio y de las corrientes de inversión,
acuerdos bilaterales y regionales de libre comercio y una participación
en aumento en el PIB mundial (el 50 por ciento, aproximadamente), hemos
de decir que el impulso al crecimiento de esas economías debe
recuperarse con relativa rapidez en uno o dos años.
La
mayor parte del riesgo en ese panorama estriba en las economías
sistémicamente importantes de Europa, los EE.UU y China. Para desbaratar
ese impulso al crecimiento de las economías en ascenso en esta fase,
probablemente debería producirse otra crisis mayor de la demanda en las
economías avanzadas o algún tipo de fallo en la transición de la
dirección de China que impida la reforma sistémica y afecte al
crecimiento del país. Pese a los pronósticos de crecimiento escaso en
todo el mundo desarrollado, esos riesgos sistémicos, considerados
individualmente y en combinación, parecen estar reduciéndose (si bien no
hasta el punto de que se puedan desestimar, desde luego).
Así,
pues, en conjunto es probable que continúen las tónicas del crecimiento
con diferentes velocidades del pasado decenio. Precisamente cuando las
economías desarrolladas experimentan un período prolongado de
crecimiento inferior al habitual, las economías en ascenso seguirán
siendo un importante motor del crecimiento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario