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No
hace sino unas pocas semanas cuando (en la ciudad de Mendoza y entre
gallos y medianoche) se decidió (en secreto) la ilegal suspensión del
Paraguay como Miembro Pleno del MERCOSUR, medida que permitió el
inmediato ingreso de Venezuela a ese espacio comercial (decisión que,
cabe destacar, está viciada de nulidad) el colorido presidente del
Uruguay, José “Pepe” Mujica, se transformó en el
inesperado “vocero” de sus colegas, los demás Jefes de Estado de los
otros países del MERCOSUR y “explicó” insólitamente al público en
general lo sucedido, siempre con su peculiar manera, sosteniendo que en
esas decisiones: lo político prevalece sobre lo jurídico. Frase que, obvia y simplemente, apenas quiere decir: porque se nos dio la soberana gana, ante lo cual el derecho y las leyes deben, cree Mujica, someterse, inclinarse y desaparecer.
Lo que, por sus connotaciones, tiene una gravedad inusitada, ciertamente.
Sobre todo cuando la frase viene de la boca del presidente de un
pequeño país que -hasta ahora, al menos- era reconocido por casi todos
por su tradicional apego y respeto tanto a la ley, como a la palabra
empeñada.
Criterio cumplidor y obediente, positivo entonces, que ciertamente
no se aplica, para nada, a una colega suya en el MERCOSUR que fue
absolutamente decisiva en la motorización de la decisión de “forzar” el
ingreso de Venezuela al MERCOSUR, luego de suspender a Paraguay, que lo
vetaba: Cristina Fernández de Kirchner, abogada. Esto se decidió pese a que la autoritaria Venezuela no es hoy una democracia, por donde sea que se la mire.
Quiero señalar que, leyendo una obra reciente sobre el gobierno del presidente boliviano, Evo Morales, que ha sido escrita por Nicolás Márquez (me refiero a “El Impostor”, Ed, Contracultura, 2012, pág 192) encontré lo que luce como el antecedente directo de ese inolvidable “pronunciamiento oriental”. Antecedente que, por su origen, aparentemente pudo haber iluminado al presidente Mujica.
Orgulloso por su conducta de frontal desobediencia al Estado de Derecho, Evo Morales alguna
vez dijo, en su proverbial mal castellano: “Por encima de lo jurídico,
es lo político. Quiero que sepan que cuando algún jurista me dice: Evo,
te estás equivocando jurídicamente, eso que estás haciendo es ilegal, bueno yo le meto, por más que sea ilegal. Después
les digo a los abogados: si es ilegal, legalicen Uds. ¿para qué han
estudiado?”. Increíble, quizás; pero desgraciadamente cierto.
A lo que se suma otra frase célebre de Evo Morales, también de sentido clarificador: “estar sometidos a las leyes es perjudicarnos, aunque digan que es inconstitucional nuestros decretos, nuestro hechos, no importa...”.
Más desprecio frontal a la ley realmente es imposible. Mas descaro,
también. Queda visto que los personajes y líderes “bolivarianos” están
(todos) “cortados con la misma tijera”.
Por esto el joven Axel Kiciloff -uno de los funcionarios argentinos del área económica de su gobierno que (como el asediado Vice-presidente, Amado Boudou, acusado de corrupción) está aparentemente entre los preferidos de Cristina Fernández de Kirchner, pese a que su orientación es marxista- señala que, cuando oye la expresión Estado de derecho, realmente no se conmueve, porque supone que esa frase es apenas una mera creación -una más- de los empresarios. Razón por la cual, simplemente la desprecia y la ignora. Todo un prócer del progresismo.
Frente a lo cual no debemos sorprendernos demasiado, sino advertir
que no hay originalidad alguna en el concepto que desprecia a la ley,
respecto del cual todos los bolivarianos -y sus compañeros de ruta- piensan más o menos de la misma manera.
Una serie continuada de azotes a la racionalidad, quizás. Un
maremoto de insultos al respeto. Pero es bien cierto aquello de que “no
se le pueden pedir peras al olmo”. Estas cosas no le hacen bien a
América Latina.
Emilio J. Cárdenas Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas. |
24 octubre, 2012
Los "Bolivarianos" y el "Estado de Derecho"
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