24 octubre, 2012

La iniquidad de la equidad

La iniquidad de la equidad

Por Armando Ribas
Un despotismo electivo no fue el gobierno por el que luchamos.Thomas Jefferson
Las elecciones de Venezuela muestran una vez más la vigencia de Fidel Castro en nuestro continente al Sur del Rio Grande, con algunas excepciones. Pero “dime con quien andas y….”Es evidente que el concepto del Rule of Law, que como he dicho en otras oportunidades, carece de una traducción conceptual, no existe como alternativa. Ya John Locke había dicho “No hay libertad sin ley”. El problema pendiente es definir cuál es la ley o leyes que permiten la libertad. La discusión política en la actualidad parece sustentarse únicamente en la existencia o no de elecciones para definir la democracia.
Por tanto lo que se define supuestamente por el pueblo es tan solo quién gobierna y no cómo se gobierna. Asimismo existe la posibilidad de la reelección y se ignora la sabia advertencia de Juan Bautista Alberdi al respecto cuando escribió: ”Admitir la reelección es extender el término de la presidencia. El presidente tiene siempre medios para hacerse reelegir y rara vez deja de hacerlo”. A los hechos me remito.

El triunfo de Chávez con fraude o sin fraude es otra prueba manifiesta de esta preclara advertencia. En sus 14 años de gobierno, durante el cual el precio del petróleo alcanzara los niveles más elevados de la historia, la economía venezolana se ha deteriorado. En ese período, tal como lo expone Alvaro Vargas Llosas, aumentó la criminalidad, cayó el salario real un 40% y se enriquecieron los empresarios acomodados con el gobierno. Esta última es la esencia del fascismo, que acorde con la experiencia de Lenin que descubrió que solo los capitalistas sabían hacer las cosas (SIC). Ergo donde no hay derechos existe la colusión, tal como ocurre en Cuba con los Hoteles Meliá y los Castro. Al mismo tiempo es un hecho manifiesto que Chávez es el discípulo predilecto de Fidel Castro, el criminal más grande que cuenta la historia de nuestra América Latina.
En función de esa alianza es un hecho notorio que asimismo concuerda con las FARC a quienes ha financiado. Y no menos importante siguiendo a su maestro ha tenido relaciones con el narcotráfico.
En el otro aspecto de las elecciones tenemos el discurso del candidato opositor el Sr. Capriles quien en la aceptación de su derrota manifestó demagógicamente su disponibilidad a los deseos del pueblo. El pueblo, si es que se quiere utilizar esa entelequia universal, puede decidir quién gobierna pero no decide lo qué se va a hacer. Cuando el pueblo gobierna de hecho el que gobierna es el dictador de turno, que es quien en última instancia define en su propio beneficio qué es lo que el pueblo quiere. Así ha gobernado Castro durante 52 años y en ese período ha destrozado la economía más adelantada de América Latina al momento de su llegada al poder, y por supuesto de libertad ni hablemos. Recuerden, cuando el pueblo tiene derechos, el individuo carece de ellos.
Podría decir entonces que las elecciones venezolanas las ha ganado Fidel Castro mediante su discípulo y compañero de ruta Hugo Chávez. Tanto así que este sujeto deleznable le dedicara su triunfo a Fidel Castro. Y aun ante esta realidad y cínicamente ignorando los crímenes de Castro, los presidentes de América Latina felicitan a Chávez por la democracia en Venezuela y su aparente triunfo. Y digo aparente pues cada día llegan más noticias respecto a la evidencia del fraude electoral que Capriles no se atrevió a delatar. Podría hasta comprenderlo en esta actitud pues la alternativa a la aceptación de la derrota era la Guerra civil amenazada previamente por el triunfador. Y recordemos a José Martí: “Ver cometer un crimen en calma, es cometerlo”.
Es un hecho notorio que cuando los gobernantes disponen ilegalmente del poder absoluto, jamás van a permitir el perderlo legalmente. Esa admisión de hecho significaría obviamente no solo la pérdida del poder, sino la posibilidad de ser legalmente condenados por los abusos del poder y por supuesto por la corrupción implícita en tales sistemas dictatoriales. Insisto entonces que no obstante estas realidades todos los presidentes de América Latina, con la excepción de Piñera han mostrado su alegría ante el triunfo de Chávez, que aparentemente consideran un triunfo de la democracia. Es decir que Fidel Castro prevalece a través del Socialismo del Siglo XXI.
Diría pues que a los venezolanos solo le queda una esperanza de revertir el camino de Cubazuela, y es que Dios se apiade de ellos como no hiciera con los cubanos. Ya debiéramos de haber aprendido que la continuidad en el poder es el eje de la dictadura, y su consecuencia la falta de libertad, que determina asimismo crecimiento de la pobreza en nombre de los intereses generales y del bien común. No olvidemos tampoco que en la lucha por la libertad universal están pendiente asimismo las elecciones próximas de Estados Unidos. Y dicho sea de paso todo parece indicar a partir del último debate de los candidatos que la situación política de América Latina se ignora en la política exterior americana cuya preocupación sólo parece ser el Medio Oriente.
En fin es hora de que nos percatemos de que en Occidente impera la demagogia en nombre de la equidad del socialismo que como señalara Aristóteles, es una iniquidad, que determina el poder absoluto y la pérdida de la libertad. Es el triunfo de la supuesta democracia mayoritaria que ignora el Rule of Law. Es decir que las mayorías no tienen el derecho de violar los derechos de las minorías, el límite al poder político en reconocimieto de la naturaleza humana y el respeto por los derechos individuales a la vida, a la libertad a la propiedad y a la búsqueda de la propia felicidad.
En esa república juega un rol fundamental el poder judicial que es quien determina qué es la ley. Así Adam Smith destacó que cuando el poder ejecutivo está Unido al poder Judicial la justicia es pura política (SIC). Lamentablemente esta realidad es aparentemente ignorada en Occidente, casi olvidada en Estados Unidos y por supuesto desconocida en América Latina.

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